Mientras viajaba en la parte trasera de nuestro jeep, miraba por la ventana y jugaba con el cable de los auriculares del IPhone, estaba de fondo la canción "On my Way" de Francis White, la típica canción que te pones los días de lluvia para mirar por la ventana. Es una canción muy bonita, pero no era ni el momento ni el lugar. Era un día bastante soleado y los rayos de sol brillaban con gran intensidad, de vez en cuando alguno se colaba por el hueco de la ventana y daba esa sensación que tanto me gusta, la del verano. Cada julio, mi familia y yo hacemos un viaje de casi 5 horas de viaje, desde el lugar donde vivimos a la parte más bonita del mundo, La Costa Brava. Llevamos veraneando en aquel lugar desde que nací prácticamente, exactamente lo hacemos en un pueblecito costero llamado Begur.
--Val, estamos entrando al pueblo y tu padre quiere que vayas a comprar-- Mi madre fue ignorada un par de veces hasta que me dí cuenta de que me estaba hablando y me quité los auriculares.
--No puedo, he quedado en ir a la playa con Frida y Gigi --Repliqué. El sonoro suspiro que vino en respuesta se había convertido en algo tan rutinario que ni siquiera me sorprendió.
Mi madre insistió en que le hiciese caso un par de veces más después de ese suspiro, pero era de esperar que al final se cansaría y me dejaría ir con mis amigas a la playa. Frida y Gigi son dos de mis amigas de la playa, prácticamente llevan casi el mismo tiempo que yo veraneando en Begur y siempre hemos ido juntas. Después están Ro y Briana, las conocimos mucho más tarde, pero a lo largo de los años se han convertido en dos personas muy especiales. Las 4 viven en una ciudad diferente a la mía, por lo que durante el año, quedan y hacen planes juntas. Las cinco vivimos en una zona residencial con una cala privada, son un conjunto de chalets blancos con varias alturas y grandes ventanales en los que se puede apreciar el horizonte del mar y en los que entra una cantidad de luz solar increíble .Cuando llegamos a nuestra casa, las puertas del garaje se abrieron y entramos en una amplia zona ajardinada con una fuente en el medio del jardín, justo al lado, mi padre aparcó el coche y descargamos las maletas que había en el interior.
--¡Madre mía! -- Escuché una voz bastante grave que provenía de la puerta exterior. Se trataba de Frida, había estado pendiente desde el primer momento en el que había entrado con el coche a la zona de los chalets
--Dioooos Valeria Noboa, cada año estás más guapa y más morena-- Frida vino corriendo hasta la parte en la que estaba yo y se abalanzó sobre mí dando un fuerte abrazo que casi me deja sin respiración.
--Joder Frida, tenia muchas ganas de volver, el año pasado fue inolvidable.
--Este todavía más, ya verás. Además tu chico surfero ya está por aquí y tiene muchas muchas ganas de verte.--Me dijo con un especial entusiasmo.
--¿Alex ya está aquí? No me ha dicho nada, pensaba que aún estaría de erasmus en Polonia.
Como era de esperar, cada año tengo un pequeño romance con mi amigo de la infancia, Alex, cada año todas nuestras amigas ligaban con alguien excepto nosotros y por circunstancias de la vida acabamos liándonos, pero algo me decía que este año no iba a ser lo mismo, la última vez me había pasado de mi y no contestaba ni a mis mensajes.
--Olvídate de él ahora mismo tía, deja las maletas, cámbiate y vamos a la playa, todas te estamos esperando.--Me dijo Frida que ya iba con su bañador.
Que Frida me dijese que Alex estaba aquí y que pasaba de mis mensajes me hizo pensar muchas cosas, al final pasa siempre un año hasta que volvemos a vernos y las cosas durante el invierno cambian, pero nunca había estado tan distante y eso era algo que me fastidiaba de verdad.
¿Vas a ignorarme todo el verano?
Le envié un mensaje sin pensárselo dos veces, deje el teléfono en la mesilla de la entrada y me dirigí a mis maletas, cogí la mía y la arrastre hasta las escalera de caracol que se encontraban justo en el centro del salón. Eran unas escaleras que subían hasta 3 pisos, los escalones eran de madera, esa que crujía cada vez que avanzabas. Deslizaba mis suaves manos por la barandilla de las escaleras, el mármol estaba frío y me gustaba esa sensación. Cuando llegué a mi habitación atravesé la puerta y eche la maleta sobre la cama de matrimonio que se encontraba justo en un lado del dormitorio. Todo estaba tal y como lo dejé la última vez. Cogí un bikini verde pistacho y un pareo para dirigirme hacía la playa. Antes de salir por la puerta me paré y eche la vista atrás, miré por el gran ventanal de mi habitación, el sol brillaba y el azul del cielo se fundía con el del mar. Bajé las escaleras y cogí mi móvil de donde lo había dejado, antes de salir por la puerta el móvil vibró, era Alex.
-Tenemos que hablar
En ese instante mi corazón se detuvo.
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Lo que nuestros ojos callaron
Fiksi RemajaValeria y Néstor, dos personas totalmente desconocidas unidas donde el miedo pierde su significado, donde la vida es lo más valioso, donde todo está donde tú quieres que esté. Un amor de verano que marcará un antes y un después. Miedo, incertidumbre...