Capítulo 4

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Nos encontramos en el mismo andén

Y hablábamos de tantas tonterías

Tú me mirabas y yo sin saber

Que entre tú y yo había más que sinfonía.

Los días pasan y vivencias, emociones, problemas nuevos llegan, solo que a veces se disfrazan y no te das cuenta de que están presentes, y cuando abres los ojos te das cuenta que estas en medio de ellos, una carga, una nueva carga en mi espalda. 

Aquel mágico día llega y yo no puedo estar mas feliz, salgo de casa un domingo con la excusa de que me invitaron a un evento en el cual no puedo no ir, y que regresaría rápido a casa. Corro al bus sacando mi GPS, bajo a unas cuadras y me toca correr de nuevo, mi corazón se acelera cuando veo que ya casi llego, mis ojos se abren ante lo que ven, una inmensa fila. Sin mucha ciencia me paro al final, deseando haber llegado mas temprano, haciendo un conteo de manera rápida me digo que tal vez yo sea el número ochenta, me lamento.

Todos hablan pero yo me quedo callada, estoy sola y no conozco a nadie, de Lucy no dudo que este entre las primeras ahora mismo, entonces saco mi cuaderno y empiezo a leer las notas de la universidad para hacer hora, pues faltaba mucha para la entrada. Es difícil concentrarse, ya que la música suena y por lo bonita que es, empiezo a cantar, cierro mi libreta y me doy cuenta que dos chicas están ya tras mío, y poco a poco esta empieza a ser mas larga.

Aquellas dos chicas hablan entre ellas y no puedo evitar escuchar su conversación, me doy cuenta que empiezan a hablar con otras chicas que están detrás suyos, que rápido entablaron una conversación, como hablan abiertamente, espero el momento correcto para poder responder alguna pregunta que hiciesen, sería bonito hacer amistades.

Y lo logro.

 —Debimos haber llegado mas temprano —exclama una de ellas.

—Si pero estaríamos esperando mas tiempo —responde otra.

Entre todas sonreímos y nos presentamos, pero siento un apego especial por parte de una de ella.

—Mi nombre es Mayra, es tuyo Maite ¿cierto?

—Así es —sonrío.

—Me gustan tus dedos —los toma— son chiquitos, se ven tiernos.

—Gracias —respondo.

Me hablaba sobre las travesías que pasó para llegar hasta el evento, yo también le hablé de las mías y de que era mi segunda vez en este tipo de ambiente, quito mi gorra de la cabeza y se la puso ella misma, al ver la confianza con la que me trataba, decidí entrar también yo, después de todo lucía amigable, de pelo corto castaño y baja estatura, igual que yo, en realidad... se parecía a mi.

—Únete a mi grupo —me habla de repente— tengo uno de baile y teatro junto a Raquel —menciona a la chica de a lado— y otras integrantes mas

—Yo... lo consultaré con mis padres, sobre los permisos.

—Espero que acepten, solemos reunirnos en las tardes.

—Eso espero también, después de todo me gusta.

—Dame tu número ¿si? 

—Claro —se lo dicto y lo guarda.

Sientes pasar el tiempo rápido cuando haces lo que disfrutas, pierdes la noción, y eso fue que sucedió, de repente la fila se acomodó y poco a poco empezamos a entrar, ella vuelve a colocar aquella gorra negra mía en mi cabeza, me agradaba mucho, sería una buena amiga.

Pero talvez ella estaba pensando en otra cosa, no lo sabría hasta días después.

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Gracias por continuar con la lectura, en verdad.

QUIERO QUE ME EXTRAÑESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora