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Después de releer la carta, Jiang Cheng se mantuvo suspirando con pesadez, su mente divagaba entre sus actividades y aquella humilde solicitud para conocerse, pero su corazón se sentía a veces frío y en otras molesto, tanto su cuerpo como su cabeza, temblaban ligeramente de vez en cuando, era como si su alta muralla hecha de miedo para protegerse, estuviese vibrando desde sus cimientos, recordándole constantemente los traumas de su infancia.

Necesitaba ayuda y la necesitaba de inmediato.

¿A quién podía consultar por este quebrantamiento de cabeza que tenía?

Jiang Cheng sentía que sus hermanos no eran una buena opción porque lo conocían bien y ellos eran partidarios del amor cosa que al loto lo frustraban al punto de hacerlo exasperar.

¡Rayos!

Irritado y frustrado más que de costumbre, el loto terminó por hundirse en su alta silla deseando que alguien le diga lo que debe de hacer ahora, porque él se siente incapaz de responder a esa carta sin sentir su pecho oprimido.

La mezcla de sentimientos entre el Kunze y aquella invitación por parte del jade lo sacaron de su habitual estado de decisión, el jade dio en el blanco con sus palabras en el más profundo deseo que el loto no sabía que anhelaba, por lo que a veces estaba y no estaba, confundido.

Sentado cerca de la ventana de su habitación, meditando constantemente en la soledad, esas palabras continuaban revoloteando en su cabeza y corazón, arañando con garras afiladas, pero amables, en la armadura que creyó era indestructible haciéndolo sentir patético por llegar a esta resolución, necesitaba aire para pensar mejor.

Sus pies tocaron la suave y fría superficie del agua, deslizando suavemente sus dedos, sin hundirlos, dejó vagar sus pensamientos, en realidad Jiang Cheng siempre tuvo el anhelo de que sus padres le amaran y se amaran.

El vio a los anteriores líderes, sus padres, llevar la pesada carga del destino que los unía, sin una pizca de amor entre ambos y sin mirar a sus hijos con la profundidad del amor que ellos tanto deseaban.

Sus padres nunca los miraron como lo hicieron los padres de Wei Wuxian, con ternura cargada de amor dedicada al niño que amaban y esas sonrisas que se dedicaron entre ambos.

Jiang Cheng a pesar de ser un niño podía recordar la gentileza en las manos de los padres de su hermano del alma, cuando se despidieron de todos ellos, ese suave roce de la punta de los dedos en la redonda cara del niño que él fue, esa gentil sonrisa con la que se despidieron en el último día que respiraron.

Aún recuerda el amargo sabor de la envidia en su cuerpo, la irritación en su pecho y su garganta, nunca le diría a nadie que le hubiese gustado ser amado de ese modo porque esa noche los padres de su hermano nunca volvieron.

Se sintió sumamente afligido porque su mente infantil sabía que él igual perdió la oportunidad de recibir esa ternura, aunque aquellas personas eran extraños igual quería volver a recibir ese tipo de cálido toque, jamás le dijo a nadie en ese entonces, ya que sus hermanos sustituyeron ese amor lo mejor que pudieron.

La cálida sonrisa de su hermano cuando Jiang Cheng mejoraba su cultivo, la calidez en los suaves abrazos de su hermana cuando se sentía afligido, la dedicación de su hermano al protegerlo aun cuando ya eran adultos, el cálido aroma de la comida de su hermana para decirles sin hablar cuanto los amaba a ambos.

Aun podía escuchar todo el amor impregnado en las reconfortantes palabras de ambos en el funeral de sus padres, aquellas que parecían un arrullo en medio del caos que fue convertirse en líder de la secta.

Hueles como el verano de YunmengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora