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Diluc se dio cuenta de que algo debajo de él estaba diferente y se sentía como algo duro. Después de unos segundos termino de procesar y su cerebro le advirtió "no es que besar a Kaeya sea algo mucho mejor".

Oh, dios, él estaba besando al tipo que hace algunos segundos estaba golpeando. Se paró de golpe, pero porque estaba algo golpeado y perdido cayó al suelo.

Un silencio surgió entre los dos, ninguno se movió. Al parecer los ánimos de comportarse como bestias habían desaparecido.

Un chico moreno estaba con la boca abierta, dos moretones en el rostro y duro en el piso semi inclinado con la ayuda de sus brazos, si alguna frase bromista para decir.

Un pelirrojo estaba sentado casi recto después de medio levantarse al caer, con la cara roja y los labios aun con el sabor a vino de Kaeya.

Después de verse el uno al otro. Kaeya intento hablar, pero de su boca solo salió un hola. ¿Hola? Que frase más estúpida, espera solo dijo una palabra, ni siquiera completaba una frase entera. Qué clase de estupidez más grande acababa de decir.

¿acaso tienes ese tipo de gustos Diluc? – pregunto Kaeya con una voz que intento ser algo burlona, pero se quebró a mitad de camino y termino pareciendo un acto más tímido y retraído.

-Lo mismo podría decir yo de ti- intento sonar algo fríos, pero termino rojo como un tomate al pensar que eso había sido por él y que el pene duro de Kaeya es lo que había sentido debajo de él.

De nuevo cayeron en un gran silencio, que le dio tiempo a Kaeya de sentarse y esconder su pequeño problema desfajando su camisa para que cubriera algo de esa vergonzosa vista.

Al no tener nada que decir ambos, se pararon y por primera vez pasaron por una puerta sin gruñirse literalmente o empujase.

Ese día ninguno de los dos durmió bien. Tampoco al día siguiente en clases se vieron a la cara. Toda esa semana fue de paz y tranquilidad.

Ambos por mucho tiempo pensaron en lo sucedido, quizá hasta golpearse era más simple que pensar en lo que había pasado en los baños. Al finalizar la segunda semana surgió un mini percance entre ellos, y así intentaron volver a la rutina de pelearse en los baños.

Cuando Kaeya llego a la hora de siempre encontró que Diluc ya estaba allí, sin embargo, al verse ninguno lanzo el primer hechizo ni el primer golpe, se quedaron congelados viéndose el uno al otro, como idiotas.

Hasta que Diluc hastiado tomo la iniciativa de acercarse, así que por acto reflejo Kaeya se puso a la defensiva esperando un golpe físico, que no llego. Otro beso se había plantado en su boca, un poco más suave y menos torpe que la primera vez, el quedarse estático permitió que Diluc se acomodara mejor y sostuviera su rostro con una mano y pusiera su mano restante en el hombro de Kaeya.

Una rara manera de acomodarse para besar. De nuevo esa sensación surgió en Kaeya. Cálido. torpe y cálido, como el día en que Diluc se presentó en su casa para invitarle a jugar.

Quizá había otro sentimiento ese día que no podía recordar. Sin pensar mucho en lo que estaba haciendo por perderse en el pasado también siguió el ritmo del beso.

Al principio ambos no podían encontrar un ritmo o una manera de acomodarse, pero después poco a poco sus bocas y sus cuerpos se fueron acercando y creando un ritmo propio y compartido para besarse.

Después de que se quedaran sin aire por ese beso lento, Kaeya tomo la iniciativa para volver a acercarse y Diluc no lo rechazo, hasta acelero el rito del beso, pasando de uno suave a uno más intenso.

Después de algún tiempo se soltaron y se miraron algo confundidos y avergonzados y tomaron una distancia de un paso atrás cada uno, pues se habían dado cuenta que estaban muy cerca, tanto que podían escuchar los latidos del otro.

-Tenemos que hablar- inicio Diluc - ¿Qué? ¿aún no somos novios y ya quieres terminar conmigo? - dijo Kaeya intentando aligerar el ambiente para el mismo, sin embargo, sonó algo agresivo – quiero hablar de manera seria y decente contigo- sonaba algo exasperado el pelirrojo.

- Es lo que siempre quise hacer, pero jamás me dejaste – sonó ofendido Kaeya – tú fuiste el primero en alejarte y el primero en lanzar un golpe – su voz sonaba en cada palabra más enojada.

- DILUC, ME RECHAZASTE SIN SIQUIERA DARME UNA EXPLICACION. ¿QUE ES LO QUE HICE MAL? – su mirada herida y este momento de debilidad revelaron lo que no le gustaba pensar.

Durante mucho tiempo se sintió inseguro de todo, Diluc fue su punto de apoyo mientras crecía, sin embargo, con sus miradas frías y su tono de voz seco empezó de nuevo a dudar de el mismo. No merecía nada de eso y siempre estuvo dispuesto a hablar. Como es que él ahora quería hacerlo de buenas a primeras.

Dominado por la furia se marchó.

Ya es costumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora