Capítulo VIII

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Kesselen.

-Vamos Rykkyavuc, están esperando a que empieces. -añadió el Rey al ver que Yannerk no empezaba.

-S-sí, claro... Ehm... Heithal, Jaerkyl y Heirkyl. Pasen a la horca. -leyó Yannerk mientras los padres subían junto a su hija a la plataforma de madera.

-Se les acusa de piratería, y en especial a Heithal, de robar un barco de la Marina Real de Kesselen. Y yo les declaro... -siguió leyendo Yannerk.

Y con una lágrima recorriendo su mejilla, dijo lo siguiente:

-Culpables. -

Tras eso, puso la mano en la palanca, y sintiéndose obligado y queriendo tumbarse ahí mismo a llorar, tiró de la palanca, abriendo las trampillas debajo de los piratas y ahorcándolos mientras una sensación de culpabilidad y angustia recorrieron su cuerpo, mientras se le ponían los pelos de punta y de le cortaba la respiración.

-Esto ha salido muy mal, tengo una idea, Yannerk está sufriendo, le tenemos que ayudar. -añadió uno de los tripulantes del barco de Yannerk dirigiendo su mirada hacia los demás miembros de la tripulación.

Tras dos ahorcamientos más, donde Yannerk ya estaba pálido, algo ocurrió que le hizo dejar de temblar. Los piratas que iban a ser ahorcados empezaron a dar golpes con las cadenas en el suelo. Y uno de ellos empezó a cantar.

-Más allá de los mares
Una costa hallarás
El odio por los piratas enfrentarás
Nuestra nación en peligro está
A todos nos matarán. -empezó cantando uno de los piratas.

-Pero lo que no saben
Es que nunca acabarán
Con su amenaza principal
Los piratas vivirán. -

-Sí... -murmuró Yannerk con una pequeña sonrisa en su rostro.

-Hagan lo que hagan
Nuestra bandera verán
Una gran calavera
El sueño les quitará. -continuó cantando una mujer junto a sus dos hijos.

-Y aunque quieran matarnos
Jamás lo conseguirán
Da igual que quemen nuestros barcos
Seguiremos amando la mar
Aunque no podamos hacerlo
Soñaremos con navegar. -

Y empezaron a cantar entre todos, mientras seguían golpeando el suelo con sus cadenas y el Rey y los guardias retrocedían un poco.

-Lucharemos
Sin parar
Los piratas no desapareeeecerán
Y cuando piensen
Que han ganado... -

Justo entonces, la tripulación de Yannerk tiró el cadáver de Rykkyavuc a la plataforma de madera, con el agujero del disparo en el pecho. Entonces, Yannerk se quitó la chaqueta y tiró la camisa con el agujero en el pecho por el disparo, quedando sin camiseta, tan solo con una especie de segunda camisa de color negro y enseñando sus cicatrices mientras sacaba su espada ante el Rey y los demás.

 Entonces, Yannerk se quitó la chaqueta y tiró la camisa con el agujero en el pecho por el disparo, quedando sin camiseta, tan solo con una especie de segunda camisa de color negro y enseñando sus cicatrices mientras sacaba su espada ante el Rey y...

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Throndill: El Árbol Del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora