Ella desvió un poco el rumbo a un local de accesorios para jovencitas. Apenas entramos empecé a oír las risitas de las chicas que atendían ahí. Era vergonzoso, pero aún así intenté sonreír un poco.
-¿En qué podemos ayudarle?
-Quisiera ver sus bolsos, por favor, - dijo XXXX – ah, y también sus carteras.
No tuve ninguna decisión ahí, sólo vi que eligió dos bolsos: uno negro y uno rosado, así como una pequeña cartera blanca con broche dorado. Además, vi que tomó un par de cosas más, pero no alcancé a ver qué era. Me señalo que fuera con ella tras que pagó en la caja. Puso ambos bolsos frente a mí y me preguntó "¿Cuál prefieres?". Me dio la impresión de que era una pregunta capciosa, así que le di la respuesta que creí correcta: "El rosa". Me ordenó vaciar mis bolsillos y ella colocó el contenido en el bolso que elegí. "Se lo va a llevar usando, sus bolsillos abultados se ven fatales", dijo ella a la dependienta, recibiendo un "No hay problema" como repuesta, además de oír más risas del resto de empleadas. Mientras acomodaba el bolso en mi hombro, una de las encargadas se me aproximó, y, aunque estaba riendo, dijo con cierto tono de sinceridad "Lindos aretes, nena". En ese momento me sentí sonrojar, instintivamente lleve una de mis manos a mi oreja para juguetear con uno de mis aretes; debido a lo reciente de la perforación dolió un poco, pero aun así creo que pude sonreír y decir "Gracias". Al mismo tiempo empezaba a darme cuenta de porque los servicios de XXXX eran tan costosos, empezaba a contemplar incluso que su ganancia era mínima.
Me doy la idea de la apariencia que daba al salir de ese local: una persona que evidentemente era un hombre usando aretes y otras perforaciones notablemente femeninas y que llevaba un bolso rosa colgando de su hombro. Debió ser una vista ridícula, pero la verdad no me importaba, empezaba a vivir una fantasía que había ido construyendo en probablemente el último año. Ella me guio una vez más, esta vez a un lugar ligeramente más apartado de aquellos a los que hubiese frecuentado antes. Al ver la fachada y sus letreros pude identificar que se trataba de una sex shop. Entramos y ella saludo efusivamente al empleado en el mostrador, supuse que se conocían de antes. Él no era exactamente masculino, pero tampoco cruzaba a territorio femenino del todo, a mi parecer.
-¡Querida! – Dijo él – Hasta que te dignas en venir a verme. Creí que ya te habrías olvidado de tu amigui.
-Para nada, simplemente el bisné ha estado lento. Y hablando de eso, mira lo que tengo aquí. – Y ella me señaló.
-¡Vaya...! – Él empezó a examinarme de una forma muy parecida a ella. - ¡Pero si empiezas a verte DI-VI-NA! Pero creo que no vienen sólo a escuchar eso, ¿verdad?
-Siempre tan perceptivo. – Respondió XXXX por mí. – Así es, aquí la nenita tiene ciertas inquietudes que quiere explorar, y pues para qué estoy yo, ¿no? La princesita quiere sentir lo que es que su verguita no pueda ponerse dura por estar enjauladita, además quiere sentir su culito lleno.
-¡Quién lo diría! Detrás de esa carita tan tiernita e inocente hay toda una zorrita, ¿eh? Bien, pasen por acá, - Dijo, guiándonos a la parte posterior del negocio – y así vemos qué tenemos para trabajar.
Ya adentro, ella me ordenó desnudarme completamente. Admito que en ese momento sentí un poco de nerviosismo, por lo que me desvestí un poco lento. Al momento de quitarme la ropa interior estalló la risa.
-¡Jajajajajaja...! ¡Pues claro, cómo no vas a querer ser una nenita! – Exclamó el dueño de la tienda - ¡Esa cosa no califica ni como verguita! ¡Es un clítoris! ¿Qué mide? ¿5 cm?
-S-Sí... - Respondí con cierta pena, pero a la vez sintiendo un dejo de emoción.
-Esto no satisfaría a ninguna mujer que se digne en llamarse así. – Dijo ella – ¿Y cuánto mide TÚ CLITORIS cuando se pone durito?
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Sin marcha atrás
No FicciónÉl siempre había mantenido sus gustos en el lado sano, pero, aún así, no siempre la gente está de acuerdo. Tras una decepción, empieza a andar por una senda inexplorada, que lo llevaría a toparse con ella.