Capítulo 3

43 3 1
                                    

Narra Aria

Me despierto aunque no he dormido nada; me he levantado varias veces por la noche por oír a los lobos. Me miro las heridas: Vale, no se me han infectado. Menos mal.

Salgo de la casa atrancando la puerta de un modo que solo yo sé abrir. Llevo la espada por si acaso, no quiero morir por otro oso. Tengo que buscar comida, sólo me queda un trozo pequeño de queso. Bajo cuando me quedo helada: Hay un lobo tirado en el suelo. ¿Está muerto? Pero se ha movido, así que está vivo. ¿Está herido? Me muevo y me fijo en él. Está con los ojos cerrados, pero con un rostro triste. Me arriesgo y le veo, pero no se sobresalta.

Le inspecciono. Me fijo en las patas y palidezco. Me noto el estómago subirse para arriba y me cuesta respirar. Me da un escalofrío y comienzo a inspirar y espirar con dificultad.

El pobre lobo tenía una herida infectada.

Seguro que ese era el sonido de anoche. Estaban atacando a este pobre lobo. Le acaricio.

-Tranquilo, tranquilo...-digo respirando sonoramente entre palabra y palabra-. No...te...no te haré daño-. El lobo abre los ojos, pero sin intención de atacarme-. ¿Te...te han herido...verdad?-digo temblando-. ¿Han...han sido los de tu manada...?-pero veo su mirada de desaprobación-. ¿N...No? Vaya...-. El lobo vuelve a cerrar los ojos-. Pero...-estoy lagrimeando de miedo. ¿Soy tan cobarde como para eso?-. Yo te puedo...puedo curar...-¿Por qué he dicho eso?

Bueno, me he comprometido, así que cargo al animal en mis brazos y subo por las escaleras. Desatranco la puerta, entro y la vuelvo a atrancar. Le tumbo en una esquina, enciendo el candelabro y lo acerco en la herida. No es tan profunda pero...

¡NO PUEDO! Aparto la mirada cerrando los ojos y haciendo un sonido raro con los dientes. Mi corazón late muy deprisa y murmuro:

-No...soy...capaz...

El animal me mira y yo a él.

-Perdona...Es que...Ay, voy.

Me arranco un trozo largo del vestido y se lo enrollo en la pata. Me noto mareada y me tiemblan las manos.

-Ahora...descansa. ¿Vale?

Me caigo al suelo por el mareo y me desmayo.

Me despierto por los lamidos de algo. Abro los ojos y veo quién es. El lobo que conseguí salvar. Parece que me lo está agradeciendo.

-No hay de qué-sonrío-. Me ha costado mucho, es una de mis mayores fobias-. Veo su pata: La tela se ha teñido de rojo sangre. Aparto la mirada inmediatamente y miro los ojos del lobo-. ¿Qué tal si te llamo...?-pienso un rato y me decido-. Toby. ¿Te gusta?-Éste asiente y yo le abrazo-. Descansa. Voy a buscar comida.

Salgo de la casa y atranco la puerta. Ya es mediodía. ¿Cúanto tiempo llevo desmayada? Da igual, llevo la espada a mano, así que buscaré comida antes de que pase el día.

Bajo las escaleras y me dirijo a los arbustos. Me asomo lentamente por si hay un oso pero por suerte no. Me asomo otra vez y veo un conejo. Una sonrisa aparece lentamente en mi cara...Estoy hambrienta. Desenvaino la espada y ataco al conejo. Lo mato y lo guardo en una bolsa, cuando me sale una lágrima.

-Perdón-murmuro-. Tengo que sobrevivir...

Me asomo por si hay alguna madriguera pero por desgracia no. Me doy cuenta que soy una asesina, o algo parecido, como una cazadora. Pero no tengo remedio. La barriga me está rugiendo ahora mismo como Toby.

Comienzo a alejarme un poco más de allí, a lo mejor el conejo tenía la madriguera cerca. Pero lamentablemente no. Decido volver a casa, pero antes echar una ojeada por el cobertizo. Podría haberme dejado algo.

La última nevadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora