Amante nocturno

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Mina sintió como si la hubieran llevado a otra vida. Recordó vivencias, lugares, sensaciones... pero sobre todas las cosas, el estar con Alexander le resultó inquietantemente familiar.

Su piel era anormalmente fría, y su ser era efímero, como si sólo tuviera la noche y nada más.

Él no era un hombre normal, ahora Mina Murray estaba segura de eso.

Al amanecer, ella despierta y lo encuentra ya vestido y totalmente impecable como si nada hubiera ocurrido esa noche.

Pero ocurrió.

-Mina- él esperaba paciente a que ella despertara. Estaba sentado en un sillón a la sombra de la ventana.

La mansión Carfax sonaba vacía y hueca.

-No podemos estar mucho tiempo más aquí- le dijo tristemente.

-¿Y ahora qué pasará?- preguntó Mina aferrada a las suaves sábanas.

-No lo sé-

Estaba abatido y melancólico, y aunque Mina no pudiera ver su rostro, podía sentirlo. Ahora había una profunda conexión entre los dos, y lo que percibía de Alexander Grayson era totalmente desconcertante.

-No entiendo, anoche tuve visiones, como si recordara cosas de otra vida- Mina comentó sin pensarlo.

-Y lo hacías-

-No entiendo- Mina no esperaba ese comentario -Pero no me importa nada, sé que te conozco, y te amo-

-Me conoces mejor que nadie en el mundo. Conoces mi verdadero yo-

-¿Cómo es eso posible?-

-Lo entenderás algún día- las miradas de Alexander hacia la ventana asustaban a Mina -Ya amanece, y ninguno de los dos puede quedarse aquí. Mina debes irte a casa, y de esto nadie puede saber. Soy un hombre perseguido-

-Eres un hombre que debía estar muerto.... Pero sobreviviste- Mina se levantó de la cama como si temiera que él desapareciera, como si supiera que iba a desaparecer en el aire.

-Ya lo entenderás. Ahora debo irme, aunque sea lo más cruel que pueda hacer en mi vida, dejarte ahora. Pero prefiero eso a ....- y no pudo terminar la frase, calló algo terrible.

- ¡Y yo quiero irme contigo!-

Eso apuñaló el alma de Alexander:

-¡Eso quisiera, pero no puedes seguirme. Tú y yo no podemos!- una terrible desesperación lo domina y ya no pudo seguir estando sentado allí. Podía oler el amanecer asomándose entre los árboles.

-Dime lo que eres, tú dices que yo te conozco mejor que nadie pero no me dices lo que eres. Yo sé que hay más que un simple hombre en ti- Mina intentó acercársele, pero él estaba asustado.

-Eres mía, mi amor- habló con serenidad otra vez. Nuevamente como el amante que fue a lo largo de la noche.

-Ahora lo soy- confirmó ella. Porque se habían convertido en uno, en una noche que fue una experiencia de otra vida.

-Y te volveré a ver, Mina. Espera por mí, regresaré-

Entonces, ella no supo cómo, pero Alexander Grayson ya no estaba en ese cuarto. Y no se sintió triste, porque estaba segura que lo volvería a ver pronto.

Después de lo que había ocurrido, ya no podrían separarlos, ni ese misterio que era como una barrera invisible que la alejaba de unirse a su amado para siempre.

Él era un ser de la noche, aunque Mina no podía entender todavía por qué.

---*---*---*---

El sol brillaba tenuemente sobre el enrejado cuando apresuradamente Mina salía de la Mansión Carfax, abandonándola, pues sabía que sería confiscada. Sabía que Alexander se había convertido en un prófugo de la ley, pues descubrirían que no había muerto, y ahora ella debía regresar a su vida como si nunca se hubiera encontrado con aquel hombre sobrenatural en aquella casa.

Fue un reencuentro, aunque sintiera que estaba volviéndose loca, era un reencuentro. Conocía a Alexander aunque no pudiera explicar cómo ni por qué.

Y ahora tenía que vivir con todo eso, mientras aparentaba una vida.

Y una vida que se volvió agitada y desconocida. Su amiga Lucy había desaparecido y su madre estaba muerta, y Jonathan... ahora no sabía qué hacer con Jonathan.

Encerrada en su casa esperaba poder tener en claro qué podía hacer, cuando en la misma tarde Jonathan Harker se aparece en la puerta reclamando verla.

Se negó, su padre no permitió que Jonathan hablara con ella, pero de alguna manera le oyó gritar desde afuera que se alejara de Alexander Grayson, que nunca más estuviera con él.

Eran palabras que angustiaban más su corazón, porque todos creían que Alexander había muerto. Todos menos Jonathan ¿Por qué?

El único consuelo era la noche, cuando esperaba verlo otra vez, admirando el cambio de colores en el cielo, y la llegada de la bien amada oscuridad.

Su amor estaba allí.

---*---*---*---

-Mina, escúchame-

Se lo encontró en la calle, cuando ella feliz intentaba continuar con su vida. Jonathan Harker había esperado hasta verla salir de su casa y la siguió.

-Hay un gran peligro en Londres, no te lo imaginas-

-Lo de la señora Westenra me perturbó, Jonathan, pero sé que Lucy está bien, en algún lugar- Mina intentaba librarse de él, y ya no estaba afligida por Lucy, Alexander la había consolado, y le había asegurado que Lucy estaba viva en una existencia mejor.

-Alexander Grayson es un monstruo, Mina, y está detrás de ti- Jonathan le tomó del brazo para decirle esto, pero ella se zafó y continuó su camino.

Después de un día de insoportable de una cotidianidad fingida, Mina Murray se sentaba junto a la ventana para ver llegar la noche, y junto con ella, a su amado nocturno.

---*---*---*---

El tiempo pasaba en Londres como si cada día fuera un año, y ella se quedaba sola. Su padre perdía facultades y a veces parecía ya no estar allí. Su vida estaba con Alexander, y lo que vivía con él de noche.

Sabía que no era natural, la forma en que él se la llevaba de la casa, como si nadie más pudiera verlos. Como si andar por Londres con él fuera algo invisible para todos los demás.

Era maravilloso, la tragedia se había convertido en felicidad. Extraña felicidad, pero era lo que nunca tuvo antes en su vida.

Espíritu de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora