9._Mundos

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Era una mañana soleada, pero poca gente andaba en las calles y a la librería no entraba nadie. Mary llevaba una libreta consigo a todas partes. A veces escribía en ella. En otras oportunidades dibujaba, en ese momento estaba dibujando la letra D de una forma muy elaborada, mientras tarareaba una canción. No tenía ningún pensamiento particular en ese momento. Solo dibujaba la letra D y canturreaba. Era tan agradable la situación que casi mata con la mirada al hombre que entró cargando una cesta con flores.

-¿La señorita Mary?- le preguntó el sujeto que además llevaba un recibo en la mano.

-Sí- le contestó la mujer arqueando una ceja.

-Esto es para usted, firme aquí por favor- le dijo el hombre al dejar las flores sobre el mesón.

Mary firmó y el hombre saco algo del morral que llevaba. Eran unos cuadernos y dos bolígrafos. No tuvo que leer la tarjeta para saber quién se lo envío. Mary se quedó viendo el ramo, analizando de que estaba compuesto y se sonrió tras consultar algunas dudas en Google. Las Amarilis rojas, lilas y magnolias quedaron bajo el único has de luz que entraba en aquel sombrío lugar. Eran las once de la mañana de un día jueves. No iba a llamarlo a esa hora. Un mensaje era mucho más discreto y optó por eso. Mary prefería las flores sobre el suelo, pero esas le arrancaron una genuina sonrisa.

-Hace mucho nadie me daba flores- le dijo Mary, unos días después, cuando se reunieron en un café del bulevar.

-¿No? Bueno es algo menos habitual cada día, a menos que sea un día especial. Casi es anticuado enviarlas sólo para halagadar. Me alegro de que te gustaran- le dijo Dai mientras ponía dos cubos de azúcar en la blanca taza de té.

Mary guardo silencio y discretamente miró el interior de su bolso. Tenía algo que había comprado ahí, pero no se animaba a dárselo.

-¿Qué sucede?- le preguntó Dai repentinamente.

-Nada- exclamó Mary, con rapidez, pero no lo convenció.

-Queria hablarte de un evento del club dentro de unos días- comenzó a contarle Dai.

Muchas personas esperarían de alguien como Mary, mayor seguridad en el campo amoroso, pero era la persona más torpe de la Tierra o eso pensaba ella. Y no sólo en lo romántico. Le pasaba igual con sus amigos. Algunos le decían que tenía miedo del rechazo o el desprecio a sus escuetos gestos de afecto. Mary nunca reflexionaba al respecto. Quizá porque conocía la respuesta y prefería ignorarla. No estaba segura. Al final sus muestras de cariño e interés terminaban siendo acciones sencillas y arrojar sus presentes como cosas sin importancia.

-Ten- le dijo cuando se levantaron de la mesa para retirarse.

No agregó ninguna otra palabra,
ni se quedó a recibir un gracias. Le dió el objeto y se marchó. Era muy extraño para ella querer tener detalles de esa naturaleza. Extraño e inquietante. Por suerte para Mary, Dai pese a su forma de ser, se manejaba mucho mejor en ese campo y comprendió lo que ese sencillo presente significaba, en más de un aspecto. No le desagradaba el rumbo que iban tomando las cosas, sin embargo, guardaba varias reservas respecto al tema.

La gente que conocía a Mary sabía que si había algo de lo que nunca hablaba era de su vida amorosa. Muy rara vez soltaba un comentario respecto si estaba saliendo con alguien o si al menos había una persona que le interesará. La razón es que para ella las relaciones de esa naturaleza, eran cosa de dos nada más. Nadie tenía porque opinar o involucrarse. Sin embargo, en ocasiones, si lo consideraba propicio podía llegar a dejar todo muy claro para lo demás. Aquella tarde, su amiga Ann la invitó a salir para que conociera un amigo suyo, pero Mary se negó de forma bastante tajante, aquello exaltó la perspicacia de su amiga que concluyó que ella estaba saliendo con alguien.

El amor es aburrido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora