Capítulo 2

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Narra Ámber

Frío... Tengo frío... Hambre... Mucha hambre... Y miedo...

He visto la muerte ante mis propios ojos y no tengo previsto volver a verla.

Me llamo Ámber, pero llamadme Ám. Tengo el pelo rojo como la sangre, más aún, igual que mis labios. Mis ojos son dorados. No marrones, si no dorados, literalmente. De donde vengo es un color de ojos bastastante normal. Pero no quiero hablar de donde vengo...

Llevo puesta una camiseta hecha haramos marrón y encima tengo una sudadera de chico gris oscura y unas mayas oscuras. Tengo una mochila donde guardo comida y una falda larga que he partido por la mitad para usarla de manta, además tengo una pequeña barra de pan y unas cuantas manzanas y unas cerillas. Aparte de eso tengo un pequeño paquete que aún no he abierto.

La nieve comienza a meterse en mis botas. Ya no siento ninguna parte de mi cuerpo y mis labios han tomado hace ya mucho un color morado rojizo.

De repente, oigo como algo se cae y oigo un llanto.

Me tiro al suelo y me escondo en un arbusto cercano. Quito algunas ramas secas que tienen varios carámbanos. Y veo a una chica tirada en el suelo llorando. Tenía el pelo color miel y iba con una túnica blanca que dejaba ver unas cuantas heridas.

No me iba a arriesgar a preguntarle, la última vez...

No puedo moverme, temo llamar su atención y me muero de frío. Al cabo de una hora la luz comienza a iluminar el bosque, parcialmente. Esa chica se levanta y se frota sus ojos verdes. Mira a su alrededor y se acerca a mi arbusto.

Retrocedo gateando para que no me vea y me choco con algo. Cuando me doy la vuelta, veo un oso muy mono, por que era una pequeña cría, empiezo a acariciarla cuando me doy cuenta de que detrás está la madre.

Salgo corriendo y cuando me doy cuenta, esa chica me agarra del tobillo. Consigo soltalme y ella se encuentra cara a cara con el oso. Pega un grito y sale corriendo.

Yo, mientras tanto, salgo corriendo hacia una cueva y me meto dentro. Me asomo por si acaso esta cerca y suspiro. Veo como el vaho sale de mi boca para después desvanecerse en el aire. Enciendo una cerilla para ver cuanto dura la cueva. Cuando la veo perfectamente, me encuentro literalmente en mi cara millones de murcielagos gigantes.

Ellos pegan chillidos al ver la luz y yo grito como si no hubiese un mañana que hasta pienso que me voy a romper las cuerdas vocales. Empiezan a salir de la cueva revoloteando y arañándome. Yo me cubro la cara y el pelo con los brazos y me choco contra una de las paredes.

Me caigo y espero a que cesen los chillidos. Cuando me aparto los brazos de la cara, veo que tengo millones de arañazos y empiezo a llorar. ¡Ojalá nada hubiese pasado!

Después de todo eso, comienzo a pensar que me estoy volviendo loca. Los recuerdos comienzan a arremolinarse en mi mente. Un escalofrío me recorre todo el cuerpo y escucho dentro de mi mente chillidos y gritos, todos dirigidos hacia mi.

- Soy Ámber... Ámber Wood... Estas en un bosque Ámber-me digo a mi misma- Tranquila... Tranquila...

De repente, en mi mente aparece el peor de mis miedos.

-¡Eres Ámber Wood... hija de Tristán y Clever Wood!... No estas loca... Solo vives en tus sueños... Estas a salvo Ámber... A salvo... ¡NO! No existe ningún lugar a salvo...

De repente, perece que me he vuelto loca.

- Mi casa... Debo volver a casa... ¡NO! No puedes volver... Eso esta ahí... Eso está ahí...

Me levanto y me tapo los oidos.

- ¡Callate! No haces más que estorbarme. Para... ¡YA!

Empiezo a dar vueltas por todos lados, hasta que me tropiezo y recuerdo que sigo aquí. En un bosque.

La última nevadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora