Capítulo 25

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La ideas es su cabeza no estaban del todo claras, tenía un objetivo, pero sola, sin sus amigos, no sabía como comenzar.

Tras irse de la casa Lang, condujo sin rumbo fijo, aún no oscurecía y no tenia deseos de volver a su casa.

No se sentía bien, a dónde fuese, sentía no pertenecer, por momentos solo quería desaparecer del mundo, por momentos solo quería dejar de pensar, dejar de recordar el día en que convenció a su padre de realizar la misión, el día en que, por testaruda estuvo en la batalla que no debía, ~talvez todo hubiese sido diferente~ Se repetía una y otra vez. Deseaba sólo dejar de sentir, olvidar ese dolor que la atormentaba, la consumía, ese dolor que jamás enseñaría a nadie y jamás reconocería como propio.
Aturdida con sus propios pensamientos, por un momento dejo de prestar atención en el camino.
Volvió a enfocarse solo cuando fue consciente de que se había salido del carril y una camioneta venia de frente hacia ella.

Un rápido giro de volante por parte de ambos conductores, unos fuertes ruidos de claxon y un nada sutil —fíjate por donde vas perra estúpida!— fue lo único que afortunadamente sucedió.

Tras el susto Stella aparcó rápidamente, tras minutos de absoluto silencio, se encontraba en estado de shock, aún con las manos pegadas en el volante, intentaba regular su respiración pero le era imposible, el aire entraba y salía con fuertes bocanadas por el miedo que acababa experimentar, sin soltarse del volante, podía ver a simple vista como sus manos no dejaban de temblar. Lo apretó más fuerte con ambas manos, cerro los ojos, respiro profundo e intento calmarse. No emitía un solo sonido, pero su mente estaba llena de ruido, de tanto, tanto ruido.
Tomo una gran bocanada de aire, un gran suspiro y levantó la cabeza. Observó a su alrededor, intento componerse, volvió a dar una gran bocanada de aire y... cuando menos se lo esperaba una lágrima comenzó a rodar por su mejilla.
Despacio se pasó la mano por el rostro y limpio con sus dedos esa única lágrima, la contemplo por unos segundos, con rabia rechino los dientes y se limpió la mano de inmediato en su pantalón. No podía permitirse estar triste, no podía permitirse estar mal, tenía algo que hacer y no era tiempo de ser débil estaba estaba determinada a cumplir su objetivo, iba a arreglar las cosas.

El plan no era fácil debía conseguir las partículas, debía conseguir el invento de su padre un GPS espacio-tiempo funcional, con él venía el traje cuántico. Pero estaba sola sus amigos la habían abandonado. No los culpaba era arriesgado lo que le les pedía, pero creyó que por lo menos Peter le ayudaría. Por más que intentaba ver diferentes formas de conseguir lo que necesitaba, no encontraba la solución, tenia solo tres días para planear una locura. Estaba sola y no lo soportaba. De un momento a otro, con rabia apretó los dientes tanto como pudo, intento no soltar una sola lágrima mas, no quería ser débil, ya no. Y de pronto empezó a golpear con ira el volante del carro, intentando desahogarse, intentando despejar esa cabeza aturdida.

-ya! ya cálmate Stella! No lograrás nada enojándote- Se dijo a sí misma. observo sus manos un momento, enrojecidas por los golpes, solo renegó con la cabeza por su impulso tan tonto y puso el auto en marcha.

Una vez más en estaba en la autopista, pero esta vez prestándole toda su atención. Estaba oscureciendo, una parte de ella quería irse a su casa y dormir, pero la otra no quería llegar, no quería entrar y ver la la cara de decepción en el rostro de Pepper, no quería ver a su pequeña hermana llena de ilusión por su irresponsable promesa. Una parte de ella quería estar sola y que nadie la molestara. La otra solo quería que alguien le abrazara y le dijera que todo iba a estar bien, qué esa culpa, esa angustia, ese dolor que sentía como si alguien estuviera apretando fuertemente contra su pecho ya no estaría, pero eso era más aún inverosímil.

Por momentos pensaba Loki, él era sin duda el tipo de persona que haría que cualquier cosa, por más grave que pudiera ser, no lo pareciera tanto. Sin duda el estaría ahí, le diría que nada es tan malo, estaría con sus ocurrencias y su extraño sentido del humor un poco tedioso a veces, pero sin duda adorable.
Por momentos creía que sería bueno tenerlo junto a ella en un momento así. Pero luego recordaba la actitud y las cosas que había hecho el Asgardiano, a veces quería comprender su accionar, pero muchas de las cosas que había hecho estaba mal, muy mal y no se justificaban. Tal vez era mejor tenerlo lejos.

PROTEGIDA Parte TresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora