✵ Capítulo cuatro

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Deseo numero tres de Samantha Willows; en este punto desearía que no me siguieran castigando

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Deseo numero tres de Samantha Willows; en este punto desearía que no me siguieran castigando.

(¡Pero él empieza y yo no me voy a dejar!)

▬▬▬▬▬▬ ¿Este es el castigo número...? —murmuró Samantha mientras dejaba un polvoriento libro en el carrito que yo arrastraba.

Tosiendo, por el polvo que levanto el libro, le contesté; —Veintiséis. A este paso deberíamos de sabernos de memoria la biblioteca entera. Desearía tener la memoria de Zazu, pero tengo la de Dory.

Ella ocultó la risa. Nuestra última pelea nos había vuelto a acarrear un castigo. Ahora estábamos pasando algunos libros de la bodega hacia la biblioteca y estaban tan llenos de polvo que me empezaba a dar alergia. Soy alérgico al polvo, en realidad a muchas cosas pero esa no era la historia.

—¿Quien es Zazu...?

La mire levantando una ceja, con incredulidad.

—¿Como no sabes quién es Zazu? ¿Si quiera tienes cultura, Belcebú? —sentí el libro impactar en mi cabeza. Solté una risa y después un estornudo. Si, muy extraño, pero eso pasa cuando te ríes y tienes alergia—. Ay, mi cabecita.

Ella rodo los ojos.

—¿Me vas a decir o que? —vi que se volvió hacia las enormes cajas detrás de ella y se puso de puntillas para alcanzarla. Era bastante baja.

—Sigo sorprendido que en tus trece años de vida aún no sepas quién es Zazu, es cultura general, Ser del Infierno —le dije, divertido viendo el esfuerzo que estaba haciendo para alcanzar la bendita caja—, es de una película llamada El Rey León. Es un como un consejero, habla mucho, vigila la sábana  y lleva información a Mufasa. Deberías de ver la película, mi personaje favorito es Timón.

—Me suena —murmuró, sin prestarme mucha atención por estar concentrada en su tarea—, tal vez mi tía la haya visto. No veo muchas películas, paso más tiempo estudiando o entrenando. —se encogió de hombros.

Lo decía con tal naturalidad que me sentí hasta mal. Teníamos la misma edad y yo me sabía todas las canciones de Disney de pies a cabeza (razón por la que mi madre me había prohibido ver Disney por un tiempo, la harte de tanto canto), mientras que ella se la pasaba estudiando. Si para mí era un infierno estudiar, para ella que lo hacía como si fuera su vida entera, debía ser peor.

Hasta sentí empatía.

—Solo veo películas cuando viene mi tía de visita —sonrió como si le encantará recordarla. Me di cuenta que sus ojos castaños vagaban hacia el brazalete con dijes en su muñeca. Nunca me había parado a verlo bien, pero ahora me di cuenta que los dijes eran de formas de flores; un tulipán y una margarita, y al lado de cada uno había una letra; S y M—. Ella siempre me lleva al cine, y a comer helado, me regala alguna cosa y disfruta de pasar el tiempo conmigo.

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⏰ Última actualización: Sep 27, 2021 ⏰

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𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐀 𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐕𝐈𝐕𝐈𝐌𝐎𝐒 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora