7 [Bad Ending]

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Narrador.

Mauro y Tiago seguían abrazándose, el morocho de sentía impotente, débil entre los brazos del castaño, llorando a mares, sólo porque lo necesitaba allí, junto a él, cercano, en casa, con sus amigos, haciendo estupideces, grabando cosas o haciendo la nada misma, simplemente disfrutar de su compañía.

Mauro pensaba a mil por hora en esos largos segundos mientras se abrazaban, no porque quisiera, sino porque tenía que hacerlo así. Si no pensaba rápido, sería una frustración. En cambio, pensar rápido no le daba con el tiempo que necesitaba para pensar en toda esa situación que se estaba desarrollando.

Primero pensó en las posibilidades de volver con el menor. Habían pasado más de dos años, había visto cómo la gente dejaba de hablar del tema, y cómo los verdaderos fans se quedaron a apoyarlos, incluso había visto posts lamentando el fin de su relación en su momento e incluso por esos días. Sin embargo siempre había ese grupo que volvía a tomar el tema y comentaba cosas desagradables, haciendo que al mayor solo le dieran ganas de llorar o gritar. Descargar su furia y la impotencia que por un par de años se había contenido.

Luego, pensó en qué tanto pasaba si volvía realmente con él, siendo que él ya no era tan conocido, siendo que Tiago no tenía tanta fama por sus pocas motivaciones, ganas, poca imaginación, su manager y amigos trataban de ayudarlo, pero ellos ya sabían que era un caso perdido, y prácticamente estaba perdiendo su carrera lentamente. No podía dar un impacto tan fuerte el que su relación volviera a la luz, a renacer, o quizá eso quería pensar.

Y, al final de sus pensamientos, luego de todo lo anteriormente mencionado, siendo pensado por Mauro en menos de 2 minutos, su mente, su corazón, su cuerpo, todo él, rechazó la gran oferta. La gran lotería. El billete de oro.
Monzón se negó completamente en volver con Pacheco, a esa relación que sabía que le hacía tan bien, que lo hacía sentir tan seguro, tan tranquilo, tan él, tan suave, tan fuerte. Todo a la vez.

Monzón, una vez más, la cago, ¿para qué mentir? Él también lo sabía y lo admitía.
Y con dolor en el corazón, en su pecho, con un horrible ardor en su garganta, en su cuerpo, en su mente, en todo él, se alejó de su enamorado.

"¿Mauro...?"

La voz temblorosa y con miedo, con nostalgia, con, más que tristeza, con inquietud, con algo indescriptible en ella, esa voz, la de Tiago, se hizo escuchar tan pronto sintió que el abrazo se deshacía, tan pronto veía cómo se alejaba, cómo se marchaba, cómo sentía que lo perdía, otra vez.

"Mauro, pará.. Por favor..."

Entre sollozos, entre mares en sus mejillas, entre temblores, entre todo, el morocho no pudo acercarse a su contrario para atraparlo nuevamente, para detenerlo de su horrible destino.

Lo vio alejarse, alejarse de él, de su felicidad eterna, de las noches en las que se podrían haber besado, o llorado juntos, o gritado, o cantando los dos, lo vio alejarse de su mundo único y perfecto para él. Vio alejar a su final de cuento de hadas madrinas y una bruja que se desaparecía como si nada.

Sus pies se plantaron en el piso, sus rodillas lo engañaron sin poder siquiera saltar, ambas piernas temblando como si tuviera hipotermia, y entre sus borrosos ojos, vio a Mauro intentar cruzar la calle, mirando a ambos lados, pero parando antes de otro paso.

Eclipse || litiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora