Capítulo 2.

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Si algo odiaba Visión, era tener que ir al pueblo para abastecerse de provisiones.

No sé adentraba demasiado al pueblo, de hecho, las compras las hacia casi a la entrada, dónde un señor bastante amable, le daba todo a un precio bastante módico.

—¿Todo bien por casa? Luces terrible.

—No he podido dormir bien. —Visión tomo todas las verduras, pan y otras pocas cosas que había adquirido y una a una fue llevándolas hasta la pequeña carreta junto a su caballo.

El camino a casa era largo y para distraerse, comenzó a idearse un plan, para irse a otro reino dónde pudiera comenzar de nuevo. Ahora tenía el dinero y no veía porqué quedarse.

Claramente todo se le vino abajo, cuando vio a varios de los guardias reales apostados fuera de su casa.

—Bue...

—¿Es usted Sir Visión? —exclamó el hombre sobre uno de los caballos.

—Sí, soy yo.

—El Rey solicita su asistencia obligatoria, en el torneo que se realizará el próximo sábado.

—¿Torneo? ¿Otro? Lo siento mucho, pero no puedo.

—Es una orden del Rey, de no presentarse, sufrirá las consecuencias, por desacato a la palabra de su majestad.

—Muchas gracias.

Todos los hombres se marcharon, dejándolo con otro deje de nervios aún mayor.

—Seguro seré la carnada de una manada de perros hambrientos.

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Por la mañana del sábado, Visión ya se encontraba a la espera de las indicaciones que le darían, todo el mundo se movía de aquí para allá y nadie parecía notar su presencia.

—¡Sir visión! Qué bueno que aceptó mi invitación.

¿Invitación? Pero si lo había obligado a venir.

—Buenos días, majestad.

—Hoy mi hija está celebrando un año más de vida y me pidió que le organizara un torneo, donde usted será el principal luchador.

—¿Disculpe?

—Ah, ah... No se preocupe, solamente serán cinco combates. Y también quería hacerle otra propuesta. —Visión lo miró— Mi hija debe viajar a conocer al príncipe Kurt Wagner, como sabrá eso queda a dos días de aquí y Sir Simon Williams no aceptó volver a ser el caballero protector de mi hija, por eso le pido a usted esto.

Magnus era un rey bastante raro, parecía amable e ingenuo, no tenía malicia y lo único en lo que pensaba era en beber vino y comer siempre que podía.

—No me siento cómodo con la situación.

—La corona le otorgará un pago por el servicio.

—Está bien. Cumpliré con mi deber hacia la corona y, por consiguiente, hacia la princesa Wanda.

—¡Espléndido! Ahora vaya, de una vuelta y lo espero por la tarde en la arena del torneo.

El rey se marchó con un extraño baile y Visión se quedó de pie en mitad de un salón enorme.

La idea de sentarse a esperar en mitad de uno de los jardines no le pareció mala idea, por lo que para allá se dirigió, el mismo jardín donde había visto por última vez a Wanda.

Sir Vision, nice to meet you. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora