Segundo libro de Amor de Psicópatas
Esa noche sabía que empezarían todos mis problemas.
¿Por qué no sabía de su existencia?
¿Por qué ella?
Esas preguntas estaban en mi cabeza toda la noche. Ya no podía soportar más.
¿Por qué tuvo que aparecer en la...
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Jay...era luz en la oscuridad. Tenía una gran habilidad para manipular; fingir y mentir. Sus ojos azul eléctrico poseían un brillo impresionante. Te hacía caer a sus pies con solo una sonrisa. Psicópata de nacimiento. Asesinaba sólo por placer; le daba igual si eran inocentes o no. Sólo lo hacía. A pesar de que su padre le advertía de las consecuencias. Después de todo...era un Miller.
***
Jay Miller pov.
Abrí la puerta de casa y la escena que me encontré no me gustó para nada. Papá se encontraba lleno de sangre y mamá trataba de calmarlo. Supuse que mi hermana se encontraba en su habitación.
Sin hacer el mínimo ruido me acerqué a ellos.
-¿Qué pasó?- fue lo primero que pregunté.
-Son ellas de nuevo.
Sabía a lo que se refería mi madre. En los últimos años las voces de mi padre habían vuelto con más frecuencia. Podía controlar algunas pero no todas. Y era algo estresante para él. Se volvía como loco y quería matar a todos. Oh vamos. Que yo también lo haría.
-Aléjate- habló mi padre tenso.
-No- me agaché frente a él.
-Te dije que te alejes.
-Y yo te dije que no- le agarré del mentón haciendo que me mirara.
Sus ojos azules se veían totalmente oscuros; sus pupilas estaban dilatadas obvio.
-Suéltame.- habló con los dientes apretados pero no le obedecí.
-Diles que se callen.
-No lo harán.- me miró fijamente.
-Sí lo harán. Ellas no te controlan. Tú las controlas a ellas.
Me dio una mirada fría pero no me sorprendió; estaba acostumbrado. Era normal verle así.
Su respiración se fue calmando poco a poco y suspiró.
-¿Ya?
-Sí- me miró y sus ojos volvieron a aquel azul eléctrico que tanto le identificaban. -Gracias.
-Eres mi padre.- lo abracé y sorprendentemente me correspondió el abrazo.
Después de estar media hora con mis padres conversando de cosas sin importancia fui a mi habitación. Estaba cansando. Había sido un día muy largo.