Extra 4 [Editado]

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Extra 4

Narra Lucía

Ya amaneció y vivo un día más. Con paciencia abro los ojos y me estiro. Miro abajo y observo mi gran barriga de nueve meses.

—Hola mi niña hermosa —porque sí, Cole y yo tendremos una niña. La pobre, el trabajo que pasará con el padre celoso que tiene.

Me levanto de la cama y me vuelvo a estirar. No lo niego, mi barriga pesa. Me dispongo a arreglar la cama, pero es aquí cuando me doy cuenta de que he roto la fuente. Miro la mancha como de agua en la sabana, sintiendo la humedad entre mis piernas.

Rápidamente, me pongo alerta y llamo a Cole:

—¡Cole! —grito

—¿Qué pasó? —pregunta al llegar tranquilamente.

—La bebé llegó —Mi esposo se pone pálido y en ese instante se desmaya. —. ¿En serio? ¿No podías encontrar un mejor momento para esto? Menos mal que aún no me han llegado las contracciones. —Pero si como fuera cosa de hablar, un dolor punzante e insoportable me da en la parte baja del vientre. Me quejo de dolor, soltando con un grito agudo.

Decido llamar a mi mejor amiga y cuñada Alison. Fue la primera persona que me vino a la mente.

—¿Quién tiene la osadía de levantarme a esta hora? Son las seis de la mañana, estoy embarazada y debo dormir.

—¡Estoy al dar a luz y tu hermano se ha desmayado cuando le dije que he roto aguas! —grito desesperada, llorando y quejándome del dolor.

—¡Oh dios! ¡Seré tía! Tranquila, ya le digo a Ethan y vamos para allá. Tú vete a cambiarte de ropa y deja a mano la bolsa con las cosas de la niña y tu ropa.

—No te demores, por favor. Me duele.

—¡Ya vamos! ¡Ethan! —cuelga y yo me dispongo a hacer lo que me ha dicho.

Cuando estoy vestida voy a la habitación a buscar la bolsa que tiene las cosas del bebé y las mías. Veo que Cole ya está consciente, pero algo sonso, en el piso.

—Tuve un sueño raro, soñé que me decías que estabas de parto y que me desmayaba. Hasta me caí de la cama, que sueño más real —ríe nervioso y yo quiero matarlo.

—Estoy. Al. Dar. A. Luz —Suelto cada una de las palabras despacio y separándolas. —. Tu hermana y su marido vienen a llevarme al hospital. Porque el inútil de mi esposo se desmayó. Apártate.

—Es verdad, mi hija nacerá —está paralizado y murmura eso y otras incoherencias más.

(...)

La doctora viene a chequearme nuevamente a ver cuánto he dilatado.

—Siete centímetros. En unas horas ya estarás lista.

—¿Horas? —me quejo. Es que duele.

—Lo siento, como te dije al llegar, eres primeriza; así que el parto puede tardar horas —sin más se va.

—Dios, última vez que me embarazas —le digo a Cole que está sentado en el sofá en un lado de la habitación comiéndose las uñas del nerviosismo.

—Todas dicen lo mismo —se deja de comer las uñas para hablar y se atreve a rodar los ojos.

—¡Claro, si duele un mundo! ¡Los hombres lo dicen tan tranquilamente porque no son los que dan a luz! —Le grito. —Además, yo de toda una vida he querido un solo bebé.

—Pues yo quiero un mini Cole, así que aguantas —lo miro entrecerrando los ojos y una contracción llega, cada vez están más rápidas.

(...)

—Contaré hasta tres y vuelves a pujar —me dice la doctora, porque sí, estoy ya dando a luz.

—Duele —digo con las últimas fuerzas que me quedan.

—Tranquila cosa, ya pronto la niña estará con nosotros —me dice Cole aguantándome la mano.

—Ya se le ve la cabeza, puja una vez más. Tú puedes —Asiento a lo que me dice mi doctora. —. Uno, dos, tres. ¡Puja! —Y así hago, enseguida un grito agudo inunda la habitación. Mi niña ya nació. Y como no, Cole se volvió a desmayar.

Narra Alison.

Ya la pequeña Angeline nació, hace dos semanas. Es una muñequita, tiene unos cachetes redonditos que dan ganas de besarlos todo el tiempo. Cuando nació, no era hermosa; pero eso es típico en los bebés recién nacidos.

¿El nombre es lindo?

Pues se lo dije yo a Lucía. El nombre tenía que empezar con "A", ya que seré la tía favorita y divertida. Sí, el nombre de mi hermana también empieza con "A". Pero ella será la tía amargada y solterona.

Ahora que he tenido más interacción con bebés, los deseos de que Noah venga al mundo se incrementan. Por suerte solo quedan unas pocas semanas. Las cuales tiene que aguantar, pues no tengo nueve meses. Falta una semana.

Que rápido que se va el tiempo, parece que fue ayer cuando el tés de embarazo dio positivo. O cuando escuché el corazón de mi bebé, cuando dio su primera patadita... Son momentos que me gustarían volver a tener, aunque claro, el próximo bebé será cuando Noah tenga cinco años. No puedo volverme loca con dos niños pequeños a la vez.

Y digo todo esto ahora, pero según mi mejor amiga, cuando uno experimenta lo que es el parto, aclara muchas ideas. Así que ya veré que pienso luego de experimental tal dolor.

Cuando me enteré de que iba a tener un pequeño Ethan, enseguida el nombre que me vino a la cabeza fue ponerle el de mi actor favorito, Lee Min Ho. Así que quedaría, en coreano, Park Min Ho. Pero mi esposo se opuso, así que elegí Noah. Un nombre pensado hace mucho tiempo.

Ay, pero me hacía tanta ilusión ponerle Min Ho. No sé por qué le hago caso a Ethan, al final la que lo va a dar a luz soy yo. Mejor como chocolate y me calmo antes de alterarme. Hace una semana que no lo pruebo. La doctora me lo disminuyó, o mejor dicho, me lo eliminó. Pero me es imposible no comerlo.

Narra Ethan

—¡Pero amor, no me tires del cabello!

—¡Que importa tu cabello, me duele demasiado! ¡Y aun así te atreves a prohibirme que lo llame Min Ho! ¡Yo soy la que sufro, tú no aguantas este dolor! —porque sí, Alison está de parto.

—¡Mi hijo me va a conocer calvo, Alison! Por favor, suéltame —ella me hace caso. Dios, como me duele mi cuero capilar. Ahora me toma la mano y aprieta con fuerza.

—Lo siento, pero dile a la doctora que me ponga algo y me lo saque. ¡Me duele! —No hago nada porque ella no me suelta. —¡Imbécil, hazme caso! —Me suelta y me pega.

-¡Aish! Ya voy —voy sobándome el golpe en busca de la doctora.

(...)

Y luego de unas horas de tortura, logro tener a mi hijo en brazos. Tiene los ojos rasgados igual que yo.

—Parece que será chino —comenta mi cuñada, Anabel, que vino desde Londres.

—Coreano, mi hijo es coreano. Menos mal que Ethan lo hizo bien. ¡Ay! Tanto amor a los coreanos, que incluso quería uno, y ustedes con su imposible y ahora tengo un esposo e hijo así, coreanitos. —Dice contenta. No sé de dónde saca tantas fuerzas para hablar tanto. Yo no fui el que dio a luz a un bebé y parezco que me han pasado veinte camiones por encima. Tal vez haya sido el maltrato hacia mi persona. —Ethan, amor, recuerda que tienes que darle la nacionalidad a Noah. —Asiento cansado entregándoselo. Ella lo carga y se lo pone en su pecho, ya que estaba haciendo puchero por tener hambre. El niño ya nos demostró que tiene fuertes pulmones, así que no queremos que llore...

N/A

Y este es el último extra, espero hayan disfrutado ❤️

En busca de un coreano ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora