Caminos separados.

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Sin darse cuenta, el último día del año llegó. Habían planeado una reunión rápida todos los de la pandilla en el lugar que les pertenecía.

Baji y Chifuyu iban tarde.

Una hora antes.

─¿Baji-san? ─Lo había ido a buscar a su cuarto. La mamá del muchacho lo había recibido y le permitió pasar.

Se dio cuenta de que el pelinegro seguía dormido, suspirando pesadamente.

─¡Baji-san! ─Gritó, sacudiendo su cuerpo. Como era de esperarse, el mayor despertó de mal humor, diciendo que Mikey era un niño de cinco años que sólo quería ver los fuegos artificiales y no lo dejaba descansar. El contrario sólo lo observaba con una leve sonrisa en su rostro.

─Llegan tarde. ─Habló Draken, observándolos de reojo. Chifuyu se disculpó al igual que Baji.

La reunión empezó después de unos cuantos minutos más. Cuando Mikey hablaba, todos escuchan atentos y con emoción.

─Este será el último año de la Toman. Creo que... todos tenemos sueños, anhelos detrás de todo esto que empezó como un simple juego. Ahora estamos a nada de ser adultos y sería injusto si los estanco para que continuen con el sueño que una vez quise volver realidad. ─Hablaba fuerte y claro, intentando dirigir su mirada a todos los presentes─. Yo... agradezco que se hayan quedado a mi lado durante todo este tiempo. Somos la familia más grande que ha podido existir en el mundo. Todos nos cuidamos. Si uno caía, todos caíamos con él. Los problemas que existieron en algún momento sólo fueron la prueba para demostrar que nuestro vínculo es inquebrantable y... que para tener una familia no hay necesidad de compartir sangre.

Todos lo escuchaban verdaderamente sorprendidos. Sabían que esto debía acabar en algún punto de sus vidas pero jamás imaginaron que el final estaría tan cerca. Se sentían verdaderamente agradecidos con Mikey y toda la pandilla en general.

─Es inevitable que esto suceda. ─La voz del sub-comandante se hizo presente─. Pero hay que cerrar libros para poder abrir uno nuevo. Haría lo que fuera por todos ustedes y volvería a repetir mil veces todo lo que hemos vivido juntos, sin importar si los momentos son buenos o malos, porque todas esas cosas nos han traído hasta aquí. Gracias a todos por todo. Nunca dejaremos de ser familia así que disfrutemos de este último año como pandilla.

Todos tenían sus corazones en sus manos. Algunos no pudieron evitar demarrar unas cuantas lágrimas. Otros sonreían y les agradecían a todos por el tiempo compartido.

Las despedidas sólo abren paso a nuevos comienzos, así que, estaban preparados para aceptar esto.

─¿Chifuyu? ─Baji se encontraba buscando al rubio desde hace unos minutos atrás. Jamás imaginó que se encontraría llorando en el baño. Admitía que tenía ganas de reír pero lo único que hizo fue abrazarlo─. Llorón.

─Cállate. ─Su nariz y sus ojos estaban de color rojo, su voz sonaba un poco quebrada pero estaba intentando retomar la postura─. Ya estoy bien.

─¿Y? ─Apretó un poco su cuerpo con los brazos.

─Puedes soltarme... ─No era lo que quería pero su orgullo estaba hablando por él.

Empezó a caminar hacia adelante, haciéndolo de esta forma, retroceder varios pasos hasta que se chocó con el mesón para lavarse las manos. Se alejó un poco para poder mirarlo a los ojos.

─No me burlé, no seas agresivo. ─Sonreía, intentando aguantar sus ganas de burlarse de verdad. El otro sólo lo observaba con una expresión seria─. Por Dios... ─Lo tomó por las mejillas y empezó a repartir pequeños besos por todo su rostro, deteniéndose cuando llegó a sus labios─. Está bien, te ves lindo cuando lloras pero me causó gracia que hayas tenido que venir hasta acá para poder hacerlo. ─Murmuró, acariciando sus mejillas con los pulgares.

─No me importa. ─Hacía berrinche sólo para ver hasta qué punto llegaba el mayor a soportarlo. Para su suerte, este sólo rió y lo colocó encima del mesón, acción que lo tomó por sorpresa.

Se metió entre sus piernas, colocando sus manos encima de sus muslos y apretando ligeramente los mismos.

─Tampoco me importa que no te importe. ─Respondió, estirándose un poco para alcanzar sus labios.

No estaban en una relación. Si bien es cierto, el día en el que Baji se le declaró en la playa, el ojiazul no supo decir algo que indicara que lo correspondía, todos estos días habían estado teniendo pequeños momentos en los que el pelinegro le robaba besos y el menor no decía nada al respecto, sólo lo continuaba.

─Debemos salir porque pronto empezará el show. ─Susurró el más alto, apartándose y ayudándolo a bajar.

Ambos salieron justo a tiempo para ver el cielo ser iluminado por los colores. Todos observaban el espectáculo con una sonrisa.

Sin darse cuenta, las manos de ambos chicos estaban agarradas, entrelazando los dedos de las mismas. Sus manos sólo emanaban calidez y seguridad al otro, haciendo que sus corazones palpitaran con fuerza.

Deseaban quedarse así toda su vida, o al menos, todo el tiempo que la vida se los permitiera porque jamás se habían sentido de esa forma con otra persona.

─¿Cómo crees que estaremos dentro de diez años? ─Preguntó el menor aún con su vista en el cielo. El pelinegro sólo lo miró de reojo antes de decir algo.

─Probablemente yo esté casado y con cinco hijos. ¿Crees que puedas aguantarme eso? ─Bromeaba. Ambos rieron, con su mirada puesta en el horizonte. No se había sentido inseguro ni un sólo día de su vida compartido con el mayor e intentaría hacer lo mismo por él.

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|| 𝐁𝐀𝐉𝐈𝐅𝐔𝐘𝐔. ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora