Epílogo.

318 30 6
                                    

—Fin, listo... Es hora de irnos.

—¡Wow! Esa historia es muy buena. Pero...

Leya se levantó de la banca —¿Pero qué? Vamos, se hace tarde.

Sam se levantó igualmente y sacudiendo su ropa comentó —¿Qué fue de Tomás? En dos años también sería su turno ¿no?

—Mmhm —cerrando un ojo Leya miró el cielo —Hay cosas en las que es mejor no indagar de más...

—No puedo evitar pensar en Cárter, Jennifer, Amanda y Jack... Me suenan esos nombres.

Leya sonríe y alza una ceja —¿De verdad?

Sam hace un puchero —¿Qué tan real es tu historia?

Encogiendose de hombros la peli negra suspira —No lo sé, a veces las historias me vienen de la nada...

[...]

En el parque, una pareja se situaba sobre una pequeña colina. La mujer besaba y besaba a su hijo —Mi niño hermoso... —le hacía cosquillas —¿Te gusta? ¿Te gusta?

El hombre sonreía ante la escena —¿Soy yo? —se pregunta con confidencialidad —Pero creo que estoy celoso de mi propio hijo.

Su esposa le mira divertida —Oh vamos... —se burla, bien sabe que su esposo puede ser infantil cuando menos lo espera —También eres mi amor... —le confirma besandolo en los labios —Y también tú. —besa la frente de su adorable bebé

—Es hora de comer... —él saca los biberones y una sonaja —Hay hambre ya ¿mmmh? —alza una ceja mientras deja a un lado suyo la sonaja, pero con el viento y la colina, ésta rueda lejos de la pareja. —Oh oh... —hace una mueca y alza las manos antes de decir: —¡Zafo!

Ella se ríe y le entrega al niño —Bobo. —se burla mientras se levanta

—Por ti... —responde él divertido.

Sonrojada sacude la cabeza y se dirige por el juguete. —¡La próxima vez tú irás! —le advierte mientras baja la colina

.
.
.

Antes que ella logrará llegar al juguete unas chicas se acercaron y recogieron el objeto antes. Una de cabello negro y otra de cabello café oscuro.

—¿Es suyo? —le pregunta la peli café

—Si si, se nos cayó. —responde ella mirando por encima del hombro a su marido.

La peli negra le entrega el juguete —Aquí tiene.

Ella lo toma rozando ligeramente su mano, y sonríe —Muchas gracias eh... chicas.

—Sam, y no hay de que... —responde emocionada la oji negra —Ya nos íbamos, pero la buena acción del día nos hacía falta, ¿no es así Leya?

Leya asiente y las tres se ríen del mal chiste.

Leya se despide con la mano —Un gusto, cuídense. —y sigue su camino seguida de su amiga.

La mujer sólo les ve alejarse.

.
.
.

—¿No fue genial? Hable con ella... —chilla la peli café

Leya alza una ceja divertida —Lo vi, ¿No querías pedirle su autógrafo también? -se mofa de la emoción de su amiga

—Ja' ja' —gruñe —E-espera... ¡Eso es! —festeja Sam —Tu historia... —le sonríe —No es una historia inventada, ¿verdad?

Mirando a su amiga de reojo, se encoge de hombros —No entiendo de lo que hablas... —responde indiferente.

—¡Joder Leya! —sisea la oji negra —Bien, lo tomaré como un no...

La peli negra sonríe.

.
.
.

La mujer regresa con su familia.

—¿Viste a esas chicas? —le pregunta a su marido

—Claro.

—¿No te parecieron familiares?

Su esposo les mira de nuevo, pero ellas ya casi no eran visibles —Tal vez siempre vienen al parque, por eso te parecen conocidas.

Ella asintió. —Bien, —se sienta en la manta —Se hace tarde. Creo que debemos irnos ya.

Él asiente —Concuerdo, son lobos pero eso no los hace invencibles.

Su esposa sonríe mientras toma en brazos a su hija y le da de su respectivo biberón.

Él amaba a su esposa por sobre todas las cosas y le gustaba ver como llenaba de mimos a sus hijos, aunque a él le dieran de último dichas muestras de amor.
Luego del nacimiento de los gemelos él le había propuesto matrimonio.
Mirando a sus hijos, no podía hacer más, que sonreír como un bobo.
Tanto a él como a ella les tomó por sorpresa enterarse que serían mellizos. Bueno, más a él, quien había tenido que ser atendido luego de haberse desmayado en el consultorio del doctor que atendió a su chica.
Aunque su embarazo fue delicado, juntos lograron disfrutar y superar esa maravillosa etapa, ahora estaban dispuestos a disfrutar la siguiente.

—¿Cuándo iremos al Clan? —pregunta él, mientras le da biberón a su hijo

—Oh, si. Ayer hablé con Tory... El cumpleaños de Matías será este fin de semana, creo que ya es hora de hacerles una visita formal. ¿Te parece bien? Le dije que te preguntaría primero... —no habían podido ir a Atril durante el tiempo que estuvo embarazada por órdenes del doctor, para evitar riesgos durante el viaje.

—Por mi encantado, les debemos mucho y mejor aún, los niños conocerán a su primo.

Feliz, le deja un beso en la mejilla a su esposo —Gracias cariño.

Él la toma del cuello para que no se aleje y susurra contra sus labios antes de besarla con amor —Lo que sea por los tres...

Recogiendo todo luego de alimentar a sus hijos, la feliz pareja regresa a casa abrazada y empujando delante de ellos, una carriola doble.

¡Fin!

Si te Elijo... | Historia Corta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora