II

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Llegamos a la casa y entramos. La senté en un sillón de la sala que estaba cerca de la puerta.

- Esta casa es muy grande como para que vivas solo - dijo ella mirándome de reojo.

- Si, lo es - dije sin ganas.

La dejé en la sala y fui por el botiquín de primeros auxilios que estaba en la cocina. Volví con el botiquín en mano, me agache en frente de ella colocando el botiquín en el suelo, observe la herida y vi que aún brotaba sangre de ella. Me coloque los guantes de látex y saque agua oxigenada junto con un algodón para limpiar la herida.

- Respira profundo - le dije sin mirarla.

Escuché su inhalación y comencé a limpiarla. Se quejaba por ratos, pero luego solo se escuchó su respiración saliendo por la nariz y boca, haciendo grandes jaladas ya que el dolor era fuerte. Termine de limpiar y le coloque un parche especial para que se mantuviera sana la herida y libre de infecciones, la revende con una venda y la deje. Me coloque de pie, puse en un recipiente lo ya usado así para tirarlo a la basura y lo demás lo guarde en el botiquín. Lo fui a dejar a la cocina nuevamente y regresé con agua para la señorita.

- No gracias - dijo ella, devolviendome el agua.

- De acuerdo - dije, tranquilo. Controlando mi enojo al ver que no lo acepto.

¿Pues qué le pasaba a ella?, ¡la traje a casa, la sane y ni gracias me dice! mucho menos me acepta el agua.

No le di ninguna mirada después de eso. 

LorelayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora