Principio de una nueva vida

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Una joven de piel morena se acercó a ellos.

-Ya era hora- dijo Saemi- seguidme, los dragones están aquí.

Les condujo hasta una cabaña de madera y les guió por un estrecho pasillo lleno de puertas decoradas  hasta llegar a la única que no tenía ninguna decoración.

-Están aquí. Cada vez que alguien trata de acercarse a ellos para hechizarlos o tratar de hacer que pasen por un arco se vuelven agresivos. Necesitamos que los apacigüéis.

Los chicos asintieron y, volviendo a sentir la calma que antes les había ayudado entraron.

La sala era descomunal y en absoluto parecía que estuvieran en una cabaña.  El suelo estaba cubierto de hierba, con un pequeño lago a un lado y en el techo azul relucía un maravilloso sol. Al fondo se divisaba una montaña con una gran apertura en el centro. Los chicos fueron hacia allí en silencio.

La cueva era enorme, con huecos en las paredes que hacían de armarios y abrigos en lo alto con musgo mullido dónde las criaturas que allí se alojaran se sintieran cómodas. En una zona media era dónde los dragones estaban, por lo que, subidos a unas diminutas nubes que hacían de ascensor llegaron hasta ellos.

-Hola- dijo Iset tranquilamente acercándose al blanco.

El dragón al reconocerlo bajó la cabeza y le dio un leve golpecito en señal de saludo.

-¿Qué os pasa? –preguntó sin enfado en la voz Eldor- Nos han dicho que no queréis colaborar en el traslado.

Ambos dragones gruñeron y colearon.
Los chicos, sin saber bien porque, entendieron por encima lo que querían decir.

-No os van a hacer daño- dijo Iset.

Gruñeron.

-Se os considera la raza de dragones más peligrosa del mundo, normal que se os quiera tener controlados- afirmó Eldor- si os comportaseis no tendrían que hechizaros.

Bocanadas de humo.

-¡Oye, esas lenguas!

Una ligera sacudida de cabeza.

-Eso está mejor. Ahora por favor, vamos a Egipto.

Los dragones les gruñeron y alzaron el vuelo a la parte más alta de la cueva.

Salieron de la sala dándole vueltas a lo último que dijeron los dragones.

-Se niegan. No quieren perder su libertad.

-¿Y eso os lo han dicho ellos no?- ironizó Saemi.

-Pues si- afirmó Eldor.

Lo dijo tan tan serio que Saemi le creyó.

-¿Y entonces?

-Ni idea.

Y así pasaron en la incertidumbre dos días, yendo y viniendo del criadero para ayudar con el cuidado de esos dos dragones, hasta que el director hizo un pacto con Egipto y los chicos fueron llamados a su despacho. Allí, les comentó las nuevas.

-Entonces…-Empezó Iset sin dar crédito-¿nos está ofreciendo los dragones, a cambio de que trabajemos aquí?

-Bueno, sueldo recibiríais igual, no tan alto como el resto pero sí. Así los dragones se quedan tranquilos y vosotros aprovecháis ese don que tenéis para domar criaturas.

Los hermanos se miraron. No hicieron falta palabras para entenderse.

-Aceptamos.

En cuanto se aclararon horarios y lo que cobrarían, los chicos corrieron a la cueva de los dragones.
-Hola chicos-dijo Eldor.
Los dragones salieron de la cueva y les saludaron.
-Oye, nos vemos mucho últimamente y hemos pensado en poneros nombres si os  parece bien-dijo Iset.

Los dragones inclinaron la cabeza a un lado, atentos.

Iset se acercó al blanco, con el que tenía más relación.
-Te llamaras Lizer, que viene a significar Niebla Feroz.
El dragón la lamió de arriba abajo y movió la cola emocionado como si de un perro se tratase.  Eldor se acerco al negro.

-Tu serás Urol, la sombra veloz.

El dragón rugió de emoción. Pero entonces intuye ron que había algo más y les miraron insistentemente.
-Bueno, es que ya no os vais a Egipto, os quedáis con nosotros, aquí, en Asturias.

Era tal la emoción de estos, que rugieron de alegría, cogieron a los chicos con sus grandes garras delanteras, y les tiraron al lago antes de sumergirse ellos también.

-¡Por los Dioses!- exclamó Edor, cuando el dragón le pasó por debajo, acomodándole en cu cuello- no volváis a hacer eso por favor.

Los dragones hicieron ruiditos simulando la risa e impulsándose con sus patas y estabilizándose con las alas salieron del agua.

Aquel era el comienzo de una gran amistad.

Eldor  e Iset 2: Dragones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora