Scarlett abandonó el baño con más rapidez que un ratón al ver a un gato, el agua estaba tan gélida que no dudó que fuera extraída desde Siberia. Entro a su habitación y, ni siquiera, se molestó en cerrar las ventanas. Tras llorar un poco al pensar en la señora, Tasya, recordó la gran negociación que tuvo con su hermano por su silencio. Aunque era cierto que no los vio besándose, conociéndolo podría elaborar un guion junto con Héctor y venderlo a Televisa por una suma enorme, y podía asegurar su vida de que no vería ninguna de las recompensas.
La luna brilló a través de mi ventana, pintando las paredes con una notoriedad plateada. La noche se sintió cálida. Suspiró y se recostó en la cama, encendió la lámpara de su mesita y tomó su diario. Scarlett le echó una hojeada a sus últimos apuntes. Los primeros a Máximo, quien, para su sorpresa, había manifestado su interés en ella, aunque notó que al final siempre mencionaba alguna actividad relacionada con Ryo, sin embargo, en las diez últimas hojas, se encontraban exclusivas para él.
—¿Puedo dormir contigo? —le preguntó Ryo desde el marco de la puerta.
El corazón se le aceleró a Scarlett, que toda la sangre se le drenó del rostro.
—¿Por qué? —replicó nerviosa y se arriesgó a levantar la mirada.
—Me cuesta descansar allá, solo—le contestó Ryo entrando en la habitación y cerrando la puerta, pero sin seguro.
—No es correcto que hagamos eso—objetó Scarlett, colocando su diario sobre la mesita.
—Está seria nuestra segunda vez—replicó Ryo, poniendo los ojos como corderito triste y haciendo un puchero. —Me portaré bien.
El tono de voz tan dulce de Ryo medio la ablandó. Tragó saliva, pero reafirmó su decisión.
—No estuvo bien que yo fuera a tu habitación esa vez, sabías que solo las personas casadas pueden hacer eso—le dijo Scarlett frunciendo los labios para no reírse.
Las cejas de Ryo se juntaron con confusión.
—Pues cásate conmigo—soltó Ryo, afirmando con la cabeza.
Los ojos se le abrieron sorprendidos a Scarlett y la respiración se le atrapó en la garganta. Tragó saliva, y después de un momento de vacilación, palmeó el colchón a su lado con el corazón acelerado. Cedió, sin embargo, le hizo saber que esa sería la última vez que lo harían. Se acurrucaron en la cama. Afuera, comenzó a caer una lluvia suave, como una melodía de fondo.
Ryo le acarició la mejilla con el pulgar cuando se recostó en la cama, quedando frente a ella.
—Gracias—dijo Ryo en voz baja.
Scarlett tragó saliva con dificultad e inspiró un par de veces.
—De nada—expresó Scarlett.
—Contigo sé que descansaré bien—susurró Ryo contra la boca de Scarlett antes de rozarla con los labios.
Ella levantó la mano y le acarició su largo pelo. Ryo apagó la luz al poco tiempo, Scarlett cerró los ojos y su respiración se tranquilizó, mucho más pausada.
— "Remataba en los cielos su belleza. Suplicó por un imposible y a cambio se le concedió lo que nunca quiso".
—¿Qué dijiste? —preguntó Scarlett adormilada.
La piel de Ryo fue tornándose muy blanca y sus ojos cambiaron. Scarlett lo tocó cuando empezó a resplandecer y un fuerte miedo le invadió el corazón.
—¿Qué te pasa? —susurró ella con el corazón latiéndole en la garganta.
Scarlett encendió la lámpara y se sentó. Escuchó un suave suspiro, notó que se agitó un poco y abrió con pereza los párpados.
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Mi chico Dōpu
Teen FictionEn un callejón, Scarlett, conocida como "la chica que ve cosas raras", recibe de un salvador misterioso una planta peculiar: marihuana. A pesar de su activismo en contra del consumo de esta sustancia, se ve obligada a elegir entre sus convicciones y...