XXVII

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Te notaba observándome ¿sabes?
en tu cautelosa y fascinada mirada,
no había ni una pizca de vergüenza
al hacerlo.

A veces me giraba en tu dirección
solo para jugar contigo un poco más.
¿No querías mirarme a los ojos o
estabas muy nerviosa como
para ahogarte en ellos?

Cuando pasabas a mi lado, lo hacías tan cerca, que mis ganas de presentarme ante ti se elevaban como las olas al ver a la brillante luna.

Pero nuestro encuentro terminó sin aviso,
y   ambos tomamos nuestros propios caminos, separándonos, supongo que
eso era todo lo que nos deparaba
el destino.

-ZeroZero

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Mi Querida Rosa NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora