Capítulo II - Asesino

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-Padre-

El señor Murray vagaba por toda la casa con aire ausente. Mina había llegado tarde ese día extraño, y había encontrado su casa abierta, desolada, como si no hubiera nada vivo allí dentro. Su padre parecía estar muy enfermo desde hace días (de hecho, desde que ella y Alexander habían consumado su amor) y ahora estaba allí en bata y mirándola como si ella no existiera.

-Padre- la joven se acerca y le toca el rostro, estaba frío, muy frío... y había descubierto sangre sobre su bata. Y se asustó enormemente. Buscó una silla donde sentarlo y así lo hizo, el señor Murray obedecía, pero nada más.

Bajo el cuidado del doctor Van Helsing, Mina se estaba convirtiendo en una doctora. Y examinó a su padre encontrando el origen y la explicación de aquella sangre. La casa estaba demasiado oscura y por alguna extraña razón, Mina tenía miedo, pero no un miedo racional ocasionado por la herida del señor Murray, no, era un miedo totalmente irracional.

-Oh Dios mío- estaba claro que lo que tenía su padre en el cuello era una mordida, una mordida de algún animal enorme.

Nerviosamente volteó hacia todos lados, y nunca le había parecido la sala de su propia casa algo tan horrible. Era horrible. Lo que fuera que mordió a su padre seguramente estaba allí todavía, y la encontraría totalmente expuesta e indefensa.

-¿Dónde estás, Alexander?- cuando más lo necesitaba, Alexander no estaba. Lo había esperado, y nunca llegó.

Mina se ocupó de sanar aquella herida, vendarla y luego quedarse allí a la expectativa, con una lágrima corriendo por su mejilla.

—-*—-*—-*—-

Quien estuvo allí con ella al día siguiente fue Jonathan Harker, como si hubiera sabido lo ocurrido.

-¿Cómo está él? Déjame verlo- el joven se apresuró al interior apenas ella le contó.

-Está en su cuarto, duerme- Mina permanecía en la entrada.

Él no le dijo nada, pero en sus ojos había una expresión que le decía "Intenté advertirte"

-No creo que sirva llevarlo al hospital, Mina-

-Ha perdido mucha sangre, no lo entiendo. Las heridas no compensan esa pérdida de sangre- diagnosticaba con frialdad científica —Lo que me lleva a pensar que lleva dos días perdiendo sangre, por la misma herida- concluía con el corazón apretado. Dos días, como si hubiera comenzado en el mismo momento en que Alexander estuvo allí en su casa con ella.

-No lo puedes entender por ahora. Déjame ver al señor Murray- Jonathan insistió y ambos fueron al cuarto.

Aunque Jonathan no era un doctor, identificó igual que ella la herida del señor Murray como una mordida.

-Algo ha estado aquí en mi casa, Jonathan- Mina finalmente cedió antes sus emociones, y todo el miedo que pasó la noche anterior hizo que fuera con él, y buscó sus brazos desconcertada. Jonathan la abraza -¿Qué animal crees que sea?-

-No es del todo un animal- susurró él —Pero yo no creo ser la persona indicada para ayudarte Mina, ni a tu padre. Necesitamos al doctor Van Helsing-

En aquel mundo absurdo en el cual se encontraba Mina últimamente, no tenía idea de a dónde se había ido su tutor. Parecía que también había desaparecido al igual que Lucy, Reinfield y Alexander también.

-Yo no tengo idea de qué ha ocurrido- decía con voz exangüe —No tengo idea, que todo se ha vuelto desconocido. Y ahora ni siquiera tengo a mi padre- y le dolía tener que hablar de su amor así, de Alexander a quien cada día desconocía más.

-Creo que el doctor Van Helsing debe decirte algunas cosas. Antes de que ese hombre te haga un daño irreparable- le dijo Jonathan tomándola de los brazos. Ella se negaba a seguir oyendo sus cosas contra Alexander pero ahora no estaba tan segura. Estaba débil, muy vulnerable.

-¿Cómo sabías que Alexander no murió en la explosión?-

-Porque él no puede morir-

—-*—-*—-*—-

Ignorando las angustias por las que pasaba su amada, el vampiro había pasado toda la noche alejado de donde su corazón en verdad quería estar. Se encontraba por los alrededores de un triste sanatorio, en donde yacía herido su sirviente.

Pero no costaría mucho sanarlo, a Alexander le pesaba que salvar la vida de Reinfield le ocasionaría una indeseada vida eterna.

Oculto bajo las sombras, el resplandor del sol lo debilitaba mucho. Por ahora debía esperar a que Reinfield despertara, ya sano, y entonces, regresaría a él.

—-*—-*—-*—-

El día estaba tan oscuro que a las doce de la tarde parecía el anochecer. El doctor Van Helsing apareció al fin, pero ya era demasiado tarde. Al poco tiempo de llegar Jonathan Harker, el señor Murray fallecía, dejando a Mina sola y desconsolada.

-Nada podía hacer, ya el veneno del vampiro corría por sus venas. Y si no venía a reclamarlo, no tenía oportunidad de vivir-

La frialdad de Van Helsing sorprendió a Mina Murray, y no entendía lo que estaba diciendo. Para ella el profesor estaba divagando, al igual que Jonathan, al igual que todo el mundo.

-Ustedes dos no han servido de nada- reprocha la joven —Debí haber llevado a mi padre al hospital, pero les hice caso, a ti, Jonathan- ella ya no quería verlo. Jonathan herido intenta explicarle, pero Van Helsing lo detiene.

-Lo sentimos mucho, señorita Murray. Pero no está sola en su pesar, su padre ha sufrido la misma suerte que la señora Westenra- el profesor se excusaba para con ella —Y que muchos otros en Londres-

-¿De qué habla? No entiendo por qué ahora usted también me habla de todo eso ¿Acusará a Alexander también, de lo que hizo un animal nocturno?-

El profesor no le respondió, se apartó del lecho y fue donde Jonathan Harker, al final de la habitación. Mina permanecía sentada en la cama con aire impotente. Deseaba que Alexander regresara, pues era la única persona que tenía en el mundo, pero después de lo de anoche su corazón estaba fracturado.

-No es prudente decirle a la señorita Murray nada- Van Helsing le susurra a Jonathan. El joven se mostró desconcertado.

Los dos salieron de la habitación.

-¿Qué dice? El monstruo vendrá ahora por ella- le dijo Jonathan intentando bajar la voz- Por alguna razón no la ha atacado todavía-

-Obviamente que el nosferatu no ha querido hacerlo- el profesor parecía tranquilo —No lo hará, la aprecia. Mató a su padre, pero a ella no puede hacerle nada-

Jonathan soltó un bufido.

-Escuche, joven Harker, si queremos atrapar a Drácula, la señorita Murray nos será de ayuda-

-¿Entonces usted pretende usarla para su propósito?-

-No deseo el mal de la señorita, pero por ella el vampiro se acercará otra vez, y eso es nuestro punto a favor- explicaba Van Helsing encendiendo su pipa —Lo cazaremos aquí, cuando regrese por Mina. Porque sé que ella ha estado con él estos dos días, desde que lo descubrimos. Ha regresado, no puede evitarlo. Y si usted valora su vida, es mejor que sea su propósito también. No me cabe duda de que el próximo será usted-

Van Helsing sabía más de lo que le decía a Jonathan Harker. El joven calló y se disponía a hacer lo que planeara. Afuera, el día corría, pero ninguno dentro de la casa podía darse cuenta. Todas las ventanas y cortinas estaban cerradas y no había casi luz.

-Vendrá esta noche- por un momento la voz de Van Helsing tembló -Tenemos que hacerle creer a Mina que nada pasa con Alexander Grayson, que no sabemos que él mató a  su padre. Lo sabrá esta noche cuando desenmascaremos al asesino-

Espíritu de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora