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Él sabía que no empezó bien este intento de charla, Venti y los gemelos se lo habían advertido, mucho tiempo con esa mirada fría y su voz cortante no ayudarían a que Kaeya estuviera dispuesto a hablarle.

Pensó que quizá besarlo de nuevo podría hacer que bajara sus defensas hacia él, no es que después de algún tiempo no se hubiese dado cuenta que en realidad besarle se sintió muy bien, más que con cualquier relación pasajera que tuvo.

La cara de Kaeya era masculina y atractiva, desde pequeño tenía ese aire juguetón, muchas veces cuando era niño y Kaeya se dormía en el campo después de jugar le gustaba ver su rostro, después cuando obtuvo el parche le dio otro encanto, en realidad Kaeya tenía ambos ojos sanos, pero la herida que había quedado en su rostro en algún incidente que el desconocía no le gustaba y prefería ocultarla.

Al menos con este fracaso había confirmado que en algún momento Kaeya quizá hablar con él, lo hacía sentir mal, pues en si Kaeya no tenía la culpa de nada, pero también le deba esperanzas de que pudiese aun estar ese deseo muy en el fondo.

Regresaría a su cuarto a hablar con sus amigos en la sala común, había mucho que procesar.

Kaeya ya había destapado una botella de vino comprada a Ajax y la bebía directo del pico, sin embargo, Tartaglia estaba un poco preocupado por este extraño amigo que solo peleaba con uno de Gryffindor en particular y que jamás decía nada de él, siempre hacia bromas o lograba sacarles a los profesores pistas sobre los exámenes.

En su perspectiva no era un mal chico, pero si uno demasiado profundo. Después de media botella, la cara de Kaeya se veía algo ebria y sin pensarlo abrió la boca para hablar. Era joven aun y su tolerancia del vino no era tan fuerte.

-Tu... ¿tienes pareja? - dijo con la mirada perdida en algún punto interesante de la pared – No estoy disponible si eso es lo que quieres saber- contesto Tartaglia con coquetería – no me gustas... olvida eso. Tu haz tenido problemas con ella... o bueno algún problema en general con alguien y por más que lo intentas no haces que la otra persona quiera escucharte. -

Después de un momento de silencio Tartaglia decidió contestar.

-Si tengo novia, pero no he tenido algún problema en general fuerte con ella, es alguien con paciencia y ambos tenemos una bonita relación, es de Hufflepuf, quizá nunca la hayas visto pues no haces otra cosa que mirar al pelirrojo con quien siempre peleas.- tomo otra botella de vino y se sirvió un poco y también le sirvió a Kaeya para que tomara de una manera decente – las únicas veces que he tenido problemas fuertes han sido con mi familia, cuando decidí dedicarme a otra línea de trabajo que no sea la de la familia y cuando les presente a mi novia, por ser hija de muggles no la aceptaron, pero hay cosas que son mi decisión.

-quizá esto no te ayude, pero si me cuentas que sucede podría al menos escucharte, parece que te hace falta- dijo Tartaglia para después tomar un poco de vino – Diluc me beso- dejo caer de golpe Kaeya y Tartaglia casi se atraganta por eso, sin embargo, Kaeya estaba tan ebrio que no se dio cuenta – me beso en lugar de darme un puñetazo, creo que estaba algo perdido, y yo tuve un pequeño incidente allá abajo – la cara de Tartaglia estaba bañada en curiosidad.

- después nos evitamos por un tiempo, hasta hoy. Pero hoy también me volvió a besar y me pidió hablar con el- se acomodó mejor y siguió hablando- sin embargo, me enoje. Que se cree ese tipo, éramos tan buenos amigos, los mejores, siempre podía contar conmigo, pero de un momento a otro me alejo- parecía sumido en sus recuerdos así que hizo una pausa – siempre quise hablar con él, pensé en disculparme...- quizá hablar, pero su voz se quebró, todos estos años guardo tanto y alcohol saco su lado más vulnerable.

Después de todo lo único que quería era el perdón de Diluc de lo que sea que hubiese hecho. Tartaglia se acercó a palmearle la espalda, él no tenía muchos amigos, pero su novia si, eran un grupo de raros para él, pero había visto a más de uno algo mas o se había enterado por su novia. Sabía que un momento como este de debilidad era porque su vaso se había llenado por completo y no podía contener más. Quizá debería ayudar a Kaeya.

Dos días después una chica bajita y con el cabello corto y rizado que usaba lentes se acercó al el junto con Tartaglia. Fue algo penoso para ella tener que hablar de algo que era privacidad de alguien más y que su novio tan libremente le había contado, pero era un favor, y él nunca le pedía favores. Estabas más dispuesto a dar que a recibir. Después de un tiempo pudo dejar salir todo eso que le apasionaba, hablar con un extraño tenía un efecto algo raro, te podía inhibir de esa pena y vergüenza de ser juzgado. Y así fue aconsejado.

Ya es costumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora