« Se dice que los espíritus moran en objetos en los que la gente pone sus sentimientos. Siempre he pensado que, si eso es cierto, lo mismo debe ser cierto para las obras de arte. Así que hoy, me sumergiré en el trabajo, para impartir mi propio espír...
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Con una nueva puerta por la que poder acceder, ambos jóvenes no dudaron en ir rumbo al interior de la habitación que les esperaba del otro lado. Por experiencia Kaito ya sabía que aquellas puertas a las que era difíciles acceder podían significar dos cosas: Un puzzle a resolver o un objeto que les ayudaría a continuar con su avance. Aún si fueron muchos los rompecabezas y acertijos que había resuelto, no se consideraba un aficionado de los mismos al punto de sentir agrado hacia ellos.
— Espero que haya merecido la pena tanto revuelo... —pensó Kaito mientras entraba a la recámara junto a su compañero.
Nada más llegar al lugar pudieron darse cuenta de que la habitación era algo pequeña y con pocos objetos en su interior. Aquello podía suponer una ventaja, pues de haber algo ahí guardado, ahorrarían bastante tiempo al buscarlo entre los dos en ese espacio tan reducido que se les había abierto.
— ¿Y esto? —preguntó Korekiyo, el cual parecía curioso.
Al darse la vuelta para ver a qué se refería su compañero, el pelimorado pudo darse cuenta que justo en el centro de la habitación había una pequeña mesita con un jarrón de color grisáceo. Tan pronto como lo vio sus ojos se iluminaron, sintiendo algo de emoción y alivio ante semejante hallazgo.
— ¿Qué ocurre? —preguntó el de iris color ámbar— ¿Acaso este jarrón tiene alguna utilidad que desconozca?
— ¡No pudimos encontrar algo mejor! —afirmó el amante del espacio con una gran sonrisa de oreja a oreja.
Al verlo más de cerca pudo contemplar que, en efecto, estaba lleno de agua hasta la mitad; al menos uno de ellos sería capaz de colocar su rosa en él para recuperar todos sus pétalos y estar como nuevo.
— Tal vez me tomes por un loco si te lo explico de esta forma, pero este tipo de jarrones tiene la habilidad mágica de revitalizar las todas y devolverles los pétalos perdidos... —explicó Kaito aún risueño.
— ¿Me estás diciendo de que estos jarrones tienen una fuerza sobrenatural dentro del agua que albergan, la cual es capaz de devolver tanto mi vitalidad como el máximo esplendor a mi rosa?
— Es la explicación larga y compleja de lo que dije... —volvió a afirmar Kaito— Te devolverá todos y cada uno de tus pétalos, aunque hay dos tipos de jarrones distintos o eso creo...
— ¿Dos tipos de jarrones distintos? —preguntó Korekiyo un tanto curioso.
A Momota no le extrañaba demasiado la confusión de Korekiyo, pues hasta él había tardado en darse cuenta de las propiedades de los jarrones que había por la galería; aún si se lo hubieran explicado en su momento, lo más probable era que el amante del espacio hubiera tomado todo aquello como una mentira y no hubiera hecho el menor caso.
