Kiana llegaba a las puertas del palacio donde le estaba esperando Lucía, junto a un caballo negro.
-¿Estás lista?- preguntó la caballera sonriendo a la princesa. La chica se bajó del caballo con gran facilidad.
-Bueno...- respondió Lucía mientras Kiana soltaba una risita. Las dos caminaron hacia los establos.
-¿Tienes caballo?- cuestionó la caballera abriendo la puerta del establo.
-Si, yo tengo uno y Bakugo otro.- Comentaba la otra chica. -Solo le he visto una vez en mi vida, es blanco ,creo que se llamaba Vela- añadió.
-Está bien, ¿sabes dónde está?- ambas buscaron por todo el establo, hasta que dieron con el animal.
Kiana le dio unas pequeñas lecciones de como montar en caballo antes de dar vueltas por el campo. Y tras unas cuantas caídas de la rubia, lograron poder salir hacia su objetivo.
-¿Lo has pillado?- Kiana se montaba en su caballo negro como la noche.
-Eso creo...- Lucía intentaba subirse a su caballo blanco.
Salieron de los establos montadas en sus respectivos caballos rumbo al campo de girasoles. Avanzaron juntas, trotando, y mientras en frente suya se empezaba a ocultar el sol dejando ver el precioso atardecer.
Tras varios minutos trotando, llegaron a su destino, una preciosa explanada llena de césped y girasoles altos. Un paisaje hermoso se cernía frente a ellas.
Y así fue como las dos chicas fueron sin rumbo junto a dos majestuosos caballos.