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—Así que las cosas no están bien en casa.

Satoru le mira desde arriba, con los lentes cayéndose por su nariz y el despampanante celeste de sus ojos brillando entre la poca sombra que su figura le ofrece desde su posición. El cielo está más que despejado y si el sol no les está pegando directamente es porque pudieron hallar un rincón con sombra dentro del patio de la casa del albino.

Niega suavemente con la cabeza en los muslos ajenos. Suspira cubriéndose los ojos con el antebrazo, no quiere que Satoru vea lo agotado que está.

—Es lo normal, supongo —murmura—. Estoy acostumbrado.

—Eso no quita que estés cansado —los dedos fríos de Gojo se cuelan entre su pelo y acarician los costados de su cabellera—. Ven a vivir con nosotros, mis padres te adoran.

La risa de Satoru le rodea y sonríe con él. Sin gracia, en el fondo.

Decir que no quiere dejar su casa sería una vil mentira. Por supuesto que le gustaría salir de ahí, y si pudiera hacerlo junto a Satoru sería mucho mejor.
Pero tampoco puede mentirle ni mentirse. Fácilmente podría describirse a sí mismo como un cobarde, y no le enorgullece, pero sabe reconocer que jamás sería capaz de huir.

Huir.

La tan sola palabra le amarga la saliva y de cierta manera le llena de angustia. ¿Tendría el valor de hacerlo? Por supuesto que no.
Aveces lo piensa más de lo que le preferiría, y termina en que quisiera poder ser como él. Demasiado despreocupado como para siquiera pensarlo antes de hacer lo que sea que se le venga a la mente o se le ponga en frente. Sí... realmente le gustaría poder ser así de estúpido, tanto así como para que no le preocupe el qué dirán o qué sucederá después de actuar.

Porque al final la ignorancia es un privilegio, y él está maldito con la desgracia de pensar de más. Darle tantas vueltas a las cosas hasta el punto en el que el miedo es más fuerte que cualquier deseo.

—No lo sé —duda si decir directamente que no. Su cabeza trabaja tan rápido que parece desesperada.

—No lo pienses —habla de golpe Satoru—. Es sólo una broma... A menos que sí quieras, claro —aclara rápido y torpe.

Geto ríe volviendo a verle a los ojos.

Le alegra estar así. Poder tenerlo cerca le alivia, repara sus días y hace que la vida sea menos difícil. Es consciente de lo afortunado que es por tener a Satoru como su mejor amigo, aunque es gracioso, porque sabe que nadie puede soportarlo tanto como él lo hace siempre, pero le gusta tenerlo cerca.

Aunque jamás lo diría en voz alta.

—¿Cuáles son tus planes, Satoru?

—¿A qué te refieres?

—Después de la preparatoria, ya sabes: trabajo, universidad, drogas, etc.

Gojo le mira dudoso, aún con los dedos enredados en su pelo. —Aún no lo he pensado. Aún queda más de un año.

—Lo que sea que hagas... —murmura mirando hacia el cielo—. Por favor asegúrate de que podamos vivir juntos.

[...]

cerebro frito con la universidad @.@

blameworthy ¦ satosuguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora