Narra Rian:
—Por favor Margarita, limpia las mesas de atrás cuando termines. José revisa las reservas con más cautela y cuando vengan famosos hazlos ocupar las mesas de arriba— hablé con prisa, así era un día normal en Miele e Zucchero pero hoy era diferente
—¿Alguna fecha importante señor Rian?— pregunta una de las meseras, Olivia. No hay un solo empleado que no recuerde su nombre
Tomé las bandejas que llevaba y la ayudé a llevarlas a su lugar correspondiente
—Mi familia viene a comer aquí, quiero impresionarlos un poco— sonrío con emoción
—Seguro lo hará señor— dice de manera alegre, pega la vuelta y continúa con su trabajo
—¡Señor, señor!— viene uno de los meseros exaltados hacia mi
—¿Pasa algo?— pregunto al ver su preocupación
—Un hombre muy enojado dice que es la peor comida italiana que ha probado, es periodista me amenazó que escribiría una nota de treinta razones por las que no hay que comer en Miele e Zucchero si no hablaba ya mismo con el dueño—
consumidores groseros había todo el tiempo pero ¿Una nota de treinta razones por las que no hay que comer en Miele e Zucchero? Eso había sido mucho. Me siento realmente ofendido
Le pedí que me guiara hasta la mesa y una vez de espaldas a esta me aseguré de pronunciar muy fuerte mis siguientes palabras: "—Alexander muéstrame el inepto que cree poder insultar nuestro restaurante—"
—¿Así tratas a tus clientes?— se pone de pie y cuando se da la vuelta puedo ver finalmente de quien se trataba
—¡Fabrizio!— nos fundimos en un abrazo fuerte, la gente probablemente nos estaba mirando raro
Fabrizio mi amigo de toda la vida, mi compañero de aventuras con quien jugaba fútbol y estaba en esos años que duré en prisión estaba frente a mi después de tanto tiempo, no podía sentirme más feliz
—¿Qué haces aquí?—
—Tu madre me pidió que viniera con ellas, posiblemente me quede un largo rato. Sabes que me gusta estar aquí...— hace una pausa — y hay tantas chicas que ¡O por dios podría morir, las quiero todas!— exagera como de costumbre cuando se trata de mujeres, eran su debilidad y ciertamente no sé como lograba hacer para que tantas chicas se fijaran en él. Años de práctica supongo o tal vez el hecho de que mi amigo era exageradamente alto, una mandíbula marcada, ojos extremadamente negros, igual que su cabello rizado. Todo un galán
—Nunca cambias Fabrizio, es hora de que consigas una novia de verdad— nos acomodamos en la mesa donde estaba sentado
—Todavía hay un poco por explorar— ríe e ignora mis palabras —por cierto ¿Y Annie?—
—Oye, no quiero que actúes como que te he contado sobre ella, cuando te la presente haz de cuenta como que si es la primera vez que escuchas su nombre— hablo seriamente, no quería ser demasiado cursi para ella
—Entiendo Rian. Por cierto, lindo lugar— cambia de tema buscando evadirme
El mismo mesero que me había llevado con Fabrizio estaba nuevamente frente a nosotros.
—Señor, su familia acaba de llegar— no pude evitar sentirme un poco nervioso, quería que les gustara este lugar y que todo marchara a la perfección. Quería realmente impresionar a las chicas que amo.
Nos pasamos a una mesa más grande y a una mejor vista, Lia y Emma se sentaron junto a Fabrizio que siempre las hacía reír con sus ocurrencias y yo me senté en medio de Antonella y Alessia.
—Papá, llámame papá— se escucha como Fabrizio obliga a Emma a llamarlo así
—Ni lo sueñes— niego rotundamente
—Tenía que intentarlo— se encoge de hombros con una mirada inocente
—Señor lo buscan— vuelve a aparecer nuevamente el mesero. Por una vez que estoy en paz con mi familia
¿Quien rayos se atrevía a interrumpir? ¿Cree que tengo el lujo de reunirme con mi familia todos los días o qué? Ansiaba ver quien era el interruptor de comidas familiares
—Hola Rian, sé que es raro verme por aquí pero realmente necesito hablar contigo— una amiga de mi novia sí que era algo inusual
—¿Pasa algo con Annie?— pregunté porque lo primero que vino a mi mente fueron montón de cosas malas
—No tiene nada que ver con Annie, se trata de mi, estoy muy apenada con esto— ni siquiera levanta la mirada del piso y yo solo quiero que termine su parla para volver a mi mesa
—Puedes decírmelo—
—Bueno es que, verá... me urge un trabajo, realmente lo necesito, esta era la última de mis opciones pero no me ha quedado de otra—
—Veré si hay alguna vacante, no te prometo nada pero intentaré— ella sonríe esperanzada
—Está bien, muchas gracias Rian—
—Eres amiga de Annie, no hay nada que agradecer—
—Otra cosa... no quiero que Annie se entere por favor—
—No lo sé Anisha— dudo —a ella no le gusta que le oculte cosas—
—Por favor, no le cuentes, me sentiría muy apenada— por una vez levantó la mirada esperando mi respuesta
Asiento vagamente con la cabeza, nunca había hablado a solas con Anisha, de hecho me parecía algo tonta por eso la evitaba constantemente.
Nos despedimos sin llegar a ningún acuerdo en concreto, le dije que mi asistente la llamaría en caso de que se desocupara un puesto y muy conforme se marchó
Volví a mi mesa.
—¿Quién era?— pregunta mamá
—Una chica buscando trabajo— respondí. Observé que mientras no estaba habían servido la comida, los platos estaban algo fríos y decidieron esperar por mi. Todos excepto Lia y Emma que estaban comiendo como si no hubiera un mañana
Las miré con los ojos entrecerrados y ellas rápidamente supieron por qué
—Lo siento tío, teníamos mucha hambre— ríe Lia
—Si que tenían, ¿Sabes cuántos platos han comido mientras no estabas?— Alessia las mira desafiante sabiendo que las gemelas odian que digan cuanto pueden comer ¡y con lo flaquitas que están!
—¡Mamá!— exclamó rápidamente Emma
—Las gemelas solo comieron una lechuga mientras no estaba— las defiende mamá, como siempre
—Si quieres llamarlo "una lechuga" está bien Antonella, está bien— eleva las vejas Fabrizio negando dramáticamente
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