3 - Adaptación

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Martes.

Iba rumbo a la tiendita de dulces de la escuela, contando mis billetes para comprar tantas gomitas de frambuesa como pueda.

—¡Azul!— me dieron un pequeño grito de llamado, al instante tenía a David caminando conmigo a mi izquierda —Hola Azul, ¿Qué haces?.

Ni si quiera le dirigí la palabra ayer y ya me estaba tratando como amiga cercana, ya ni los del salón en los cinco años que llevamos de conocernos.

—Voy a comprar.

—Pues yo estaba jugando fútbol, pero te ví pasar y quise venir a saludar.

—Aaa.

—¿Eres muy tímida verdad?— preguntó riendo.

—No.

¿Por qué todos confunden la timidez con el simplemente ser callado?

—Bueno y las niñas de ayer no te han dicho nada nuevo hasta ahorita, si te molestan otra vez me puedes decir si quieres.

—Gracias, no me han dicho nada.

—Me alegro por eso, volveré a jugar fútbol, nos vemos luego Azulita.

¿Azulita? Nunca me había gustado que me llamaran por apodos infantiles, ni si quiera cuando literal era una niña pequeñita.

Finalmente llegué a mi destino, la mejor parte de toda la escuela... ¡La gloriosa tienda de dulces!.
Me alcanzó para comprar varias gomitas sabor frambuesa que tanto amo.

Miércoles.

¡Ouch! Ese raspón de rodilla debió doler, pensé, una chica de primer grado se había tropezado mientras caminaba con sus amigas, pero está bien, así como calló se levantó y siguieron con su caminata como si nada, yo hubiera llorado.

Dí otra mordida al sándwich de pollo que tenía en mis manos y quité mi vista de las chicas caminando y la cambié hacia enfrente por inercia.

Ví como David venía desde la cancha, claramente venía para acá.

Oh no, había algo en este niño que comenzaba a caerme mal, no sé, nunca me he sentido cómoda con personas extrovertidas.

—Hola— saludó, quedando frente a mí y bloqueando toda la hermosa vista que siempre admiro.

—Hola— dí una mordida a mi sándwich.

—¿Siempre te la pasas aquí cierto?.

Asentí.

—Wow, como lo haces, yo que tú me aburriría— rió.

No quise decir nada así que también dí una pequeña risa forzada para no hacer las cosas incómodas.

Primero me defiende con unas niñas que me estaban llamando aburrida y ahora me confirma que soy aburrida.

—Oye y podrías hacerme el favor de guardar mi celular y dinero, en un rato empezamos a jugar fútbol y yo siempre dejo mis cosas dentro de mi mochila en el salón, pero no me da tanta confianza, me lo podrían robar.

No te da confianza dejar tus cosas en tu mochila, pero si a una niña con la que recién tienes interacción, yo bien podría ser una ladrona, claro que no lo soy, pero la posibilidad siempre estará.

—Aa, ok— acepto, no me quita nada y solo me muevo de aquí para ir a la tienda.

Me entrega el teléfono y su dinero y yo me lo guardo en el bolsillo de la falda.

[✓] BullyingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora