Tres

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Lan JingYi

<<Tu madre puede ser Lan, pero la realidad es que eres hijo de nadie. >>

<<¿En verdad crees que tu padre murió en guerra? >>

<<Usas el apellido Lan sólo porque no tienes padre. >>

<<Eres un error. >>

<<Por algo eres el Lan menos Lan>>

La pesadilla hizo que jingYi se sacudiese. Pese a que esas palabras no eran típicas de Gusu Lan, y la realidad es que nadie se las había dicho nunca, él vivía soñando con personas sin rostros definidos diciéndoselas. A veces, como hoy, incluso veía la cruel curva en sus labios y el desprecio en ojos negros. Lo único que había oído era que lo consideraban el Lan menos Lan y eso había despertado millones de inseguridades en él. Aunque reconoce que se lo dijeron más como broma o cumplido que como defecto.

En medio de la pesadilla quiso gritarles que no. Quería defender a su padre desconocido. Quería decir que por parte paterna tal vez no sea Lan, pero que tenía honor y orgullo.

<<Siempre imprudente causando problemas. Vergüenza para la secta. >>

Pero no pudo decir nada porque no sabía cómo defender sus palabras. Cambió de postura, intentando escapar de las crueles palabras, escapar de esta pesadilla.

—Shhh... Estas teniendo una pesadilla, JingYi. Todo va bien, es solo una herida superficial. El veneno ya no está. Solo tienes un poco de fiebre pero está bajando —Susurró alguien. JingYi no entendió bien sus palabras, pensó que seguían atacándolo.

—Soy un Lan, mi padre... él no... mamá...—Respondió.

La noche pronto se llenó de olor a especias y a sándalo. Intentó concentrarse en la sensación de placer, permitió que fluyese por su cuerpo, que aliviase el dolor que siempre le provocaba en el corazón aquella pesadilla.

«Eres un Lan... » se dijo.

Intentó enterrar sus propios pensamientos, sus inseguridades a pesar del agotamiento.

Unos dedos suaves le tocaron la barbilla. Entonces, algo frío se apretó contra sus labios.

SiZhui volvió a hablar, pero JingYi no pudo oír lo que le decía porque tenía un zumbido en los oídos. El agua fresca sobre sus labios invadió sus sentidos. Abrió la boca y el líquido alivió su garganta seca.

—Despacio o te atragantarás. —Le advirtió SiZhui. Entonces, dejó de darle agua.

JingYi abrió los ojos con dificultad porque los párpados le pesaban. El placer fue a parar a su entrepierna.

—¿Te encuentras bien? —Le preguntaron.

SiZhui parecía un ángel, con las mejillas sonrosadas, el pelo oscuro ahora despeinado.

«Te deseo» Pensó JingYi.

¿Lo había dicho en voz alta?

—¿Cómo? JingYi, no pude entenderte

Sí, estaba hablando en voz alta, seguro aún tenía fiebre.

—Eres hermoso. —Susurró sin poder contenerse.

Deseó tocar su piel y sentir lo suave que era, deseó que SiZhui lo agarrara de la barbilla y hacer que sus labios se tocasen. Pero SiZhui no iba a hacerlo, aunque podía hacerlo él. Sin embargo, cuando levantó la mano sintió un dolor punzante en el brazo.

—Túmbate y duerma, a-Yi.

«¿A-Yi?».

Apretó los dientes al notar los dedos fríos en su pecho.

—Eres como un ángel... —dijo, intentando mantener la consciencia, queriendo aferrarse a él para que la pesadilla no volviera.

Entonces cerró sus párpados y se quedó dormido.

Él no lo supo, pero SiZhui lo había estado mirando durante varias horas.

Lan SiZhui


«Me ha dicho que soy hermoso»

SiZhui tomó el paño que había dentro de un cuenco de agua que recolectó de un lago cercano, lo escurrió y se lo puso en la frente. Rozó el contorno de su rostro y al hacerlo volvió a sentir la ya familiar punzada de deseo. Sacudió la cabeza, debía mantenerse erguido y centrado. JingYi tenía un poco de fiebre pero sin duda lo que lo había despertado había sido una pesadilla.

Afortunadamente, ahora se había vuelto a dormir. Aunque antes había conseguido que bebiera más agua.

SiZhui volvió a mojar el paño y continuó pasándoselo por el rostro, limpiándolo, estudiándolo con la mirada. JingYi tenía algunas cicatrices, pero lo peor había sido la flecha envenenada.

¿Cómo era posible que JingYi se hubiera internado en el bosque solo? ¿Qué hubiera sucedido si él no hubiera vuelto debido al presentimiento que lo atormentaba?

SiZhui le abrió la túnica y sintió calor mientras limpiaba con el paño mojado la cicatriz que había dejado la flecha y se movió sobre el abdomen, removiendo el sudor que le bajaba por el vientre y desaparecía por debajo de los pantalones interiores.

Se fijó en el prominente bulto que se marcaba bajo la tela blanca de la única prenda que no se había atrevido a quitarle. Empapados en sudor, los pantalones no dejaban mucho a la imaginación, pegándose a los largos músculos de sus piernas y a aquel bulto en el que había posado varias veces la mirada durante las últimas horas.

No podía estar demasiado malherido con aquella erección, pero ¿qué clase de hombre se excitaba después de que fuese herido?

«Aparta la mirada de la erección. Tal vez sea normal en un hombre con fiebre y envenenado» Se dijo.

Se ruborizó mientras volvía a mojar el paño y se concentraba en limpiar otro surco de sudor de su piel y en no bajar la vista más allá de su cintura. Se obligó a mirar la parte superior de su torso. El vendaje que le había puesto unas horas antes tenía sangre seca, señal que la herida ya no sangraba.

Podría haber mandado una señal, pero no tenía idea quién había disparado la flecha ni de a qué distancia. No quería arriesgarse. Metió el paño en el cuenco con agua y se sentó. El cansancio hizo que, de repente, se sintiese aturdido. Examinó a su paciente y le tocó la frente. Suspiró. Ya no parecía tener fiebre.

Tras varias horas junto a él, siendo testigo de sus pesadillas, se había sentido culpable por sus palabras. Él no había querido gritarle o parecer enojado, solo estaba preocupado. JingYi le fascinaba, y en esos momentos le fascinaba todavía más, vendado y casi desnudo, con las mejillas encendidas, agotado y con aquellas cicatrices. Sí, cada vez la atraía más.

Sizhui sacudió la cabeza e intentó salir del estado de aturdimiento en el que estaba entrando.

Se obligó a apartar la mirada del cuerpo de JingYi y a clavarla en el denso bosque que lo rodeaba. Estaba empezando a amanecer. Habían estado a salvo hasta ahora. Se obligó a ponerse en pie, se alejó a tropezones y miró entre la copa de los árboles hasta que el sol estuviese en lo alto en el cielo.

Al volver, clavó la vista en el pecho de JingYi, que subía y bajaba a un ritmo regular. Las pesadillas ya no lo atormentaban. Se sintió aliviado. Iba a ponerse bien.

SiZhui se tumbó hecho un ovillo a su lado al notar que el frío le había ido calando hasta los huesos. Necesitaba dormir, pero quería quedarse a su lado, solo por si tenía otra de aquellas terribles pesadillas. Apoyó una mano en su propio corazón. Asimiló su ritmo constante y la punzada de deseo. Tal vez no quisiese quedarse a su lado solo por velar su sueño, pero ¿qué daño le podía hacer?

—Duerma bien, a-Yi. Puedes dormir hasta tarde hoy. —Susurró.

Cerró los ojos y se quedó profundamente dormido. SiZhui, no por primera vez, tuvo varios sueños eróticos muy intensos, asombrosos y embriagadores.


I.	Cacería Apasionada [Zhuiyi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora