▪️Capítulo 23▪️

69 5 15
                                    

Axel:

Le añado a mi té dos cucharadas más de azúcar y mientras lo revuelvo comienzo a tachar mentalmente de mi lista las cosas pendientes por hacer.

1) Buscar al culpable de mi casi asesinato ( hecho )
2) Presentarle los planos a la armada inglesa. ( Hecho )
3) Asegurarse de despistar al enemigo ( Hecho )
4) Averiguar qué trama La perra de Sheamus ( vacío )

Este último requisito de mi lista hace que me crispe < Qué tanto jode ese hijo de puta > lo último que supe es que ahora se le da por ir a iglesias.

< Ya debería haberse dado por vencido. > Y ese simple pensamiento me sonsaca una sonrisa.

— Buenos días. — aparece Rosa dejando la bandeja de mi desayuno para luego observarme ceñuda. — ¿Qué lo tiene sonriendo así?

— Nada del otro mundo. — le restó importancia a las ideas creativas que pasan por mi mente.

— Siempre has sido alguien sonriente, espero que continúes así, porque siempre habrán personas que tratarán de apagar eso. — menciona con una expresión maternal mientras acomoda los platos y cubiertos.

Asiento sin tomar en cuenta su opinión y comienzo mi desayuno. < La cuestión querida Rosa,  es que yo me encargue de eliminar esos inconvenientes que pueden apagar mi felicidad. >

Ahora que pienso en inconvenientes, recuerdo haber olvidado la cita que me propusieron el domingo pasado y a la que tuve que faltar por buscar a una cucaracha.

< Tengo que solucionar eso >

Escucho a lo lejos pisadas y ladridos, mientras engulló el último bocado.

Cuando tengo alrededor a tres canes, negros como la noche, destilando babas por doquier mientras velan los platos que tengo enfrente.

Acaricio al que tengo al lado, quien es Cerbero, mientras que Judas se queda velando el plato para atacar al momento que me dé la vuelta y Mefistófeles  no deja de rondar la mesa en guardia.

La razón de su acción es porque minutos después aparece un Victor agitado y fulminando a lo que podría llamar como hijos.

— Bien que me los tienes controlados. — expreso con ironía cuando acaricio la cabeza de Cerbero.

Mefistófeles no tarda en reparar en él para empezar a gruñir como perro rabioso, a lo que Victor comienza a retroceder tratando de calmarlo.

— Shhh tranquilo. — pero nada detiene a Mefisto de tumbarlo y en el momento en que está apunto de morderlo.

Un silbido mío lo detiene, levantando la cabeza y haciendo que gire en mi dirección para quedar al lado de Cerbero y posteriormente recostarse.

Victor continúa en su posición petrificado respirando con dificultad.

— Si se te dan herramientas para que puedas manejarlos, las usas. — le suelto limpiando los restos de comida en mis comisuras. — No te quedas ahí parado como un estúpido intentando calmar algo que no dudará en matarte. — lanzo la servilleta a la mesa doblarme y acariciar la pancita de Mefistófeles quien se recuesta con las patas arriba, Judas se acerca exigiendo también mi atención.

Victor comienza a levantarse respirando con pesadez mientras observa la imagen delante, asintiendo.

Marcus irrumpe dejando unos sobres en la mesa y parándose como si fuera una jodida estatua. Las bestias no se inmutan de la llegada de Marcus.

— ¿Por qué a ti si no te hacen nada? — Marcus lo ignora.

— Tal vez porque saben diferenciar de alguien estúpido a alguien con más uso de razón. — respondo a su patética pregunta. — Llevatelos y alimentalos. — Victor se acerca con los bozales en manos para ponerselos.

Frenesí © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora