Capítulo tres: Vísperas para un desastre

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— Es hora del baño, Taña — Elena levantó a la bebé que apenas se había despertado, miro como la pequeña se estiraba pasivamente — dormir y dormir, solo eso haces

«Soy un bebé, no un cachorro»

— Elena, cuando acabe el baño de la princesa Tatiana, llevala al estudio de la Emperatriz —

— Si, lady Rimma —

Desde que su madre le empezó a llamar Taña, todo el mundo la imito. Tatiana, ese era su nuevo nombre. Claro, Cosette no se sintió para nada satisfecha, no era cómodo tener que ser llamada de diferente forma sabiendo quien eres de verdad. Aquí la conocían como la hija de dos monarcas, una princesa, pero no era nada de eso, ella era Cosette, hija de una famosa bailarina con la familia más grande de Rusia, no una princesa en cuna de oro.

— Seguro que ya debes estar impaciente por ver a mamá ¿No es así? — Elena, incapaz de contener sus impulsos, abrazo a la pequeña Taña, como si de un peluche se tratara — ¡Eres tan linda, Tatiana!

Los arrebatos de amor eran muy comunes en el palacio, muchas mucamas se acercaban a la cuna de Cosette solo para apreciar cómo duerme o tocar sus regordetas mejillas, ya que según sus cuchicheos "La princesa Tatiana era muy adorable". Cosette se sentía miserable y se comparaba con un fenómeno de circo, que atraía la atención de cualquier ingenuo transeúnte. En aquel palacio no existía la privacidad.

Pero lejos de esas incómodas muestras de afecto, la verdad era que Cosette estaba más que emocionada, después de largas y aburridas semanas echada solo en su cuna haría algo interesante hoy.

El baño fue rápido, incómodo pero rápido. La buena noticia era que al fin, después de casi un mes encerrada en aquella habitación, saldría a un cuarto distinto y si tenía suerte tal vez podría salir al jardín. Cosette nunca imaginó que su ambición más grande sería dar una vuelta por el patio, cayó muy bajo. Pero quien no llegaría a ese punto estando encerrada en un cuarto, sin poder moverte por voluntad propia y estando atada a que otros te atiendan, ¡Dios, no! ser un bebé es horrible.

Y ahora, como siempre, un conjunto de ropa distinto, el color de la semana era amarillo, de seguro se veía como un girasol gigante. En verdad, Elena en la vida moderna sería una diseñadora de ropa ¿Será que ella confecciona su propia ropa?

Cosette fue levantada de su cuna nuevamente, Elena tenía una gran sonrisa en la cara y canturreaba animadamente mientras se dirigían a la puerta, ya era hora, es el momento, lo que existe al otro lado del cuarto es...

«¡¿Otro cuarto!?»

Cosette se sentía estafada, un cuarto tenía otro cuarto dentro de un cuarto más grande ¡¿Cuál era la necesidad?!

— Que pasa, Taña — Elena se detuvo a mitad del camino, la pequeña princesa se movió de forma rara, parecía incómoda — ¿Necesita otro cambio de pañal?

«¿Qué? ¡No! »

Elena dio media vuelta, entrando en la habitación de la emperatriz y se fue directo a cambiar a Cosette, otra vez.

Como mal día que era, Cosette no solo tuvo dos cambios de ropa seguidos, sino que con el tiempo que perdió Elena vistiéndola con otro conjunto, su madre ya había llegado a la habitación, es decir, no solo no pudo salir del cuarto donde habitaba sino que ya no existía excusa para si quiera salir. ¡Perdió su oportunidad de salir!

— ¿Pero qué tienes Taña? — La emperatriz tomó en brazos a su bebé meciéndola para que se calmara. Tatiana lloraba de frustración, no era justo que un bebé se quedará todos los días encerrado en su cuarto — Debes tener hambre, ¿no?

¡Vuela mariposa! ¡Vuela!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora