✵ Capítulo tres

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2. Deseo número dos de Samantha Willows; ser la mejor en todas las clases, sin excepción, para poder graduarme con honores.

(Me castigaron la primera semana, maldito vecino. Espero que mi madre no lea esto)

▬▬▬▬▬▬ El colegio era un caos desde la llegada de la cerebrito Samantha Willows.

Yo nunca había sobresalido en mis clases, en realidad nunca me importó mucho puesto que la ciencia y todo lo demás me tenía sin cuidado. Pero ella parecía querer sobresalir incluso en las que yo era el mejor.

Arte, por ejemplo. No era el mejor dibujando, pero lo intentaba y sobresalía por sobre los demás chicos. Pero ella llegó con el apodo de Picasso, el profesor le decía hasta maestra los siguientes años.

¿Idiomas? La pobre hablaba hasta francés. Y digo pobre porque, para tener diez años (casi once), y saber francés, en verdad tuviste que llevar un horrible régimen para aprenderlo al pie y a la letra como ella lo sabía.

Era buena en absolutamente todo. La mejor de nuestro año y la que encabezaba la lista de chicas más inteligentes del año. Inclusive también la de las chicas más guapas.

Escuchaba a muchos hablar sobre ella. Samantha Willows, la cerebrito con ojos lindos de nuestro año. Los profesores la adoraba y la tenían en un pedestal por ser tan amable, empática y dar la cara por todos los de nuestra aula en cualquier competición del colegio.

Tal parecía que el único que estaba bastante claro que ella era un demonio era yo.

Nuestro colegio era privado y un tanto caro, pero valía la completa pena porque enseñaban tanto como podían de una manera sana y te preparaban para el futuro. Cosa que muy pocos colegios hacían. Era muy lindo y muy bueno, sus instalaciones siempre estaban pulcras y todo había ido muy bien hasta nuestra llegada.

Yo llevaba estudiando tres años en ese colegio después de que me expulsaran por iniciar una pelea en el anterior. Me había mantenido tranquilo, no había molestado a nadie y procuraba ser el chico estrella en la buena educación casera. Pero con la llegada de mi vecina al infierno, ahora era todo lo contrario.

—Te lo advierto —empezó Nolan, cosa que me causaba risa puesto que él era peor que yo—. No te metas con la nueva favorita de los profesores. Que te lo digo yo, es un consejo de hermano.

Rodé los ojos.

Ninguno de los dos buscaba meterse con el otro, era como cosa del destino que nos lanzaba contra el otro y causabamos un desastre que llamaba la atención de los altivos.

Las primeras semanas fueron bromas tranquilas sin problemas graves, pero después fueron aumentando.

—Ella empezó —le decía con molestia a Nolan mientras él trataba de quitarme pegamento de la oreja—. Cuidado con lo que haces.

𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐀 𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐕𝐈𝐕𝐈𝐌𝐎𝐒 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora