Mi chico Dōpu

¿Puedo ser yo la que despierte al sol?

Nota de la autora: Tenga en cuenta que serán tres voces las que narrarán las escenas, las cuales están resaltadas en negrita.

POV Jia Ling

Jia Ling se puso muy nerviosa mientras bajaba por las escaleras que la llevarían al Reino de los Narakas. Los alaridos de dolor y golpes se propagaban por los pasadizos, y cada hueco se percibía un vapor de aire que se mezclaba con el hedor, carne quemada y tejidos putrefactos.

Se le formó un nudo en el estómago cuando se paró enfrente de una celda. Al prisionero que estaba encadenado en ese lugar le habían hecho beber agua Benzaiten para que pudiera recuperar sus recuerdos. Aún estaba débil, pero su odio hacia Jia Ling se incrementaba a cada segundo. Las cadenas resonaron aún más cuando se acercó a los barrotes, las cuales le habían asegurado que eran irrompibles, al haber sido forjadas por el mismo dios Chi You.

Jia Ling sabía lo que se atenía cuando hizo lo que hizo hace varios siglos. Pero no se arrepentía de nada porque todo lo que hizo por amor tenía una gran redención. Era hija de Hiruto el hijo desterrado por su deformidad de los dioses Izanagi e . Creció bajo la marginación y la única deidad que le mostró bondad fue el hijo del dios lunar, Akio.

La diosa Amaterasu le permitió al padre de Jia Ling el ingreso a la corte celestial. A partir de entonces, se dedicó a la búsqueda de amistades, no obstante, solo tuvo la fortuna de tener rechazos por su origen. Durante mucho tiempo intentó encajar para ser reconocida por los dioses que no dejarían de verla como a la hija del "niño sanguijuela".

Conoció a Akio en el coliseo cuando perdió contra el hijo mayor de Susanoo debido a las tonterías de Jiro, su hermano mayor, quien se había obsesionado con ella. Para Jia Ling, no existía una deidad mejor que Akio y, al enterarse de su romance con una de las hijas de Amaterasu, su corazón se llenó de dolor y resentimiento.

Jiro, impulsado por su obsesión, convenció a su padre Tsukuyomi para que permitiera que Jia Ling fuera su esposa, condenándola a vivir con alguien que despreciaba por considerarlo inferior a su hermano menor. La unión se llevó a cabo en uno de los jardines de la diosa Ama no Uzume.

Su matrimonio con Jiro fue un verdadero calvario, así que empezó a manipularle, le contó que su hermano menor Akio la había estado seduciendo a sus espaldas. Lo hizo sentir celoso y lo instó a que pactara con el demonio Hēi'àn para que desterraran a Akio del plano celestial.

Jia Ling mantenía la esperanza de que en el mundo terrenal ellos podrían ser felices. Sin embargo, las cosas no resultaron como esperaba. No tenía idea de que Hēi'àn arrojaría uno de sus maleficios sobre Akio cuando Jiro lo traspasó con su espada por la espalda. Al cambiar de rumbo en sus planes, se vio obligada a entregar la mitad de su vida a su abuela Izanami para que le permitiera pasar por el Yomi sin dificultades, y de utilizar sus habilidades malignas cuando se enteró de que Narumi estaba en ese lugar.

En su encuentro en el infierno, le hizo un terrible hechizo: La de Antares, para que las desgracias nunca se apartaran de su destino. Durante eso, todo se le ha complicado a lo largo de los siglos. Si Akio no lograba amarla, Jia Ling encontraría la forma de doblegarlo.

—¡Libérame! —le rugió Akio como un león enjaulado.

—Nunca te dejaré ser libre—le respondió Jia Ling, luchando contra las lágrimas que quemaban en sus ojos.

—¿Por qué me hiciste esto Jia Ling? —preguntó Akio con tristeza y decepción—. Siempre te traté con respeto, te brindé mi amistad.

—Pero no me diste lo que siempre quise—le respondió presa del resentimiento que sentía hacia él por nunca haberle dado lo que siempre quiso y para controlar sus emociones se aferró a los garrotes con fuerza—. Lo único que me ayudó a continuar a pesar de los rechazos fuiste tú, lo que siempre quise y que merecía tener era a ti, pero me cambiaste por Narumi. No apreciaste mis sentimientos ni el amor que sentía por ti y ahora ella pagará por eso.