Capitulo XII

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Tienda Candy Shop Of Mrs

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Tienda Candy Shop Of Mrs. Poppis

06 de Octubre del 2012
Domingo, 3:20pm

―En verdad nos tenias muy angustiados, Mikela. ―Hugo agarra mi mano, apretándola contra la suya. Observo la unión de ellas sin verlo. ―¿Dónde estabas anoche? ¿Por qué no llamaste a la casa de Dortha?

―Después de haber salido del cementerio, pasee un rato por ahí y creo que me he quedado dormida en algún lugar... ―digo restándole importancia. Ayer no fue un buen día y no quiero hablarlo con él.―

―¿Estás segura, Mikela? ―Indaga buscando mi mirada, no cambio mi dirección y sigo plantada en la unión de nuestras manos, puedo sentir como me estudia. ―Si es sobre...―Mira para ambos lados y disminuye su tono como si hubiera gente en el local.― nuestros amigos ¿Te hicieron algo? ¿Te lastimaron?

―Estoy bien, Hugo. ―Aclaro secamente. Él retrocede un poco sorprendido. ―No... No me paso nada. ―Suavice mi tono, gire a verlo apenada y cansada. ― Lo juro, no sucedió nada malo.

Su mirada dulce paso a una liosa. Pero sin importar eso, no aleja su mano de la mía. Me aferro a la de él asustada y tan pequeña, buscando energía o motivación para poder hablar.

―E-El lugar donde dormir anoche era un escondite. Lo usaba para ocultarme de Padre y Madre. ―Confieso con la otra mano en la taza con chocolate caliente. El vapor que emerge de ella nubla mis ojos. ―Si te hace sentir más tranquilo. Es ahí donde me quede. Todavía es cómodo ocultarse ahí.

―¿Te ocultabas de tus padres?

―Sí. Casi todas las tardes, si era posible también algunas noches, pocas fueron las veces que podía liarme de ellos un día completo. Era algo habitual. ―Noto como las palabras se arrastran con nostalgia, la tristeza de los malos recuerdos las abrazan. ―Era mi zona segura. Oh, bueno, sigue siéndolo...

―Mik...

―Me disculpo contigo, Hugo ―Mi semblante se volvió serio, endureciendo mi mirada― la señora Weber, el señor Elías, la señora Poppis y a todos los del pueblo. Y en especial a ti, lamento haberte preocupado, Hugo.

Él se levanta de su asiento frente mío. Estamos frente a la barra donde se piden las bebidas. La tienda esta por completo vacía y la señora Poppis, la dueña, ha salido a buscar algo en el cafetín de la señora Weber.

Sus rizos estorban su verdosa mirada de mi ahora; el silencio de la tienda es puro, nada mas oyendo nuestras respiraciones y si se pudiera, nuestros pensamientos. Roza la palma de su mano contra mi mejilla en una dulce caricia que hace cerrar mis ojos por un instante.

¿Es normal que mi pecho se sienta así de calmado y ávido?

Mi corazón quiere volverse loco y perder la cuenta de sus palpitaciones porque baje su mano y roce la parte superior de mi pecho, que sus labios pasen por ahí y que de su boca salga palabras que solo podría escuchar estando a oscuras. Detiene su mano hasta mi cuello y la otra hace circulos con su pulgar sin despegarlo de mi mejilla.

𝐃𝐄𝐌𝐎𝐍𝐒 (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora