Seguro se preguntarán, «¿qué hace ella despierta a las cuatro de la mañana?» Una palabra lo justifica con perfección.
Pesadillas.
Cada noche, recuerdos de los cuerpos de mis padres aparecen en mis sueños y no poder saber la razón de su muerte es mohíno, si no hubiera ido al bosque quizás, no estarían muertos o... los acompañaría en el cementerio.
El viento azota mi ventana con suaves palmadas en ella; la noche intacta como una buena pintura con pequeños puntos blancos que la iluminan; las sabanas desordenadas junto al edredón rojo vino; mis brazos rodean mis piernas en posición fetal, recostada del cabezal de la cama reviviendo aquel otoño donde todo ocurrió.
―Los extraño... ―Susurro al silencio absoluto, mi único y verdadero amigo que me ha acompañado desde su extraña perdida.
Nada mas puedo recordar en esa tarde cuando los vi.
La sala estaba llena de sangre. Juraba que había sido una pelea entre ellos que termino mal de nuevo pero, nunca imaginaba verlos así.
Madre.
Muerta
Sus ojos colgaban de las cuencas de donde salían. Caminos cortos de sangre aun emanaban de ahí con delicadeza, su cuello con una enorme cortada horizontal abriéndole la tráquea por completo y el cúmulo de sangre bombardeaba, sus brazos estaban marcados por lo que eran venas, verdes como el moho y el gran charco mojando su cuerpo; quede estática en mi lugar pronunciando su nombre; mas tarde había recordado a padre
Corrí en busca de él al segundo piso con apuro; tenia fe de que estuviera bien; seque mis ojos y comencé a buscarlo en cada habitación para llegar de último a su oficina. La habitación era un caos hasta que la mancha gigantesca carmesí llamo mi atención.
Padre
Su cuerpo colgado del techo. Chorros de sangre descendía de su cuerpo incoloro, su lengua había caído al suelo y sus ojos salirse.
Un grito desgarrador salió de mi boca acompañado de lágrimas, desplomándome en el manchado piso.
Las únicas dos personas que me alimentaban y cuidaban se fueron.
Necesitaba desahogarme con alguien que me escuchara sin que me viera como una demente. Un nombre pasaba rápido por mi cabeza y no lo dude, salí en busca de esa persona, la señorita Weber. Era la única a quien yo podía acudir en problemas muy serios o para alguna otra cosa que le quería ocultar a madre.
Llegue a su casa salpicada de sangre con lágrimas secas, mí aspecto hablo por mi; se acercó abrazándome para calmarme como lo haría un madre a su hija. Sollozos fuertes sin sentido aclamaban por mi boca, ella no emitía ningún sonido. Pequeños susurros aparecían atrás de nosotras.
Me di la vuelta aun con pequeñas gotas cayendo, quería saber quienes lo provocaban.
Eran las personas del pueblo quienes lo hacían.
Los espectadores de aquella escena.
La señora Weber se alejo de mi para poder hablar con la personas y contarles lo que le había contado entre mis sollozos, después de eso, hombres bajaron la cabeza en señal de duelo; mujeres me miraban con desconsuelo ante la escena grisácea y los niños desconocían lo que pasaba, eran observadores confundidos.
Varios se ofrecieron en ir a mi casa bajo la dirección del señor Elias Schmidt para sacar los cadáveres de ahí. Minutos después habían bajaron con los cuerpos en bolsas; el cielo empezó a oscurecerse y las nubes verse pesadas, cargadas de agua; el viento se volvió gélido y solitario; muchos fueron los que retornaron a sus hogares; la señora Weber, el señor Schmidt, el señor Elijah y la señora Poppy se habían quedado conmigo.
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𝐃𝐄𝐌𝐎𝐍𝐒 (EN PROCESO)
Teen Fiction(+ 𝟭𝟴) ❝Desde que supe que éran tuve miedo. Ahora, los necesito.❞ La extraña muerte de la familia Morrison dejó una gran huella en el pueblo, siendo una de más masacres más horribles; Mikela Morrison única sobreviviente de la trag...