🍁Capítulo 5🍁

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—Capítulo 5—


Al día siguiente de que Gojō terminara los explosivos, pues debía dejarlos reposar unas horas antes usarlos, él se encontraba en busca de su cuñado ya que era necesario que se organizaran a partir de ese momento. Por lo general trataba de darle su espacio y no abrumarlo ya que suficiente tenían ambos con toda la situación, pero había ocasiones en las que él mismo se aburría, y como solo eran ellos dos… pues con alguien tenía que desquitare.

No le tomó mucho tiempo encontrarlo, pues yacía en la azotea.

—Hey.

Satōru le llamó desde el marco de la puerta. El chico de cabellos rosas se ocultaba detrás de las macetas muertas y de buen tamaño que se encontraban al borde. Gojō creyó que lo encontraría inmerso en su lectura, pero en cambio sus ojos rojizos veían hacía la horda de infectados. La cantidad no dejaba de sorprender, era aterrador y al mismo tiempo impactante. Tantas  vidas arruinadas.

Darles el descanso que merecían no era difícil, de hecho era bastante fácil si se pensaba en que estaba ayudándoles cada vez que el filo de su espada se enterraba en sus cráneos. Solo que a veces, cuando en lugar de un adulto infectado era un niño… algo se removía en su pecho. Los pensamientos de que esos pobres niños inocentes pudieron haber tenido un futuro, pero les fue cruelmente arrebatado, solo brotaban y era tan triste.

Cuando Sukuna lo escuchó llamarle, de inmediato giró la vista hacía él. No dijo nada, solo esperó hasta que el de cabellos claros habló.

—Vamos abajo, el almuerzo está listo, además tenemos que hablar de lo que haremos.

—De acuerdo.

Cuando bajaron a la cocina, el almuerzo había sido tal como Sukuna había esperado: Agua y un pan con un poco de mermelada. Debían salir rápido de allí, si los infectados no iban a meterse a la casa y matarlos, seguro que el hambre lo haría. Debían encontrar más provisiones. Habían perdido demasiado tiempo en ese lugar, Yūji podría estar teniendo dificultades y ellos allí como si nada.

Era muy frustrante.

—Bien —Satōru tomó asiento frente a la isla en medio de la cocina—, los explosivos —dijo, y señaló con la cabeza, por lo que Sukuna instintivamente digirió la mirada hacía un costado. Los explosivos no estaban muy lejos de ellos. Sintió unas fuertes ganas de darle un puñetazo a Gojō, que no era realmente extraño. Ese idiota estaba demente si pensaba que dejar algo tan peligroso sobre la mesa era buena idea—, tú los llevaras —terminó.

LOST [GoYu/SukuFushi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora