Capítulo 2

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Entré a la habitación de Christian y lo vi dormido en su cama, ojalá fuera así de callado siempre

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Entré a la habitación de Christian y lo vi dormido en su cama, ojalá fuera así de callado siempre. Tenía que hablar con él así que tomé su bocina, conecté mi móvil, busque la canción más ruidosa y la puse a todo volumen.

Christian se levantó sobresaltado con los ojos totalmente abiertos tratando de orientarse hasta que me encontró sentada en su escritorio. Entrecerró los ojos mirándome como si tratara de hacerme desaparecer. Le baje el volumen a la bocina dejándola en su lugar.

- ¿Que está mal contigo? - dijo incorporándose en la cama y peinando su cabello que parecía un nido de pájaros. El cabello de Christian tenia vida propia.

-Buenos días príncipe durmiente- sonreí con ternura- y respondiendo a tu pregunta, muchas cosas, pero, solo quería levantarte.

-Y no creíste que era mejor removerme o decir mi nombre-cuestionó.

-Mmm...no, porque no te ibas a levantar y necesito hablar contigo. -me levanté y me senté junto a él en su cama- Te huele feo la boca, enjuágate y hablamos- dije mientras lo empujaba.

De mala gana se levantó y se fue al cuarto de baño que quedaba a unos metros de su habitación. A solas me dedique a ver mi entorno, ya me era muy familiar estar en este lugar, pero era el único lugar en el que me sentía como yo, el olor, los colores y Christian más que todo me hacen sentir que puedo ser yo y que nadie me juzgará, lástima que eso solo pasaba entre estas cuatro paredes.

- ¿Y? ¿De que querías hablar? - dijo sentándose junto a mi nuevamente, tomo mis manos y miro mis uñas, sus manos eran suaves - ¿Te arrancaste las uñas de nuevo, Zahra? - asentí - Tu madre te matará, es cuarta vez que lo haces.

-Es que son horriblemente largas e incomodas, además el diseño estaba horrible. Déjalo, lo que te quería decir es que... quiero que salgamos todo el grupo antes de entrar a clases. - dije haciéndole ojitos para que aceptará.

Últimamente Christian prefería no salir ya que decía que se enamoraba de cada chico que miraba y no quería llegar a casa enojado consigo mismo y quejarse diciendo que no podía ni coquetearles para que nadie se diera cuenta. Así que yo no le insistía mucho, pero después del viaje a México con mi familia y esta exhausta semana necesitaba salir con mis amigos.

Una pequeña sonrisa que parecía más una mueca se asomó.

-Está bien. - lancé un chillido de emoción y lo abracé, el me lo devolvió- Solo porque sé que has pasado una semana horrible. - mi sonrisa se borró y deshice el abrazo- ¿Pasó algo?

-Juzgar a Zahra, crearle más inseguridades a Zahra, culpar a Zahra de todo, ya sabes, lo mismo. - ironicé.

Me atrajo hacia a él y me dio un beso en la cabeza. El me hacía sentir bien.

Pasamos el resto de la tarde viendo películas, comiendo golosinas, hamburguesas y todo lo encontramos en la nevera de la cocina, había olvidado por completo que no había alcanzado a comer, recordé cuando a mitad de la película de terror mi estómago rugió y nos asustó a ambos.

ZarhaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora