Ahí me encontraba al frente del chico que se llevaba la mayor parte de mis pensamientos, mis piernas empezaban a sentirse débiles igual que mis panties que sentía que en cualquier momento se iban a resbalar por mis piernas accidentalmente de tanta intimidación por parte del muchacho.
¿Me estaba hablando o era un sueño más? Y de sueños sabía mucho porque él siempre rondaba por mi cabeza en las noches cuando estaba apunto de pegar el ojo para descansar. Mi conciencia me regañaba haciéndome aterrizar, mi mano derecha se unía con la izquierda y pronto empezaba a guardar los gruñidos.
Me duele.
Me decía a mi misma, inconscientemente cuando tengo un pequeño ataque de fobia social, llevaba mis uñas a mi piel pellizcandome para evitar entrar en colapso, sí, tengo ansiedad social, la masa de las personas me vuelve loca, me hace sentir un dolor en el pecho realmente espeluznante haciendome querer huir de ahí, por eso no tengo amigos, socializar no es lo mío.
¿Y bien? ¿Acaso el ratón se comió tu lengua? — reprochaba aquel muchacho que estaba frente mío.
Tu puedes comertela si deseas.
¡Basta Alya! Sé fuerte, resiste, sólo saluda, es todo lo que tienes que hacer.
Por un momento miles de letras pasaban por mi cabeza intentando encontrar la palabra adecuada para decirle al chico que tenía en frente, mi lengua se enredaba rápidamente y abría y cerraba la boca sin pronunciar nada, simplemente le daba la espalda nuevamente.
¿Es en serio Alya? No puedes ser más tonta porque no puedes.
Oh vamos, ¿es en serio? — gruñía aquel chico, ¿qué quería? ¿por qué los hombres no se comunicaban y ya? Nos harían la vida fácil.— Al parecer te doy miedo.
Ahí tocó mi fibra más delgada, ¿no les pasa que no tienen autoestima pero tienen el ego por los cielos? Bien, esa soy yo, Alya Parker, la chica insegura pero que no se dejaba pisotear.
¿Crees que alguien como tú me daría miedo? — dije burlandome aún dándole la espalda.
¿Y por qué no me lo dices mirándome? ¿Acaso la señorita le da miedo estar frente al chico que le gusta? — diría gozoso.
¿Qué? ¿De dónde sabía eso? Por favor que no sea eso, por favor que no sea eso.
Me repetía a mí misma hasta que nuevas palabras salían de su boca.
Así es, Alya no sabe entregar cartas correctamente —se burlaba.
Flashback.
¿Entonces esta es para los McGregory y la otra para la señora Sofía? — pregunté a mi madre mirándola.
Así es hija, te pido que las entregues lo más antes posible, ¿podrías? —preguntaba tiernamente mientras esperaba respuesta.
Si mami, ya voy, dame unos minutos y tomo mi abrigo. —dije.
Subí rápidamente a mi cuarto mientras miraba mi escritorio, y un cuaderno de matemáticas llamó mi atencion, abrí aquellas hojas y encontré aquello; ahí había escrito una carta hace algunos años sobre cuánto me gustaba Júpiter McGregory, era tan tonta.
Había decidido dejar eso atrás como si fuera un pasado vergonzoso así que tomé esa carta y mi abrigo y bajé rápidamente las escaleras dirigiéndome al condado donde vivían los McGregory y al ver el buzón tomaba la carta que decía "McG" y la dejaba en el buzón azul mientras corría hacia la casa de la señora Sofia la cual era amiga de mi madre.
No contaba con que aquella noche era lluviosa y que una de las cartas se me había caido mientras corría.
Fin del flashback.
Recordaba aquello como flash y abrí mis ojos asustada, así que él había leído todo eso y nunca llegó a las manos del padre de Júpiter la solicitud por parte de la escuela que habia sido aceptado para el cargo de director, no puedo ser más tonta.
Pronto caí en cuenta que no quería que me hiciera sentir mal así que apretaba con fuerza mi paraguas y lo miraba fijamente a los ojos alzando mi cabeza ya que era bastante alto.
Mira Júpiter, sé lo que tu ego cree y no, eso fue pasado, ya no juego a historias de damiselas y príncipes, estás en el olvido para mí.— dije casi segura creyendome esa mentira.
¿No?, ¿Entonces no te importaría que me acercara para besarte? —diría acortando un poco de distancia conmigo.
¿Por qué me dejaría? ¡Alejate de mí! Apestas a cigarro y a menta.— solté aquellas palabras nerviosa.
La chiquilla está nerviosa, otra cualidad, tiemblas como pollo con frío.— evité reír
Definitivamente tus analogías no son las mejores, y aléjate de mí —dije.
Pronto me haría a un lado queriendo caminar hasta la salida de aquel cementerio, realmente quería haberlo besado y disfrutar de sus labios pero no podia dejar que mi orgullo temblara.
Desearás no haber rechazado esto Alya Parker —diría alto.
Eres muy parlanchin ¿te lo han dicho? — comuniqué mientras arqueaba mi ceja.
Notaba como una risa arrogante salía de su boca y mis ojos viajaban hasta su pecho donde se marcaba ligeramente gracias a la lluvia que caía esa noche, bendita virgen que me hizo débil a la carne.
Y tu eres una chiquilla insoportable, aunque no me importaría que esos quejidos fueran en mi oído —diría de forma seductora.
Pronto mis mejillas tomaron posesión de un color rojo intenso ¿por qué decía esas cosas? ¿Acaso no le era suficiente molestarme con la carta y con mis sentimientos?
Ni en tus sueños más salvajes —le reté.
Ya veremos eso Alya. —musitaba
Mi nombre en su boca sonaba bastante sensual ha decir verdad, mi corazón casi se queria salir de mi pecho, muchas emociones por un día, ¿por qué había tenido interés si quiera en acercarse a mí? ¿Que estaba empezando a jugar?
Pero eso no se quedaría ahí, si el quería jugar, le enseñaré quién creó el juego.
Prepárate, Júpiter.
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Invisible para ti.
Teen Fiction¿Quién ama el cielo? Probablemente muchas personas lo hagan, muchos disfrutan aquella brisa fría rozar con sus mejillas dejando que estas se relajen al momento de alzar la vista y notar cada estrella titilando en medio de aquel cielo inalcanzable. ...