Al encontrarse en el pasillo desierto, Matías detiene a Leyla del brazo. La congoja que atormentaba su ser comenzaba a crecer al presentir que todo acabaría allí, sin segundas oportunidades; y más se incrementó cuando la castaña se soltó bruscamente del agarre con sus ojos puestos en él, mirándolo con desprecio.
-Déjame explicarte lo que viste, ella...
-Ahórratelo. No me interesa nada de lo que salga de tu boca, sólo aléjate de mí ¿oíste?-sus palabras le dolían bastante, eran como dagas en el corazón.
-Escúchame, por favor. Sé que te lastimó lo que presenciaste, pero tienes que saber que el beso no significó nada para mí, en cambio tú sí...
-¡Ni se te ocurra terminar esa frase! Sabía que no debía ilusionarme contigo, sabía que sólo te burlarías de mí...¡seguro fui tu estúpido juego! Con esto me doy cuenta que enamorarte en la vida real sólo duele y que no es como en los libros, gracias por enseñarme eso-. Le da una sonrisa falsa y se da la vuelta, retirándose decepcionada.
Matías clama su nombre pero no obtiene respuesta alguna, quedándose con la imagen de sus mejillas mojadas por las lágrimas y el sonido de unos sollozos martillando por todo el lugar.
Él regresa a la biblioteca triste, deseando retroceder el tiempo atrás y así poder separarse de aquel beso que arruinó cualquier chance de estar con Leyla, se reprochaba por haber sido tan idiota con ella. Ahora ella estaba furiosa con él y con razón, y muy en el fondo de su interior sospechaba que ya no regresaría, que se iría a otra biblioteca perdiéndola definitivamente.
-Mati...
Esa voz. Alza la vista y se topa con Luciana, la culpable de que su primera cita con la chica que le gusta se haya arruinado, que su futura relación con ella se haya terminado sin siquiera haber empezado.
-¿Por qué lo hiciste?-su tono de voz era frío, algo que sorprendió e hizo sentir mal a la rubia.
-P-porque me gustas, ya te lo dije. Esas notas...
-¡Esas notas no eran para vos, maldita sea! -explotó-. ¡Entiéndelo de una puta vez, no me gustas ni nunca lo harás!
Los ojos de Luciana se volvieron vidriosos al escucharlo hablar, Matías la observaba con enojo y con mirada fulminante, cosa que hizo sentir aun peor a ella.
La rubia pensó que Matías sentía lo mismo por las sonrisas que le regalaba o por sus conductas encantadoras hacia su persona. No pensó ni por un segundo que la L presente al inicio de cada nota y ésta guardada dentro de su libro favorito -que él conocía ese dato-fuera dedicado a otra persona.
Se recriminó a sí misma por haber sido tan tonta, así que sólo se limitó mirar con arrepentimiento en sus ojos a su mejor amigo -si es que lo seguía siendo- y asintió, dejándolo solo en la biblioteca y sintiendo su corazón hecho añicos.
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La Biblioteca del Amor
Short StoryMatías es un veinteañero que trabaja en la biblioteca de la universidad local. Leyla es una estudiante de la misma universidad y una aficionada a la lectura. Él sólo realizaba su trabajo. Ella sólo leía un libro. No buscaban tropezarse en la vida d...