- • Capítulo 7 • -

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Sentada en mi puesto correspondiente, ladee mi cabeza para así encontrarme con sus ojos cafés. El acento era bastante distintivo así que sabía inmediatamente de quien se trataba, y no porque hablara con él seguido, pero, sí era un poco más amable que su mejor amigo. Acto seguido de mirar sus ojos deslicé mi mirada a lo siguiente que se notaba provocativo en su rostro; sus labios. Tales carnosos labios se movían gesticulando una nueva oración.

Sí, lo que tú digas, lindo.

Pensaba en las nubes deleitándome del hermoso rostro que tenía en frente hasta que mis oídos se afinaron a su voz que me llamaban nuevamente para repetirme la pregunta como si no bastara con la primera vez.

¿Puedo sentarme acá? — preguntó Lucas algo nervioso rascándose su cuello indicando pequeños indicios de timidez.

Oh, sí. Claro, no hay problema. — dije esbozando una sonrisa enorme mientras miraba sus movimientos.

Lo siento, no quiero incomodarte, en cuanto lo haga avísame ¿sí? — mencionaba de manera dulce mientras acomodaba todo en su asiento.

¿Cómo explicar a Lucas en términos coloquiales y sencillos? Lucas es un oso cariñoso. Fin.

Broma, pero en parte era así; Lucas es el tipo de persona a la que quisieras contarles todos tus secretos y toda tu vida sabiendo que no te va a juzgar. Sus hermosos hoyuelos perfectamente marcados al sonreírte hacía que te sintieras cómoda, pero, al ser así obvio esto le causaba problemas entre las chicas. Siendo honestos, como seres humanos dependientes emocionales, tendemos a no querer diferenciar entre amabilidad y sentimientos, solo porque necesitamos sentirnos amados de cierta manera. Y para la desgracia de un Colombiano de intercambio que es equivalente a un algodón de azúcar, esto era un problema interminable. Lucas era totalmente lo puesto a Júpiter, eran simplemente el yin y el yang, y ambos eran jodida e indiscutiblemente guapos.

No me vas a incomodar, estate tranquilo — reí para hacerlo sentir en confort y procedí a hablar — es más, si quieres para romper hielo haremos el siguiente trato.

Hablé sin pensar en lo que me estaba metiendo.

¿Trato? — preguntó algo intrigado ante mi maravillosa (no tan fantástica) idea.

Sí. Para que te sientas de utilidad — ¿En serio eso dijiste Alya? — puedes ayudarme con álgebra y yo estaré feliz de ayudarte con clases de inglés. — dije con orgullo como si eso fuera de que estar feliz.

¡Necesitaba ayuda! Soy de lo peor con los números, y peor cuando estos se convierten en letras. ¿Por qué para alguien fue gracioso convertir un dos en una "a"? ¿Tan aburrido vas a estar? En fin, ¿qué tan malo podía ser pedirle ayuda a uno de los más lindos del salón? Nada. Era simplemente la cosa más inocente del mundo.

Acepto. Me parece un trato justo, después organizamos los días que podríamos salir para estudiar. — mencionaba con cierto brillo en sus ojos y mostrando sus perfectos dientes.

¿Salir? ¿Yo? ¿Lucas? Estas palabras simplemente no estaban bien en una oración. ¡Pero claro, Alya, fue tu idea!

La clase comenzó y miles de preguntas sobre la asignatura daban vueltas en mi cabeza, mi corazón fue creado para ser una artista, no para esto. Asimismo pude darme cuenta que Júpiter había faltado estas dos primeras horas a clase, ¿estará bien? Me preocupaba saber donde se pudo haber metido.
Al sonar la campanilla todos agarramos nuestras mochilas y decidimos salir del aula. Noté como el castaño alzaba su mano despidiéndose de mí, por lo cual realicé lo mismo. Pronto, agarré mis audífonos y me coloqué uno de ellos y así deambulé por todo el lugar sin rumbo alguno. Muchas veces sentía que mi cabeza era un problema, ¿es normal que una persona tenga tantos pensamientos en microsegundos? Peor aún, ¿es normal que esos pensamientos sólo sean cosas negativas o posibles acontecimientos graves? Es decir; ahora mismo me encuentro pensando donde pudiera estar Júpiter, ¿tranquilo, no? Pero, en mi cabeza hay posibles escenarios donde Júpiter en estas dos horas fue arrestado, o le cayó un árbol encima, o se lo llevó un perro en la boca. Mi punto es, para otras personas simplemente es "Júpiter faltó a estas dos horas, debe estar distraído en otro lado". ¿Acaso soy la única?

Dejando de lado estas cosas, me logré ubicar en el área del campus, al parecer el equipo de la escuela estaba entrenando para las finales, otro lugar donde no estaría Júpiter. Sin embargo, para mi desgracia, sentí su voz cerca de mí, o para ser exactos: en mí oido.

¿Qué tal la clase? — susurraba sin descaro en mi oído haciendo que mis pelos temblaran de nervios si tal cosa pudiera pasar, y probablemente otra cosa también.

Ah, ¿ahora te interesas por mí? — pregunté con un tono soberbio.

¿Por qué tienes que ser tan rencorosa, Alya? ¡Lo del carro pasó hace unas cuantas horas!

¿Por ti? No es algo que pase por mi cabeza, aunque tampoco te pediría los apuntes, si fuera por eso me harías perder la beca — se burlaba sin compasión lo cuál provocó más ira en mi interior.

Calma, Alya. Sólo es un imbécil más.

Me dije a mi misma y volteé mi cabeza para enfrentarlo frente a frente pero al mirarlo, simplemente ya había desaparecido. ¿Dónde se había metido?, ¿Cuantos años se cree que tiene? Ya está algo mayor para molestar a gente inocente. Para restarle importancia solamente me concentré en el entrenamiento y como si fuera de gran ayuda, el tiempo pasó en un santiamén, era momento de ir a las ultimas horas de clase donde no me encontraría con el sombrío de Júpiter; hora de literatura, momento feliz.

Sentada en mi puesto, esperando al profesor sentí una pequeña vibración en mi bolsillo, era mi celular.

"¿Te he dicho lo hermosa que te ves concentrada?"
- A

¿Quien mierda era A? ¿Acaso estábamos en la secuela de una de mis series favoritas Pretty Little Liars?

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⏰ Última actualización: Jun 29 ⏰

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