3『Sé que tienes una amante, Shisui』

161 18 28
                                    

RESUMEN:
Sé que tienes una amante, Shisui. Pero te advierto algo, si a alguien le va a doler la infidelidad no va a ser a mí.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

POV Itachi

A veces me pregunto si te interesa mi dolor. Si realmente piensas en mí cuando haces las cosas que te gustan –como coger con otros– y cuando me haces infeliz.

El matrimonio que me prometiste no ha llegado.

La mascota que perdimos no volvió.

La cocina sigue vacía.

La pesadez en mi alma sigue igual o más latente.

Dices amarme, pero no lo demuestras.

Conozco a tu amante, hace días contactó conmigo porque está embarazada; ahora entiendo por qué nada de lo que me prometiste lo has cumplido. En serio pensé que tú no eras así; juraste con tu vida que no me engañarías. Y yo apagué la mía en consecuencia.

"Puedes estar seguro de una cosa, Itachi. Yo jamás te traicionaré", patrañas.

Mentiras crédulas que salen de tus labios como astillas que se atascan en mi corazón; todo fue una mentira para cogerme, para tenerme, para atraparme, porque sabías que yo estaba a nada de irme para siempre de tu vida y continuar con la mía, porque tú ya no eras ella.

Ya no éramos la pareja perfecta que todos creían que serían eternos, pero lo fingíamos.

Aquella tarde de otoño no llegaste al departamento que compartíamos, llevábamos tiempo siendo algo más parecido a un par de roomies que tienen sexo casual y se dan besos furtivos. No contestabas mis mensajes y mis llamadas iban directamente al buzón de voz. Te desapareciste por completo, nadie sabía de ti; ya habías marcado tu salida del trabajo y no estabas en casa, tampoco tuviste una visita familiar porque yo fui personalmente a casa de tus padres a buscarte, tampoco estabas ahí. Obito no sabía de ti, Kakashi no sabía de ti, Anko no sabía de ti, e Izumi fue la única que me dijo que creyó haberte visto con alguna chica en el bar donde trabaja.

Fui a tu casa a decirle a Kagami sobre el bastardo que crió. A alguien tenía que gritarle mis penas, externar mi coraje, sacar todo eso que me pesaba encima.

Kagami me ofreció un té y me di cuenta de dónde salieron tus buenos modales –evadiendo el hecho de que me engañabas–; me ofreció su oído para escuchar y entendí de dónde habías sacado tanta maestría para poner atención; y me ofreció el consuelo que necesitaba porque a él tu madre también lo engañó, y entonces entendí de dónde lo aprendiste.

Ese día decidí no decirte nada, las mentiras que tegías caerían solas por su propio peso, o por la culpa que sentías, después de todo tenías a una mujer embarazada de tu hijo bastardo. Era la hora de que te volvieras hombre y te hicieras cargo de tus acciones por primera vez, sin mi ayuda.

No me importó que el dinero fuera desapareciendo. No me molestó que cada día tuvieras más "horas extras" que no tenían la remuneración correspondiente. Mucho menos me importó que hayas dejado de darme un beso en las mañanas antes de irte a trabajar. Yo todos los días salía a comer con alguien que me daba esos besos que tú me negabas; te preguntaba sobre nuestros planes a la noche para poder escaparme un rato con él; me aseguraba de tener el teléfono encendido para atender tus llamadas, siempre estaba en casa de papá.

Pero en vez de seguir con la doble vida que tenías, un día sin presentes decidiste confrontarme porque creías que yo tenía un amante. Alguien te dijo que me vio por ahí con otro que no eras tú...

Me sacaste en cara las cosas malas que había hecho. Que dejé de quererte y atenderte como novio y amante, que me alejé emocionalmente y tú buscaste consuelo en una vagina.

Fue ahí donde no pude aguantar tu falta de criterio, tu manera tan socarrona de decirme las cosas sin una pizca de vergüenza y tomé el valor de confesarme. Lo que te iba a decir marcaría un antes y un después en nuestra relación.

Pero te lo advierto, Shisui, a ti te va a doler más que a mí...

.
.
.

Porque me tiré a Kagami.

¿Y te digo algo más? Hay cosas que uno no le puede aprender a los padres. Hay cosas que ni le aprendiste ni le sacaste a él.

Y no conforme con eso, me enamoré.

Historias cortas, lágrimas amargasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora