-Femina, 20 años, estaba en el entierro de su padre y se desmayó.- hablaba con gran desdén el acompañante de la castaña.
-Esta bien, sé quien es yo me encargo.- solo termine de hablar y el tipo se fue, la dejo sola.
Tenía la piel blanca como la nieve, es increíble que dormida si parece un ángel. Tomé sus signos vitales, ordene una serie de exámenes para descartar mayores complicaciones, aunque claramente fue el dolor y estrés de su día a día las que llevaron a su colapso.
-Doctor, lo esperan en recepción.- la enfermera de urgencias me interrumpió el pequeño encuentro que tenía con tu belleza externa, sin embargo debía irme.
Tome mis cosas, dirigiendo me a la gran cortina que cubría el pequeño espacio.
-E...espera...- su voz, no cualquiera, una la cuál se encontraba cansada de tanto dolor.
Voltee y la Vi, sus nudillos acariciando sus párpados, tratando de recordar dónde estaba.
-Estas en el hospital, te trajeron porque te desmayastes un hombre llegó contigo y se fue.- ahora de ser un ángel volvió a lo que yo había visto la primera vez que la tope.
-¿Tú? Porque siempre me sales en todo, ¿Me estás buscando o siguiendo?... Eh... Déjalo no importa, ¿Puedo irme ya?- impaciente pero adorable, me gusta.
-Aún no, debes esperar que ese suero baje por completo.- dije señalando la pequeña bolsa que colgaba de una esquina de su camilla.
-Okey, puedes irte.- pufff, la ayude y ni gracias.
-Al menos un 'Gracias' no estaría nada mal, ¿O sí?.- dije esperando una crítica por mis actitudes anteriores.
-Es tu trabajo.- ya veo, que carácter.
Di la vuelta saliendo al pasillo, la verdad si me causo gracia, parecía una niña, además de que no esperaba nada de su parte por como fue mi trato en los dos encuentros anteriores.
Una pequeña risa salió de mi boca, continúe mi camino.
Ojalá pueda verte pronto pequeña.
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Rosalinda:
Abro mis ojos y lo primero que veo es la silueta de un chico, cortinas y yo en un camilla... Dios, estoy aquí.
-E...espera...- con mis pocas ganas de hablar salió eso de mi boca.
Estaba escuchando pero mi cabeza se encontraba en otro lado hasta que se volteo y lo ví.
-¿Tú? Porque siempre me sales en todo, ¿Me estás buscando o siguiendo?... Eh... Déjalo no importa, ¿Puedo irme ya?- tengo mi paciencia al límite, no pude ver el entierro de mi papá y ahora estoy con este aquí.
Me indico que no podía irme hasta terminar el suero, en fin que puedo hacer...
Todo el rato que pase aquí se hizo extenso, veía el reloj de mi muñeca y cada minuto lo sentía como si fuesen horas pasando, para colmo el maldito suero no pasaba rápido.
Dieron las 10 de la noche y al fin me dejaron irme, tomé mi celular, llamé un Uber, pero no contesto, tocará esperarlo en la parada.
Llegué a la caseta de taxis cuando un auto negro se paró frente a mi, el conductor bajaba lentamente la ventana y no, otra vez no.
-¿Te llevo a casa?- su voz nuevamente penetrante, el robot se hizo presente.
-No, vienen por mi.- dije mientras miraba a mi alrededor esperando encontrar algún Uber, pero para mí desgracia no había absolutamente nadie.
-Okey, si estás consiente que los Uber dejan de pasar a las 9 pm por este hospital, ¿verdad?- rayos, no recordaba ese pequeño detalle.
-Por esta vez tomaré tu favor.- abrí de mala gana el auto, entré.
-Pon la dirección en el GPS.- inicio el andar mientras yo indicaba dónde era mi casa.
-Vivimos en el mismo vecindario, si gustas puedo traerte más seguido.- no podía creer lo que había escuchado, en fin, ahora lo veré más seguido en el hospital y por si fuera poco mi vecindario.
-No, solo está vez, tengo mi auto.- por suerte solo eran 15 minutos de camino.
Carraspeó dándome una mirada fugaz.
-¿Qué?- lo observó desconcertada.
-Lamento haberte tratado mal cuando nos topamos en el pasillo, ese día no fue tan agradable como los demás.- ¿Estaré soñando o en realidad este se disculpo conmigo?
-Eh, no pasa nada.- voltee hacía la ventana y no se volvió a mencionar palabra.
~15 minutos después~
Paramos en lo que aparentemente era mi casa, se bajó rápidamente, abrió mi puerta.
-No era necesario, pero gracias.- me baje, tomé mis cosas y voltee para despedirme.
- Cuídate.-
-Igual, nuevamente gracias.- hablé mientras me despedía con la mano.
-Deja de agradecer tanto.- subió a su auto, arrancando en dirección a su hogar.
Bueno, llegué.
Ver mi casa sin luces encendidas, con ambos autos estacionados en la cochera me da nuevamente el golpe de realidad al que atravesaba.
Mi papá en realidad se fue y estoy sola en esta casa, en este mundo.
A duras penas pude abrir la puerta de entrada.
No Rosalinda, no llores.
-Ya... llegué... Pa...- mis ojos se inundaron de lágrimas, estamos yo mi gato y su recuerdo.
Amaré hasta el final tu recuerdo así como el de mi mamá, Gracias Totales Papá.
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Sin Querer Queriendo
Teen FictionNo sabemos cómo será nuestro reaccionar al conocer a una persona nueva, sin embargo Rosalinda es la excepción. Acompaña a Rosalinda, descubre su historia y la manera en que un desconocido se vuelve alguien especial... Sin querer queriendo.