Capítulo VI - Espíritu de la noche

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-Buen trabajo, Lucy-

El hombre estaba sentado en un rincón, sosteniendo una copa en su mano. El contenido de la copa era rojo sangre.

La mujer del vestido blanco permanecía bajo el marco de la puerta, observando al hombre de la silla y a sus acompañantes.

-Supongo que debo agradecerte por esto- rasguña Lucy –Por darme la oportunidad de matarlo. Aunque quien realmente me hizo esto, fuiste tú-

Alexander rio, e hizo un gesto a sus compañeros para que no atacaran a la mujer que rezumaba odio hacia él.

-No, Lucy, sabes que fuiste tú. Por eso lo mataste- el vampiro sorbe lo último que quedaba en la copa y luego la suelta para que se estrelle contra el piso –Quer[ias redimir tu culpa por lo que le hiciste a Mina-

-¿Y tú?- Lucy soltó una mueca.

-¿Yo?- los ojos de Alexander centellaron –¡Yo no le he hecho nada!-

-¿Ah no? Me enteré que la atacaste-

El lugar era un viejo castillo de las afueras de Londres que Alexander Grayson había comprado hacía tiempo y que creyó jamás le sería de utilidad.

-Yo...- el vampiro se había puesto de pie, pero luego retomó su lugar cansadamente –Yo, lo hice. No sé, creo que lo hice-

Lucy Westenra vigilaba con desconfianza a los lacayos de Drácula, unos vampiros neófitos que le resultaban repulsivos. Y no se atrevía a entrar al recinto.

-Entonces... fueron allá y acabaron con todo el mundo, así- sacudió la cabeza con gracia.

-Sí- respondió Alexander sin mencionar nada sobre Reinfield –Están muertos-

-¿Me vas a matar a mí, Alexander?-

-Eso quisiera, pero no. Tu castigo es vivir como yo- le clavó los ojos ligeramente enrojecidos, pero humanos –Yo intenté ser un hombre y no pude. Tú tampoco lo serás. Serás como nosotros, eres mi hija al igual que ellos-

Los vampiros todos se irguieron orgullosos.

-Así que... mejor acostúmbrate, querida Lucy. Éste es ahora tu mundo, y estarás con nosotros- el vampiro hizo un gesto teatral.

Ante eso la mujer no reaccionaba.

-Pasa, por favor- él la invita a pasar –Estás en tu casa- y era todo un maestro de ceremonias. Alexander sabía tratar a los huéspedes- Ahora éste es nuestro hogar, porque afuera te perseguirán y te destruirán-

Se puso de pie y ahora se pasea por el oscuro cuarto de piedra y madera. Y no se dudaba que podía ser un lugar muy hermoso, si no fuera por el estado de abandono.

Afuera la noche transcurría serena, y en la lejanía sonaba el aullar de un lobo.

-¿Y ella?- pregunta imprudentemente -¿Y Mina? ¿La dejarás así con ellos? Jonathan está muerto, es verdad, ya no volverá con él. Pero otro hombre...-

-¡No!!- un rugido animal salió la boca de Drácula- Ella sigue siendo mi esposa. Ella es Ilona-

Lucy parpadeó confusa. Nadie excepto él y Reinfield sabían esa historia (Y el maldito Van Helsing), pero ahora era todo diferente. Alexander hablaría.

-Mina Murray es Ilona, mi esposa- el vampiro le revela la gran verdad –Y ella lo sabe-

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Ella lo sabe.

Cuando estaba sola, el corazón de Mina Murray cambiaba. Ya no tenía miedo.

Los eventos de la noche anterior se recreaban en su mente sin cesar. Y la habían dejado sola después de todo, en su casa, a la espera del monstruo. Porque se suponía que vendría por ella otra vez.

El profesor Van Helsing no estaba allí, Jonathan tampoco estaba allí y a la final no estaría sino ella para resolver lo que fuera que ocurriera en su vida.

Por supuesto no tenía idea de que ambos hombres estaban en la lista del vampiro antes que ella.

Y esta vez no sentía miedo, y la imagen de la mujer de sus sueños se confundía con la suya propia, y todas las extrañas palabras que Alexander le había dicho. Debía hablar con él, su ángel, aunque los demás pensaran que era una locura. Mina tenía mucho que hablar con él y no había podido.

De todas maneras ya estaba cerca la noche, y quisiera ella o no, lo vería otra vez. Y sonrió.

-¡Señorita Murray!-

La joven parpadea como despertando de un sueño. Tocaban a la puerta, como cosa rara.

-Profesor, ya me extrañaba su ausencia- ella le responde colocando su mano sobre el picaporte, pero sin abrir.

-¡Debemos estar listos, aún tenemos tiempo, y este no es el lugar apropiado para esperarlo esta noche!- la voz del profesor denotaba que su vida se encontraba en riesgo, y tal vez no estaba seguro siquiera de lo que debía hacer.

-No- responde Mina tranquila, escuchándolo y sin abrirle la puerta –Váyase profesor, usted póngase a salvo. Yo tengo asuntos que hacer-

-¿Qué dice??- exclama el hombre perplejo -El cuerpo de Jonathan Harker fue encontrado sin una gota de sangre ¿Me ha escuchado? Jonathan está muerto-

Mina no responde.

-¡Lo ha matado él, y usted pretende verlo otra vez, a solas!- sonaba Van Helsing detrás de la puerta.

-Usted, profesor, me ha ocultado todo desde el principio- dice ella con serenidad.

-¿Qué?-

-Primero, usted planeó todo. Todo lo de la noche anterior, me usó para atraerlo- Mina hablaba con seguridad, ahora su mente se aclaraba –Es un cazador de vampiros, Van Helsing-

Van Helsing no sabía si estar sorprendido, no sabía cómo la joven había deducido todo.

-Ahora para mí, usted es igual a Alexander. No tengo ninguna razón para confiar, porque siempre supo quién era Alexander e igualmente me lo ocultó. Entonces ¿Qué lo hace diferente para mí? Dice que ese monstruo que quiere matarme, pero ¿quién fue el que me usó para atraerlo?-

-No ve las cosas con claridad, nos estábamos interponiendo entre ustedes, porque él quiere hacerle un daño irreparable-

La luz escaseaba, así que se le hacía demasiado tarde. Van Helsing afuera de la casa jadeaba con muy poco aliento.

-No entiende profesor. Estoy unida a Alexander y confío en él a pesar de todo lo que me hicieron ver ustedes. Porque, como ya deben saber muy bien, él no me hará daño y eso que llaman un "daño irreparable" tal vez no lo sea para mí-

Estaba pasmado, y sin habla. El profesor retrocedía de la puerta, y empezaba a sentir miedo. Si sus sospechas eran ciertas, y si además de Lucy habían más vampiros... él solo no podría combatirlos a todos y tampoco tendría tiempo de llegar a su propia casa.

Jamás había llegado la oscuridad tan rápido.

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-Muy bien dicho, querida. Muy bien dicho-

Llegó como un manto, y todo estaba totalmente oscuro. Ya a Mina no le sorprendía nada, tal vez porque había otra persona en ella que pertenecía a aquel nuevo mundo sobrenatural.

-¡Lucy!- cuando la vio quiso llorar de felicidad. Estaba viva, aunque científicamente fuera todo lo contrario, para Mina su amiga estaba totalmente viva.

No veía a su amado Alexander y tampoco sabía qué pasaría con Van Helsing. No le importaba, le importaba era Lucy.

-No tengas miedo- le decía su amiga y la sonrisa en sus labios le daba mucha confianza.

Lucy estaba allí y era como un espíritu de la noche que había venido para llevársela, y estaba totalmente feliz por eso.

-Ven, Ilona. Estoy aquí para llevarte con nosotros- la figura de Lucy resplandecía blanca a pesar de toda la oscuridad. La mano suave se extendió hacia ella y la dulce voz agregó lo que tanto estaba esperando escuchar –Y con él. Al fin estarán juntos-

Escuchaba su verdadero nombre después de siglos, Ilona extiende su mano y el rostro le brilla de felicidad.

---*---*---*--- FINAL---*---*---*---

Espíritu de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora