Una gran banda de magos y brujas de otro reino con ganas de poder, comenzaba a atacar a Taketomi. La noticia estaba en todas las bocas del reino, y los guardias comenzaban a hacer piña para organizarse.
--Todavía no sabemos los lados por los que atacarán, ni cuántos son, así que lo mejor sería dividirnos. Somos muchos y si nos dispersamos podríamos proteger todo a la vez.-- Ordenaba Kiana, comandante de los caballeros.
--Está bien pero tendrás que elegir nuestros puestos.-- Momo era la subcomandante, y es por ello que tenía que seguir las reglas de la otra chica.
--Exacto, para que tengamos más poder yo defenderé murallas exteriores y tú el castillo.-- pensó Kiana.
--Me parece un buen plan.-- respondió Momo. Cada chica eligió su equipo y como se organizarían para poder cubrir todo.
Todos los plebeyos estaban asustados sobre aquel acontecimiento, todos se refugiaban en sus casas cerrando puertas y ventanas.
Kiana llegaba en su caballo negro al local de Mei.
--Hola, soy Kiana, comandante de los caballeros, necesitaría unas cuantas espadas y escudos lo antes posible.
--Claro, pásese dentro de una hora.-- aceptó.
Mientras tanto en el castillo los mayordomos y sirvientas comenzaban a cerrar todo el castillo, las murallas y jardines. Los guardias se colocaban en el exterior e interior de las murallas.
--Kiana va a estar defendiendo el castillo, ¿verdad?.--preguntaba Lucía a su hermano.
--Yo que se.-- respondió Bakugo mirando por el ventanal.
--¿Es posible que ataquen el castillo?-- Volvía a insistir la chica.
--Vienen para hacer eso, así que cállate ya.-- decía él.
Las horas pasaron y comenzaron a llegar nubes oscuras, y con ellas rayos morados. Los sonidos de las espadas anunciaban la llegada de los enemigos. Toda la realeza se apresuraba a la planta alta del castillo.
--Voy a subir a la torre.-- comentaba Lucía, que sus verdaderas intenciones era subir al tejado para ver el espectáculo.
Kiana luchaba contra las fuerzas de brujas y magos junto a su equipo, eran muchos pero el poder del atacante era aún mayor. La tormenta hacía la pelea aún peor, las manos se resbalaban del mago de las espadas, y las gotas de agua no permitían ver. Los caballeros tuvieron bajas y altas, pero al fin y al cabo ganaron la guerra.
Las puertas se abrían y el cielo igual, los guardias volvían en caballo hacia el castillo y allí se encontraron todos.
--Enhorabuena.-- felicitaba la reina.
Lucía abrazó a Kiana, Bakugo no estaba por la labor de hacerlo y es por eso que fue la chica morena la que dio el paso a abrazarlo.