▪︎ Capítulo 11 ▪︎

232 34 18
                                    

Sheamus:

Observo detenidamente el juego ante mi, muevo una de las fichas hacia la izquierda, ella puede comerse dos fichas y hacer la primera corona, pero si yo sigo en línea recta, puedo hacer una cadena y coronar otra ficha, tengo las de ganar o, las de perder algunas fichas.

Es su turno y se queda pensativa al momento de mover alguna pieza, observa detenidamente el tablero, pasando su vista por cada pieza, imagino que debe estar ideando en esa cabecita suya una escapatoria, al igual que yo hace unos momentos, estamos casi por cerrar el juego.

—Te convertiste en un muy buen jugador. —dice mientras mueve una de las fichas, realizando un bloqueo.

— Aprendí de la mejor, ¿no es asi? —ella me muestra una sonrisa conmovida por mis palabras.

Tantos años sin volver a esta ciudad, cinco para ser específicos, pero ninguno hace que me olvide de mi hermosa madre. Una mujer valiente, muy inteligente, astuta y sobre todo hermosa. No podía pasar otro año más sin estar lejos de ella, no luego de recibir la noticia hace unas semanas.

Ha estado enferma desde hace 7 años, al parecer su transtorno ha empeorado, es cuando cada vez siento que cobra más sentido ese lema que se ha recitado por mi lado materno.

《 "Cada Sullivan padece una locura, cada uno diferente" 》 mi abuelo sufrió de equizofrenia, mi tío tenia posibilidades de desarrollar la equizofrenia, pero en vez fue la psicosis, mi querido primo... él es otro caso aparte. Y yo, pues por ahora no he sentido que las cosas esten fuera de mi control.

Pues si, soy un Williams, provengo de dos familias de la alta élite, mi madre Margareth Sullivan o como la llaman sus más allegados, Maggie, conoció a mi padre Henry Williams hace 27 años, de los cuales 24 años después me tuvieron a mi, su relación no fue nada fácil, por lo que me conto ella antes de que su enfermedad la controlara a ella.

— Y... gane. — logra eliminar en una cadena a tres de mis reinas.

— Si que lo hiciste. — le respondo risueño, ella me tiende su mano para que le de un apretón como muestra de que el juego finalizó.

— Recuerda, yo soy la maestra aquí. —dice con suficiencia esbozando una sonrisa.

— Si pero el alumno siempre puede superar al maestro ¿no? — le recuerdo, es la segunda partida de tres que me gana, aunque la primera se la deje ganar, pero eso ella no lo sabe.

Olivia, la ama de llaves de la casa, toca la puerta del gran salón.

— ¿Disculpe? Señora Sullivan, su medicina. — trae una bandeja, en donde se puede ver las pastillas que le tocan.

— Oh por todos los cielos, Olivia, sabes que no necesito eso. — se levanta de la silla donde estabamos jugando ella y yo, la observo cauteloso.

Lamentablemente mi madre es una terca a la hora de seguir las recetas de los psiquiatras, según ella, todo esta bien y no necesita de los medicamentos, pero yo he presenciado dos de sus ataques en los que deben agarrarla entre cinco personas e inyectarle sedantes que la duerman.

— Mamá, toma las pastillas por favor. —le pido, y le hago una señal a la mujer para que le acerque la bandeja.

— Estoy bien, nada de que preocuparse. — le resta importancia con las manos y se va al mueble a leer una de las revistas que se encuentran cerca de este.

— Mamá... —trato de decir pero ella me interrumpe, enojada.

—Ya dije que estoy bien y que no tomare las malditas pastillas. — suelta enfurecida, lanzando la revista a un lado de ella. — Y si digo que no quiero, pues no quiero y punto.

Frenesí © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora