🩹ᴀꜱʜ ʟʏɴx🩹

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🔗Pedido anónimo🔗

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Un escandaloso ruido metálico, el rechinar de la oxidada cerradura y la puerta principal se abría de igual forma que mis resecos párpados. Las resonantes pisadas del conocido intruso se desperdigaron por el acogedor piso de dos ambientes. Lo sentí de pie en el costado derecho de la recámara, perezosa me hice a un lado y su calmo pecho se acopló a mi espalda. Su cuerpo estaba helado. Me dí la vuelta mirando los primero rayos de luz entrometerse por la cortina blanca de la ventana, acomodé la colcha y nos cubrí a ambos.

- No quise despertarte- sonaba ronco y cansado-. Buenos días.

- Creí que no vendrías hoy, te esperé para cenar y no llegaste- reclamé inconscientemente. No me debía explicación alguna y, aún así, me la daría.

Ash y yo estábamos en camino a ser-algo-más desde hacia tiempo, únicamente nuestros allegados conocían sobre esta especie de convivencia de más de dos años. Ante los ojos ajenos soy su amiga, no queremos atraer el peligro con formalidades innecesarias, menos desde que esa bala rozó su hombro y tuve que poner en práctica mis pocos saberes de enfermería a la vez, que rezaba a quien quiera escucharme por su recuperación.

Hundí mi mejilla izquierda en la almohada con funda de algodón gris, obteniendo un primer plano maravilloso de su perfil.

- Surgieron problemas...

- ¿Otra vez ese viejo te llamó?- escupí con más asco del que pretendía, arrepintiéndome al instante.

Conocía a la perfección su sufrimiento, lo acorralado que se sentía por los fantasmas de su pasado, las naúseas que le causaba aquel hombre asqueroso. No lo dudé y pasé mi brazo por sobre su abdomen; Ash entrelazó nuestros dedos unos segundos antes de pararse subitamente, arqueé las cejas.


- ¿Ash?.

- Aún hay tiempo- respondío acercándose al umbral-. Comamos ahora.

- ¿Bromeas?. Ni siquiera amaneció del todo- tarde, ese testarudo ya había salido de la habitación.

Bufé restregándome el rostro con las manos adormecidas, obligué a mi cuerpo a retorcerse hasta la esquina de la cama y arrastré mis pies por dentro de las pantuflas con pompones marrones.  Como pude, me levanté, todavía atontada por el sueño; caminando a pasos lentos y pesados, un anciano con bastón no tendría nada que envidiarme. Bostezando, llegué donde Ash, se movía enérgico, de un lado a otro, en el rincón de la sala de estar al que llamábamos cocina. Me detuve frente el grifo, tomé un vaso y lo llené de líquido ínsipido hasta el borde; me lo llevé a los labios, dando sorbitos.

- ¿Los quieres estrellados o batidos?- preguntó mi compañero a la vez que abría la nevera, de la que sacaba una caja de cartón morado portadora de huevos frescos.

- Umm... estrellados- respondí apurando lo que quedaba de agua-. Prepararé el café.

Inclinándome, abrí la compuerta del mueble de madera que habitaba bajo el marmol y tomé el antiguo y ruidoso artefacto que, si tenías suerte, podías usar de cafetera. Lo conecté, limpié su filtro, le coloqué nuevas reservas de aromático polvo oscuro y lo encendí; el aparato vibró y su melodía se mezcló raramente con el rechistar del aceite en la sartén caliente. La pequeñez de ese lugar era insoportable, incómoda intenté tomar una tazas, girando para acercarme a el aparador que colgaba por sobre la cocina. Contorsioné mi cuerpo lo mejor posible para no molestar a un concentrado Ash, pero el sonido repulsivo me sobresaltó. En un abrir y cerrar de ojos mis brazos colisionaron con el mango aceitoso. 

Su frente se arrugó cuando el líquido burbujeante hizo contacto con su pálido brazo.

- ¡Demonios!- retrocedí, dándole espacio para que corra hacia el grifo-. Lo siento.

- No te preocupes, es solo una quemadura- dijo restándole importancia, mientras la lluvia transparente recorría la piel a carne viva y yo rebuscaba, deseperada, el botiquín en los cajones de la encimera.

- ¿Dónde están...?.

- Se acabaron la semana anterior- interrumpió recordándome la acortada duración que tenían las vendas en nuestro hogar. Las visitas de Ash solían venir acompañadas de heridas a las que curar, algunas eran simples rasguños; él nunca perdía al luchar, pero no siempre salía ileso.

Sin resultados, cambié de planes. Me dirigí hacia el refrigerador y tomé un puñado de cubitos helados, los envolví con un paño, luego lo coloqué en el brazo rojizo.

- Ven, siéntate- dije corriendo una de las sillas. Obedeció y me senté a su lado, mi mano sin dejar de presionar la fría tela.

Su semblante tranquilo me hacía parecer colérica, algo estúpida. Situaciones del estilo despertaban mi lado más maternal, el deseo de protegerlo se adueñaba de mi mente y el temor casi posesivo a que cualquier cosa lo dañe me impulsó a abrazarlo con cuidado, pretendiendo que la seguridad de mis brazos lo mantenga a salvo.

- Lo siento mucho- repetí.

- Ya... no es nada, T/n- posó su mano y acarició mi cabello-. Fue un accidente.

Expulsé el aire despidiendo un silbido de mis labios. Cierto, no quise dañarlo, no era como los demás. Debía relajarme, esta tonta manía que tengo de ponerme a la par de esos cerdos con los que Ash lidiaba no nos traerá nada bueno a largo plazo.

Sin embargo, me permití tener la certeza de que no lo perderé.

- Ash, ¿Eres feliz conmigo?- quise saber, sonrojada y mirándolo.

Él frunció el ceño, extrañado, aunque lo relajó al instante, siendo conocedor de mi lado dramático.

- Soy feliz contigo- sus ojos turquesa brillaron como gemas, compraron mi confianza-. ¿Y tú? ¿Eres feliz?.

Dejé escapar una risa ahogada.

- Si... pero preferiría no madrugar la próxima vez, mira cómo terminamos.

Ash también rió y entendí que no podía hacer más que disfrutar de esa risa hasta que, inevitablemente, se esfume.


🩹🩹🩹


Ojo que por fin actualizamos kasjkhdishdia por Dios, pido disculpas. 

Siendo sincera, este fic no me gustó en absoluto, mi motivación estaba por los suelos, pero había que actualizar y fue lo que salió ¿?¿?.

En fin, nos vemos en la próxima actualización (espero que sea pronta). 

@-fucking_clown


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⏰ Última actualización: Sep 28, 2021 ⏰

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