Capitulo ocho "Los vestigios del infortunio no son lo único que nos rodea"

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Cosette no tenía dudas, aquella fue su peor experiencia, aún tenía el cabello suspendido por el susto y la piel de gallina seguía presente en cada parte de su cuerpo, el miedo era tan latente que no podía soltar el uniforme de Felix, ni aun cuando él trataba de pasarle a los brazos de Sonia, no, Cosette no volvería a caer en tentativas de muerte.

—¿Qué sucedió? — Sonia tenía una bebé muy inquieta que temblaba a cada arrullo que le proporcionaban — Está muy asustada

Felix se quedó en silencio, por la mañana, cuando visitó a Sonia antes de la reunión con el Emperador aseguro que todo iría bien pero los resultados de ahora no eran muy favorecedores que digamos. Si salía vivo de las garras de Sonia correría a darle clases de manejo de bebés al Emperador.

Sonia tardó un considerable tiempo en calmar a Cosette, y una vez que la beba dejó de aferrarse a sus ropas pudo ceder la autoría a su amiga. Elena no dudó ningún segundo y con solo tomar en brazos a la pequeña Taña prosiguió a irse a la habitación real. Mientras dejaba atrás a un nervioso caballero escarlata.

Elena estaba aliviada de no tener que presenciar la charla entre primos, aunque aún tenía curiosidad de las actividades vividas en el paseo de la princesa, que por el rostro asustado que aún conservaba su pequeña niña estaba más que seguro que algo malo sucedió.

— Mi pobre Taña, esa mirada fría de seguro te asustó ¿Verdad?

Cosette miró fijamente a Elena, entrecerró los ojos y se apegó a sus ropas, una clara señal de que tenía mucho miedo. Y Elena no lo dudo más, soltó un suspiro de enfado y en su cabeza inició una pelea interna, mientras abrazaba a su pequeña princesa que de seguro no creyó de que ese hombre malo y sin sentimientos poseía el corazón de su alegre madre.

«Casi muero »

Cuando eres pequeño y alguien te eleva lejos del piso sientes una sensación de vértigo, pero desaparece muy rápido, pues la emoción de estar en los aires es más fuerte. Cosette conocía de primera mano dicho sentimiento, en su carrera de bailarina fue muy habitual que su coprotagonista realizará dichas acciones, era la magia del espectáculo, tener que verse como una pluma delgada que salta y cae de puntas con suma delicadeza, cada movimiento se encontraba calculado. Pero cuando eres un bebé dichos actos son al azar, te levantan en cualquier momento, pasas de mano a mano, los agarres son distintos, unos más cómodos que otros y lo único que no esperas es que uno de esos brazos no sea seguro.

— Ya llegamos, hmmp — Elena se acercó a la cuna de Cosette, acomodo mejor las pequeñas almohadas que tenía y la dejó echada bien envuelta

Y una vez que Cosette sintió el suave colchón en la espalda, todo su cuerpecito se rindió y se dejo caer en la seguridad del objeto inmovil, apretó con toda su fuerza las sábanas que tenía por debajo y suspiro, el sentimiento de preocupación no era para ella.

En el momento en el que Cosette se sentía más relajada, Elena llamó su atención con un toque en la regordeta mejilla de la bebé.

— No te preocupes, Su Majestad vendrá pronto

Aquella frase en vez de darle un aliento de alivio congeló los nervios de Cosette, ya no confiaba en nada, los títulos de honor eran raros y poco específicos, nunca más saldría de su cuna, no, no.

Elena solo sonrió ante la respuesta de la pequeña niña, era normal que después de una mala experiencia tuviera ese tipo de comportamientos, pero no quitaba el peso de los actos de Su Majestad Claude.

Pasaron unas horas y Cosette se encontraba sumamente aburrida, los paseos por la tarde eran su única salida y distracción, ahora por culpa de un hombre malvado ya no los disfrutaría más.

¡Vuela mariposa! ¡Vuela!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora