▪️Capítulo 24▪️

44 4 0
                                    

Lorraine:

No hace falta decir que estás semanas han sido extrañas, me he acercado mucho más a mis nuevos dos amigos, aunque con Axel las cosas pinten extrañas a veces. Me refiero a extrañas es porque aparece en mi trabajo de vez en cuando a comprar juguetes. < Tendrá una familia numerosa y muchos sobrinos... O hijos > eso último me da un sentimiento agridulce y que nunca pensé.

Por otro lado, mi nuevo amigo Sheamus se ha encargado de hacerme notar de que no se olvida de mi, a pesar de que hablamos muy poco por su ajetreada agenda. La última vez que hablamos por mucho tiempo me comentó que extrañaba el ánimo de Londres y que volvió por algo que tiene pendiente aquí.

Las chicas han estado ocupadas con los ensayos del coro, yo he decidido abandonar ese tren y es porque ahora que he reunido un poco de dinero, tengo pensado poner en marcha mi plan.

Y esto es lo que nos trae aquí, en la oficina de la hermana Claudia, mientras espero a que venga de una reunión con la mismísima Madre superiora. La cual casi no se le ve por ahí merodeando y es porque siempre es la que ha dado la cara por el convento, por tal razón siempre está en reuniones y organizaciones tanto internacionales como nacionales.

Escucho pasos en la lejanía mientras me yergo en mi asiento. La puerta es abierta y los pasos de dos personas son los que se escuchan.

— ...la organización de la lucha contra la hambruna, merece una donación de parte de lo que pudimos recaudar en la beneficencia... — la hermana Claudia camina hasta rodear su escritorio mientras ella habla, la madre superiora la sigue escuchando, pero al notar mi presencia hacen silencio.

— Madre Superiora. — bajo la mirada y espero su bendición. — No sabía que iba a encontrarla aquí, creo que he venido en un momento inoportuno. — señaló altercando la vista entre la Hermana y ella.

— Dios te bendiga, mi niña. — responde la madre superiora y luego se limita a observar a la hermana Claudia. — Y por supuesto que no has venido en un mal momento, las dejo para que hablen.

Y antes de que se vaya, la detengo.

— Por favor, quédese. Creo que esto es algo que precisamente le concierne a usted. — mi intención era hablar primero con la hermana Claudia y que ella me ayudara a que la madre superiora hiciera un huequito en su agenda para poder atender mi situación, pero por obra y gracia del señor tengo la oportunidad justo en frente de mi.

La hermana Claudia al escucharme frunce el ceño en señal de confusión y cautela.

— Entonces las dejo en privado. — se retira.

— Dime mi niña, en que puedo ayudarte. — me pregunta tomando asiento en la silla de la hermana Claudia.

— Verá, toda mi vida siempre he vivido aquí. — comienzo y ella me da su atención y me insta a qué prosiga. — Y es algo a lo que yo estoy sumamente agradecida, pero siempre he sido una chica curiosa a la cual le gusta aprender. — arruga la frente pero me sigue escuchando. — Me preguntaba si era posible tener un plazo de cierto tiempo mientras busco una nueva vivienda.

Por un segundo pasa un silencio absoluto.

— Eres Lorraine ¿no? — pregunta simplemente a lo que yo asiento confundida. — La bebé milagro. — susurra y luego sonríe. — Hija, como haz señalado desde el principio, este es tu hogar de toda la vida y comprendo que los jóvenes a cierto punto tienen que dejar sus hogares para crecer. — traga y añade. — No es necesario que me pidas un plazo, puedes irte cuando quieras siempre y cuando tengas la mayoría de edad la cual es 18 años y nos hagas saber que puedes sostenerte bien económicamente, los niños que no son adoptados y pasan su vida aquí, nos aseguramos de cobijarlos y darles lo más que podamos para que una vez grandes puedan alzar bien sus alas y entrar al ruedo a lo que llamamos vida de adulto.

Frenesí © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora