Ya Me Voy...

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          Camino para no estar siempre acompañada de la soledad, sino para recibir con gratitud la tranqulidad. Cada día fui apreciando más la naturaleza, por el cual sí pude sentirme perdida con todo aquel paraíso. Mis ojos todavía se mantienen fijos en un lago cristalino, el cual aparecen pequeños diamantes guíados por el reflejo de la ardiente luz del sol. De pronto imaginé mi cuerpo tan devastador ante esa réplica, me acaricié los labios y sentí por primera vez como se marchitaban con el roce de unas lágrimas calientes y puras, en un instante cerré mis malditos ojos y me abrazó el viento con tal enojo pero, solamente respiré y pensé en que ya llegaba la hora.

      No me quedaba nada solo la vejez que estaba atrapada en mi vida, que era la de una mujer pobre, viuda y arrepentida.

Hola lectoras y lectores les dejo otros de mis escritos.

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Besos de Didi

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